El Caterham Seven 620R es uno de los coches más radicales de cuantos se pueden encontrar en circulación. Es el Lotus Seven llevado al extremo, pero a un extremo que, seguramente, ni siquiera Colin Chapman habría sido capaz. Y quizá por eso, el Seven 620R resulta un coche tan genial y tan apasionante, ¿o acaso un coche con apenas 550 kilos de peso, 315 CV y ausencia total de electrónica y hasta carrocería, no resulta emocionante?
Caterham era, en realidad, un distribuidor de Lotus que, cuando la marca decidió retirar del mercado al Lotus Seven, decidió comprar los derechos del modelo y seguir con su producción. Desde entonces, y hablamos ya de más de 50 años, Caterham se ha dedicado a la fabricación del Lotus Seven, de la tercera serie del modelo, con notable éxito y con una legión de seguidores.
Durante todo ese tiempo, han creado algunas versiones espectacularmente prestacionales, como el Seven 620R, pero también muy delicadas de conducir y solo recomendadas para auténticos pilotos experimentados. Básicamente, porque los Caterham Seven son coches cuyo objetivo es, únicamente, las sensaciones al volante y su concepción es totalmente a la antigua usanza, sin servos, sin asistentes… No hay coche que pueda igualar la pureza de sensaciones de un Caterham Seven.
Con esas características como premisa, pusieron el Seven 620R en circulación para celebrar el 40 aniversario de la compañía y, como cabe esperar, querían celebrarlo a lo grande, hasta el punto de crear un coche que la misma marca no recomendaría a gente sin experiencia en este tipo de coches.
El Caterham Seven 620R no es práctico, tampoco es cómodo y tampoco sigue modas como un habitáculo lleno de pantallitas. Vas sentado casi en el chasis, no tiene puertas, el parabrisas no sirve como arco antivuelco, las ruedas delanteras están fuera de la carrocería, no hay airbag, ni zonas de absorción de impactos… Es un coche creado exclusivamente para puristas, para gente amante de la simpleza, de las máximas sensaciones y de la conducción más pura, sin filtros. El coche es tan radical, que según prensa alemana, el sonido que sale del escape puede alcanzar los 100 decibelios.
Cuando se lanzó el 620R, desde Caterham se afirmó, allá por 2013, que era el coche más extremo que habían fabricado nunca y no exajeraban. El motor era un For Duratec, un 2.0 de cuatro cilindros sobrealimentado por compresor volumétrico, capaz de rendir 232 kW –315 CV– a 7.700 revoluciones, así como 297 Nm a 7.350 revoluciones. La potencia específica del motor es de 158 CV por cada 1.000 centímetros cúbicos y con 545 kilos, la relación peso-potencia es de 2,2 kilos por caballo.
Si eso no te dice nada, quizá los datos lo aclaren más. El Caterham Seven 620R es capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 2,9 segundos, los 160 km/h desde parado se alcanzan en nueve segundos y los 200 km/h en 14,8 segundos. Los 400 metros con salida parada los completa en 11,9 segundos. Es muy rápido, pero también frena igual de rápido. Desde 100 km/h hasta pararse totalmente solo necesita 33,6 metros y desde 200 km/h emplea 142,2 metros. Y como colofón, es tan rápido como un Porsche 991 Turbo –520 CV y 1.600 kilos– en el circuito alemán de Hockenheim.
Todo en el Caterham Seven 620R es muy especial. Los asientos apenas tienen mullido y se fabrican con fibra de carbono, el salpicadero también se fabrica con fibra de carbono, las llantas son de magnesio…
Si Colin Chapman volviera a estar entre nosotros, seguramente pensaría que la gente de Caterham se ha vuelto loca, aunque no dudamos que también se podría a los mandos para ver hasta donde llega un coche tan loco como el Seven 620R.
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