Hubo una época durante la cual, Volkswagen apuntaba realmente alto. Su nivel de inversión, de desarrollo e incluso de calidad, estaban un paso delante del resto y quizá, si no hubiera ocurrido el famoso Dieselgate en 2015, todavía podrían presumir de todo eso. Es evidente que entre finales de los 90 y finales de la primera década del Siglo XI, Volkswagen era el referente con todas las marcas que formaban el grupo, sin excepción.
Fue entonces cuando, con el seor Pïech al mando, se dio forma a uno de los motores más sensacionales que se han fabricado en la historia del automóvil y sin duda, uno de los más representativos del propio Grupo Volkswagen. De hecho, ha llegado hasta nuestros días como el motor estrella de la gama Bentley, marca que ha lanzado una edición especial para despedir a un motor tan icónico y tan especial.
La primera vez que apareció el motor W12 fue dando vida al espectacular Volkswagen W12, un prototipo que durante un tiempo sirvió para que Volkswagen rompiera toda clase de récords, muchos de ellos en el anillo de Nardo, un circuito que asemeja una carretera infinita y que acabó por dar nombre al concept car. Pero si hay que elegir una creación que ha tenido al W12 como corazón, no podemos olvidar el igualmente espectacular, o puede que más, Volkswagen Golf W12, una locura que tenía del compacto el nombre y poco más y replicaba, en clave salvaje, el concepto de coche que estrenó muchos años antes el Renault 5 Turbo y que también explotó el Renault Clio V6. Esto es, un coche de tracción y motor delanteros, convertido en una bestia con motor en posición trasera central y propulsión.
Para la presentación oficial de semejante Volkswagen Golf, la marca escogió la mejor forma posible, acudir a Wörthersee, la famosa reunión GTI donde la misma marca ha presentado varias creaciones con base Golf. Además, en aquel momento, en 2007, la popularidad de los compactos deportivos estaba en pleno auge y era la mejor forma de llamar la atención de los fanáticos de los hot hatch y hacerlo de forma más llamativa posible.
Los responsables del proyecto tuvieron ocho semanas para dar forma a coche, pero tenían disponible un enorme banco de órganos a su disposición, lo que facilitaba bastante las cosas, aunque no eliminaba las complicaciones de un proyecto así. La carrocería, por ejemplo, es un trabajo totalmente ex profeso, como cabría esperar. El Golf W12 era ocho centímetros más ancho por cada lado, la altura se recortó 70 milímetros, tenía aberturas de un tamaño tal, que podía caber un brazo entero y la parte trasera es, posiblemente, una de las más espectaculares que ha lucido un Golf, con cuatro grandes salidas de escape, que asomaban por una salida de aire todavía más grande, que era totalmente necesaria para poder evacuar el calor que genera el enorme propulsor.
Colocado en posición trasera central, el W12 6.0 –5.998 centímetros cúbicos– con dos tubos, tomado directamente del Bentley Continental GT, rendía 650 CV y 750 Nm de par, las cifras más altas de las que ha presumido un Golf en toda la historia del modelo. El motor era tan grande que solo había una posibilidad para instalarlo en el chasis: ponerlo en posición trasera central. Obviamente, eso obligó a toda clase de modificaciones del chasis. Y sí, era rápido, muy rápido, aceleraba de 0 a 100 km/h en 3,7 segundos y alcazaba los 320 km/h que, por cierto, estaba limitada electrónicamente.
Efectivamente, no era un simple showcar, en un coche totalmente funcional que, además, pudieron probar diferentes medios internacionales. Volkswagen no ha vuelto a crear otro Golf tan radical, no siquiera el Golf R400 era tan radical.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.