Ferrari es una de las compañías automovilísticas más famosas del mundo. Todo el mundo, independientemente de si es aficionado al automovilismo o no, conoce Ferrari y sabe que fabrica coches de altas prestaciones y muy, muy caros. Una fama que también los ha llevado a ser una de las empresas relacionadas con el automóvil, más rentables del mundo y, además, también una de las que más protegen su imagen. De hecho, son especialmente celosos con su imagen y no sería la primera vez que tienen algún roce legal, con especialistas en tuning o con aficionados que modifican sus coches en exceso o, digamos, con gustos discutibles.
Pero no siempre ha sido así, Ferrari empezó siendo la división de competición de Alfa Romeo (de ahí, que muchos alfistas digan que un Ferrari no es más que un Alfa cabreado), logrando muchos éxitos, pero después, tras unas diferencias con Wifredo Ricart, tuvo que empezar desde abajo, aunque también es cierto que Enzo Ferrari ya se había labrado un nombre en Alfa Romeo y las cosas fueron algo más fáciles. Pero solo algo, pues cabe recordar que el primer coche con el nombre de Ferrari, no apareció hasta 1947, después de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Enzo dejó la Anonima Lombarda, no pudo usar su nombre en automóviles durante cuatro años, creando primero Auto Avio Costruzioni, aparecido en 1940, una aventura truncada por la Segunda Guerra Mundial que sirvió para que Enzo pudiera crear al que hoy es el fabricante de automóviles más famoso del mundo. No obstante, merece la pena mencionar que Ferrari decía que él fabricaba y vendía motores, el resto lo regalaba porque en algún lugar había que ponerlo.
Todo comenzó un 12 de marzo de 1947
Pensar en Ferrari hoy día, significa pensar en coches técnicamente muy complejos, rápidos como el rayo y con un diseño espectacular. Coches de ensueño que tienen millones de seguidores en todo el mundo, aficionados acérrimos, que se conocen cada detalle de la marca como si fuera su propia empresa. Pero los primeros días de la marca no fueron como podría imaginarse, incluso su primer coche no es un modelo que pueda dejar con la boca abierta, aunque su palmarés no es ni mucho menos malo, más bien lo contrario. Sin embargo, aquel primer modelo de la marca también tiene momentos de tensión, pues ya entonces el señor Enzo Anselmo Ferrari hacía gala de su conocido carácter.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Auto Avio Costruzioni tuvo que amoldarse a las necesidades y pasó a fabricar piñonería para engranajes de reducción para vehículos de guerra del ejército italiano. Tras la guerra, Enzo Ferrari contaba con un equipo de 160 personas entre ingenieros y personal cualificado que, sumado al colchón económico obtenido durante la guerra, le dieron la oportunidad de ponerse manos a la obra con lo que realmente quería, fabricar motores. Además, se habían cumplido los cuatro años que debía cumplir sin usar su nombre en un automóvil. También podría usar el Cavallino Rampante como logotipo.
Por supuesto, el coche estaría animado por un motor de doce cilindros, un motor con el que estaba obsesionado, después de ver varias unidades de origen estadounidense, concretamente, se enamoró de esos propulsores tras presenciar en vivo un Packard Twin Six en 1916. Ese fue el motivo por el que todos los Ferrari empleaban motores V12, hasta la llegada del Dino 206 GT en 1967 o si queremos ser 100% veraces (el Dino, en realidad, no es un Ferrari), hasta la aparición del Ferrari 308 GTB de la década de los 70.
Bajo la denominación de Ferrari 125 S, el primer Ferrari de la historia salió de la fábrica el 12 de marzo de 1947 con Enzo a los mandos. Pero no salió como todos podemos esperar, Enzo Ferrari salió a probar un bastidor rodante, es decir, básicamente el coche sin carrocería, para comprobar que todo funcionara correctamente. Se dio un paseo por los alrededores de Maranello, recorriendo los primeros metros de una historia que ha llegado hasta nuestros días.
Colombo, Busso, Bazzi… artífices del primer Ferrari
El Ferrari 125 S era un coche que se podría considerar raro, tanto por sus características como por su finalidad. En aquellos años, era raro que un automóvil europeo montara un motor V12 y que, además, sirviera tanto para rodar por vías públicas como para competir al mismo tiempo. Era un automóvil con el que ibas al circuito, competías y volvías a casa en el mismo coche.
Su diseño fue obra de Gioachino Colombo, que contó con la ayuda de Giuseppe Busso y Luigi Bazzi. No obstante, y como hemos comentado anteriormente, Enzo Ferrari tuvo una discusión con Colombo, quien regresó a las filas de Alfa Romeo, dejando a Ferrari sin su principal ingeniero. Aunque gracias a eso, Aurelio Lampredi entró en la órbita de Ferrari, creando algunos de los motores más famosos de la firma del Cavallino.
El Ferrari 125 S contaba con un chasis fabricado con tubos ovalados que fue construido por Gilco, con suspensiones de brazos oscilantes de longitud desigual, ballestas transversales y amortiguadores hidráulicos delante, mientras que atrás tenía un eje vivo, muelles semielípticos, amortiguadores hidráulicos y barra estabilizadora. Respecto al motor, era un V12 de 1.496,77 centímetros cúbicos (cilindrada unitaria de 124,73 centímetros cúbicos, de ahí su denominación), con 118 CV a 6.800 revoluciones (potencia específica de 79 CV por litro de cilindrada) y caja de cambios manual de cinco relaciones. Era un coche pequeño, muy pequeño según los estándares actuales. Tenía una batalla de 2.420 milímetros, con vías de 1.240 milímetros en ambos ejes y pesaba solamente 650 kilos, pudiendo alcanzar los 210 km/h.
Su debut fue el 11 de mayo de 1947 en el circuito de Piacenza pilotado por Franco Cortese. Una carrera que no pudo terminar por culpa de una avería en la bomba de combustible, aunque Ferrari lo definió como “un fracaso prometedor”. Sin embargo, durante los siguientes cuatro meses, el Ferrari 125 S volvió a pista en 13 ocasiones, ganado 6 de sus participaciones.
No queda ninguna unidad original del 125 S. Solo se fabricaron dos, el mismo Ferrari 125 S y el Ferrari 166 Spyder Corsa, que básicamente era un 125 S con otra carrocería que, por cierto, no estuvo exento de polémica, otra cosa que ha acompañado a Ferrari durante muchas ocasiones. La unidad que actualmente está en el museo de la marca, es una réplica que la propia Ferrari fabricó, empleando los planos originales de la época.
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