SEAT Panda… ¿Quién no conoce el SEAT Panda? Un coche que, a pesar de su extrema sencillez, es todo un icono y sí, también presa de bromas como el dicho aquel “tiene menos detalles que el salpicadero de un SEAT Panda”. Pero claro, es que el Panda era lo que era, un automóvil económico, fácil de adquirir, fácil de mantener y fácil de conducir, cuya máxima aspiración es ser la herramienta de desplazamientos perfecta. O por lo menos, una herramienta para moverse con la máxima economía y comodidad, además de una interesante versatilidad para su tamaño.
El Panda, un coche desarrollado por FIAT y luego adoptado por SEAT, como siempre en aquellos años, surgió en uno de los peores momentos para la firma italiana, acosada por las huelgas y por un acuciante problema de liquidez. Una situación que no le permitía hacerse cago completamente del desarrollo de un nuevo modelo, el cual, necesitaba como agua de mayo. Así que contactó con el polifacético Giorgetto Giugiaro y le encargó el trabajo, con un resultado que en su momento resultó ser muy novedosa.
Giugiaro se decantó por las líneas rectas y los ángulos, unas soluciones baratas de fabricar y que además, permiten obtener un habitáculo muy amplio con relación al tamaño exterior. Optar por líneas rectar para todo el coche, le otorgó también una imagen particular, hoy día icónica e inconfundible, donde el parabrisas frontal también es una obra maestra del ahorro de costes –totalmente plano–.
Como se puede esperar, el SEAT Panda nunca fue un coche deportivo, ni siquiera lo pretendía y su oferta mecánica, así como su configuración y puesta a punto general, lo dejaban totalmente claro. El Panda era un utilitario económico en toda su extensión. Sin embargo, se han realizado y se realizan toda clase de pruebas deportivas con el sencillo Panda y uno de los mejores pilotos de rallies de todos los tiempos, el madrileño Carlos Sainz, comenzó su carrera a los mandos de un SEAT Panda 45.
En los tiempos en los que el Panda era un coche nuevo, es decir, hace más de 40 años, resultó ser un coche muy popular entre los pilotos españoles y eso llevó a SEAT a crear una copa monomarca, la conocida “Copa Panda”, cuyo comienzo se llevó a cabo en 1981. Aquel prime campeonato lo ganó el señor Carlos Sainz. Y lo más llamativo es que el coche de la copa apenas recibía cambios: montaba una barra antivuelco, buckets de carreras, se vaciaba por completo –lo poco que se podía vaciar– y se retocaban algunos apartados del motor, como la carburación y la línea de escape –fabricada por Iresa–. El motorcito, que de origen rendía 45 CV, subió a 48 CV, un rendimiento que no era nada del otro mundo, pero movía con soltura los escasos 700 kilos que pesaba el Panda.
Según contó el propio Sainz en una ocasión, los reglajes para cada prueba se centraba casi en exclusiva en el eje delantero, pues el trasero era poco importante. También afirmó que era importante llevar ruedas estrechas para que frenasen lo menos posible al resto del coche.
El SEAT Panda 45 era la versión más equipada y potente del utilitario español y como se puede suponer, su denominación hacía referencia a su potencia. Tenía un motor de cuatro cilindros y 903 centímetros cúbicos –entonces no se estilaba eso de tres cilindros–, que se caracterizaba por ser de carrera larga –65 milímetros de diámetro y 68 milímetros de carrera–. No era, como se puede imaginar, un coche rápido, con una velocidad máxima de 141,6 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/ en 10,6 segundos o los 400 metros con salida para en 19,8 segundos –datos medidos por la revista automóvil en enero de 1981–.
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