El Mercedes 300 SL es un icono de la excelencia automovilística, más famoso por su apelativo, “alas de gaviota”, que por otros argumentos que, por cierto, son espectaculares para un coche de los años 50. ¿Sabías que su motor tenía inyección directa de combustible? ¿Y que hubo varias unidades fabricadas con carrocería de aluminio? Su motor, un seis cilindros en línea de tres litros, generaba 215 CV, es decir, su rendimiento era como un seis cilindros de tres litros fabricado 40 años después. De hecho, si lo comparamos, por ejemplo, con los motores V6 de Citroën o Renault, veremos que resulta un propulsor todavía más potente –los Citroën Xantia V6 o Renault Laguna V6, nunca tuvieron más de 200 CV–.
Allá por la década de los 50, Mercedes estaba situada en un escalón al que pocos fabricantes podían llegar. Era uno de los representantes de la industria con mayores capacidades, podía fabricar vehículos casi únicos, capaces de funcionar durante décadas sin grandes problemas y era la referencia en cuanto a calidad, lujo y fiabilidad, sin olvidar las soluciones técnicas. La tecnología llegó después, pero a su manera, ya era un fabricante pionero en diferentes apartados.
La creación del Mercedes 300 SL dejó a todos con la boca abierta y marcó, sin lugar a dudas, un antes y un después, pero en lo que pocos llegan a caer, es que el Mercedes 300 SL todavía está entre nosotros, o mejor dicho, la descendencia del Mercedes SL ha llegado hasta nuestros días. Pero no la descendencia del alas de gaviota, sino de su hermano descapotable, el Mercedes SL Roadster. No debemos pasar por alto que las siglas SL se han mantenido en el catálogo, salvo una pequeña ausencia de unos años entre la generación R231 y la R232.
Sin embargo, es evidente que la esencia original del Mercedes SL se ha perdido por el camino y hoy día, representa el roadster de mayores prestaciones y mayor categoría de todo el catálogo de la marca, pero ya poco tiene que ver con el significado original de las siglas SL: Sport Leich, deportivo ligero en alemán. Son siglas que se estrenaron con el alas de gaviota, pero continuaron con el roadster, que tenía en el Mercedes 300 SL Roadster su representante más prestacional. De hecho, era tan prestacional que tenía el motor del alas de gaviota y por lo tanto, presumía de tener 215 CV disponibles, aunque gestionados por una caja de cambios mecánica de cuatro relaciones.
Eran finales de los años 50, las cajas de cambio de cinco marchas todavía eran cosa de coches muy, muy deportivos, o bien de máquinas de carreras. Pero aun así, el Mercedes 300 SL Roadster era capaz de completar el 0 a 100 km/h en unos ocho segundos y de completar el 0 a 400 meros en poco más de 16 segundos. Son datos más que respetables para un coche que apareció cosa de 10 años después de la Segunda Guerra Mundial.
Revistas como Road and Track, describieron al Mercedes 300 SL Roadster como una “obra maestra de la ingeniería”, no en balde, en realidad, era un 300 SL alas de gaviota pero con una carrocería descapotable. Esto significaba que escondía en su interior los mismos avances, pero al alcance de una mayor cantidad de público, siempre comparado con el alas de gaviota, pues el precio del coche era estratosférico en su época. Para muchos, es el descapotable más bello de la historia.
La creación del 300 SL Roadster se la debemos, al igual que el alas de gaviota, al señor Max Hoffman, quien tras el éxito que tenía el coupé, no dejó de pedirle a Mercedes que desarrollara una versión sin techo para el mercado norteamericano. Versión que replicaba la imagen del 300 SL Gullwing, pero con una carrocería más estilizada y ligera visualmente, pero, obviamente, sin las puertas de apertura vertical del alas de gaviota.
No obstante, el paso del alas de gaviota al roadster no fue tan sencillo como pueda parecer, aunque se debe reconocer que el diseño estaba realmente conseguido y el equilibrio de formas y de volúmenes era soberbio. El primer problema fue mantener el chasis, pero al mismo tiempo, dejar sitio para montar todo el sistema de techo retráctil y además, instalar unas puertas convencionales sin perder por ello la rigidez torsional. Esto, en parte, fue motivo de que el roadster fuera ligeramente más largo que el coupé –4,57 metros de largo frente a 4,52 metros–.
Una gran parte de los cambios se centraron en el eje trasero. Primero, se hizo espacio para montar un nuevo sistema de suspensión, así como para el maletero. Algunos de los cambios suponían un aumento del peso, pero la marca se impuso un límite máximo de 120 kilos adicionales. Además, se cambió la puesta a punto general, para evitar la tendencia al sobreviraje del alas de gaviota.
Entre las peculiaridades del Mercedes 300 SL Roadster, mencionar que la capota era de lona y de accionamiento manual, o la incorporación de frenos de disco en 1961 –de origen montaba tambores– y también se añadió un motor fabricado con aluminio, 44 kilos más ligero, pero con las mismas especificaciones que el original.
Se fabricaron un total de 1.400 unidades.