¿Podrías imaginar un SEAT 1500 con 105 CV? Seguro que sí, sobre todo si eres una amante del modelo, uno de los coches de producción española más carismáticos. Y si eres fanático del “Milqui”, seguro que te ha venido a la cabeza un modelo que, con la misma imagen del modelo español, presumía de semejante potencia: el FIAT 2300.
El SEAT 1500 era lo más lujoso y espectacular que había en España en la década de los 60, o al menos durante parte de ella, pues poco después, salido de Villaverde –Madrid–, apareció el Dodge Dart que Barreiros trajo a España.
Diseñado por Dante Giacossa, a quien le debemos también las formas de infinidad de modelos como el 600, el FIAT 2300 podría ser confundido con facilidad con un SEAT 1500, salvo por algunos detalles como los topes de goma en los paragolpes o los pilotos traseros. Sin embargo, el modelo italiano era mejor en todo, y además, también apareció antes que el modelo español. El FIAT 2300 se presentó en 1961 y se fabricó hasta 1968, momento en el cual, el 1500 fabricado en España, adoptaba el frontal con cuatro proyectores circulares.
El FIAT 2300 era una evolución del FIAT 2100 y desprendía un aire yankee innegable. En aquellos años, Estados Unidos demostraba su poderío económico, entre otras cosas, con automóviles de tamaño considerables y formas espectaculares, aletas enormes y pagados de cromados, animados por enormes motores V8. Una forma de entender el automóvil que también cruzó el Atlántico e influyó en muchos diseños europeos.
No obstante, donde no pudo influir, sobre todo por falta de medios y por lógicas imperantes en el mercado, fue en las motorizaciones. En Europa no tuvimos enormes motores V8 para nuestros coches, pero el FIAT 2300 presumía de un seis cilindros en línea de 2.279 centímetros cúbicos –de ahí su denominación–, que rendía, como hemos dicho al inicio, 105 CV. Era un motor con árbol de levas lateral, dos válvulas por cilindro y alimentación por carburador Weber, que podía lanzar los casi 1.300 kilos que pesaba el modelo italiano, hasta los 160 km/h.
Palabras mayores en la Europa de los 60, sobre todo cuando no se trataba de un modelo de talante deportivo y para colmo, cuando se trataba de un coche de una maca, digamos, popular. FIAT no es ni la sombra de lo que fue, pero lo que está claro es que nunca fue un fabricante de alta gama, a pesar de tener en su haber muchos modelos dignos de estar en dicha categoría.
Entre los gadgets que podía montar, y que demostraban que el FIAT 2300 no era un coche cualquiera, estaba la caja de cambios automática con tres relaciones, la dirección asistida o el aire acondicionado. Lujos que en la década de los 60 solo montaban coches de alto calado. Merece la pena destacar que, con anterioridad a la caja de cambios automática, se ofrecía un sistema de embrague automático, algo así como una caja de cambios manual robotizada, pero claro, ni de lejos tan sofisticada.
Sofisticación, lujo, imagen imponente… el FIAT 2300 representaba todo aquello que clase media de la época quería alcanzar. Distinción, que todos supieran que se ha llegado lejos en la vida, que se podía disfrutar de la máxima seguridad gracias a sus cuatro frenos de disco con servoasistencia, de suspensiones con barras estabilizadoras y un montón de cosas más que, seamos sinceros, la enorme mayoría de los usuarios ni siquiera sabía que existían, y mucho menos, conocían sus funciones.
La cuestión era la imagen que desprendía y la potencia de su motor, un coche para presumir, un coche de marqueses, y no lo decimos por decir. Hay documentos que muestran como algunos marqueses gustaban de comprar grandes coches como el FIAT 2300 –en la revista Motor Clásico 243, aparece un FIAT 2300 Lusso que fue comprado originalmente por el Marqués de Santacara, por ejemplo–. No en balde, solo ellos, los más pudientes, podían tener un coche así en la España franquista. El resto, debía conformarse con un SEAT 1500, que si bien lucía parecido, no andaba igual ni tenía el mismo equipamiento y el mismo lujo.