Cuando hablamos de Lamborghini, a todos nos viene a la mente una línea de perfil muy afilada, anchas caderas y agresividad en cada centímetro de la carrocería. Es la única firma automovilística que sigue haciendo uso del famoso “Wedge Design”, o al menos, un lenguaje de diseño muy próximo a él. Pero Lamborghini no siempre fue así, sus diseños, en los inicios, fueron menos agresivos y provocativos.
Por ejemplo, el primer Lamborghini, el 350 GT, es un Gran Turismo puro y duro de los años 60, sin la agresividad actual. Era elegante, era equilibrado y por supuesto, era rápido. Se presentó en el Salón del Automóvil de Turín de 1963, sí, el mismo año en el que se presentó el Porsche 901, el que acabaría siendo el más que mítico e intocable Porsche 911.
El primer Lamborghini, el 350 GT, es un Gran Turismo puro y duro de los años 60
Todos conocemos el nacimiento de la división de turismos de Lamborghini, el fabricante de tractores que conducía Ferrari y que, como muchos otros, acabó teniendo un encontronazo con el señor Enzo Anselmo Giuseppe Maria Ferrari, más conocido como Enzo Ferrari, creador de la que es hoy, la marca de coches más rentable de la historia. Y una de las más importantes a nivel mundial. Pero no vamos a caer en la repetición, aunque no está de más recordar cuál fue la chispa que prendió la llama.
“Si Ferrari no me hubiera asestado esa mezquindad un día en el que yo me quejaba por enésima vez de los insolubles problemas de embrague de mi propio Ferrari, quizás nunca hubiera construido yo mis Lamborghinis” – Ferruccio Lamborghini
El Lamborghini 350 GT está muy lejos de lo que hoy entendemos como un “Lambo”. El diseño, salido de la mente de Franco Scaglione (jefe de estilo de Bertone entre 1950 y 1959) ofrecía un perfil con una cabina retrasada y un morro largo, un estilo que se usaba muy a menudo en aquellos años, con una línea de cintura paralela al suelo, grandes ventanales laterales y una simpleza general en el diseño que contrasta enormemente con cualquier modelo actual. Es elegante, pero no hay una agresividad palpable como la que hay ahora.
Bajo el capó, eso sí, había un V12 de 3.464 centímetros cúbicos, con la V en ángulo de 60 grados y colocado delante (desde el LM002, Lamborghini no ha vuelto a usar esta disposición hasta la llegada del Urus). Rendía 360 CV SAE a 8.000 rpm y fue obra de Bizzarini, ingeniero que trabajó para Ferrari hasta 1961 y fue uno de los responsables del Ferrari 250 GTO. Pero era un motor muy agresivo, muy de carreras, así que Dallara lo civilizó un poco cambiando la carburación y modificando el diagrama de distribución hasta dejar la cifra en 270 CV DIN a 6.500 rpm. Mucho más usable y además, mucho más fiable.
No era lento, ni mucho menos, pues completaba en sprint en 6,8 segundos y podía llegar hasta los 250 km/h. Cifras que un compacto deportivo puede ofrecer con facilidad, pero estamos hablando de un coche de la década de los 60 y, por supuesto, ningún compacto actual, por muy racing que sea, podrá ofrecer un diseño como el que tiene el Lamborghini 350 GT. Y no hablemos ya del valor histórico.
Como curiosidad, a España llegaron dos Lamborghini 350 GT en 1966. Uno fue a parar a Madrid y el otro, a Navarra.
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