Ferrari es, posiblemente, la marca de coches más famosa del mundo. Todo el mundo sabe que un Ferrari es un coche deportivo, muy rápido y muy, muy caro, y no importa si te gustan los coches o si eres un neófito en el tema o directamente, ves el coche como una simple herramienta. Ferrari es conocida en todo el mundo sin importar los gustos personales de cada uno. Y eso no es algo que se haya logrado ahora, ni mucho menos, viene de lejos, de años de trabajo, de victorias en competición, de coches “de calle” que han sorprendido a propios y extraños.
Lo más curioso de esto, es que no tardó mucho en ganarse una imagen muy respetable en todo el mundo. Ferrari se fundó a finales de 1940 y en la década de los 50, ya era un fabricante de prestigio, habiendo ganado muchas competiciones y siendo objeto de deseo de muchos adineraros compradores, porque Ferrari siempre ha sido un fabricante de coches exclusivos. Un ejemplo claro de lo que decimos, es Bob Wilke, empresario norteamericano (de Milwaukee, Wisconsin), propietario de Leader Card, una empresa dedicada al papel y cartón (fabricaba sobres, tarjetas, embalajes de alta calidad…), muy aficionado al automovilismo. Tenía en su haber una gran flota de coches de muy alta gama y además, fue patrocinador durante más de 15 años de los Leader Card Special, ganadores de la Indy 500 (aquí puedes visitar su página web oficial: http://www.leadercardracers.com/).
Bob, en su colección personal de coches de alta gama, contaba con nada menos que cinco Ferraris, los cuales, habían sido compradores entre 1951 y 1955. Pero no eran modelos de Ferrari “estándar”, eran peticiones especiales. Tenía un Ferrari 212 Export amarillo y azul oscuro, un 212 Inter negro y verde oscuro y un 375 America rojo oscuro y plata, todos ellos fabricados por Vignale. También tenía un Ferrari 375 Mille Miglia igualmente pintado en dos tonos, salmón y antracita, en este caso fabricado por Ghia.
Destinado a Estados Unidos
La última unidad que tenía en su colección es, posiblemente, la más rara y única de cuantas se fabricaron en aquellos, y también actualmente, pues está considerado como el Ferrari más americano de todos y nunca más se volvió a realizar un diseño similar. Se trata del Ferrari 410 Superamerica Ghia, un automóvil que no cuadra con lo que se entiende por un Ferrari de los años 50, ni por un Ferrari tal y como entendemos un Ferrari a día de hoy.
El encargo de Bob se llevó a cabo cuando Ghia estaba acabando el 375 Mille Miglia, pero se comenzó a trabajar un poco más tarde, porque el Ferrari 410 Superamerica que se tomaría como base, todavía no había salido al mercado. El señor Wilke realizó el pedido en marzo de 1955 y participó activamente en el diseño, llevando a cabo varios viajes a Italia durante el proceso de construcción, el cual, duró todo un año. El resultado fue llamativo, con una personalidad muy marcada y según los gustos de quien lo mire, horrendo o “poco Ferrari”.
Por aquellos años, Estados Unidos era un mercado donde los diseños de los coches, y de casi todo, estaba muy influenciado por la aeronáutica y por los viajes al espacio, algo que tomaría todavía más peso cuando el ser humano logró llegar a la Luna. Fue una época dominada por enormes aletas traseras, coches muy recargados de cromados e interiores que también se inspiraban en los viajes al espacio. Diseño que nunca había tenido un Ferrari hasta la llegada del 410 Superamerica, un coche que había sido concebido para el mercado yankee y que fue presentado en el Salón de Bruselas de 1955. Anteriormente, en el Salón de París del mismo año, se presentó el bastidor rodante del 410 Superamerica, que fue vestido por Pininfarina para el salón de Bruselas.
Como solía pasar en aquellos años, otros especialistas como Ghia, también comenzaron a desarrollar sus propios diseños para el Ferrari 410 Superamerica y fueron estos, Ghia, quienes dieron a conocer el diseño más nortemaricano de todos, con unas aletas traseras elevadas y un perfil que recodaba a un submarino, logrando llamar la atención de muchos usuarios, aunque se fabricaron muy pocas unidades de 410 Superamerica.
Quizá, el Ferrari menos Ferrari de la historia
La unidad de Bob tomaba ese nuevo chasis rodante destinado a Estados Unidos, sobre la que se instaló una espectacular carrocería que acabó siendo única. No se hicieron más unidades como esta. Aquel chasis contaba con especificaciones pensadas para los gustos estadounidenses, con una distancia entre ejes de 2.800 milímetros. Partía del Ferrari 375, que contaba con un chasis tubular de acero con suspensiones independientes (horquillas con brazos de longitud desigual). Los frenos era de tambor y las llantas era unas Borrani con 16 pulgadas.
Tenía un frontal muy chato, con una enorme calandra que dominaba toda la imagen visto desde delante, con dos pequeños faros circulares a los lados y dos grandes bigotes cromados a modo de paragolpes. El flanco estaba redondeado y tenía las ruedas levemente carenadas, adornado con un gran listón cromado que iba desde el frente hasta la trasera, donde aparecían dos enormes aletas que apuntaban al cielo, donde se colocaban los pilotos apilados uno encima del otro. Era el Ferrari menos Ferrari de todos los tiempos, y todavía hoy sigue siéndolo.
En el habitáculo también se respiraba un ambiente puramente yankee, con una tapicería de cuero blanco y negro que abarcaba asientos y paneles de puertas. El tablero tenía una sección central elevada y hasta diez indicadores personalizados. El volante era de gran diámetro, también con muchos elementos cromados, como un aro interior para el claxón.
La mecánica del Ferrar 410 Superamerica era el V12 a 60 grados diseñado por Aurelio Lampredi y fabricado totalmente con aleación, cuyo cubicaje se había aumentado hasta casi los cinco litros para ser usado en el Ferrari 375 Plus ganador de las 24 Horas de Le Mans en 1954. Había variaciones al respecto, obviamente. Por ejemplo, la cilindrada era de 4.962 centímetros cúbicos (en el 375 Plus era de 4.954 centímetros cúbicos) al cambiar los pistones por unos más grandes, así como al instalar un cigüeñal con más carrera (88 x 68 milímetros para diámetro y carrera respectivamente, frente a 84 x 74,5 milímetros). La lubricación era por cárter húmedo y la alimentación corría a cargo de unos Weber 40 DCF (Weber 46 DCF en el 375 Plus). La relación de compresión también bajó de 9,2 a 8,5: 1. Con esto se logró un motor que rendía 340 CV a 6.000 revoluciones y 421 Nm de par a 5.000 revoluciones.
Sin embargo, el 410 Superamerica Ghia de Bob Wilke recibió algunos cambios. El motor tenía 200 centímetros cúbicos adicionales (hasta los 5.162 centímetros cúbicos), una ganancia que, según se dice, le permitieron rondar los 365 CV, aunque nunca se publicó la cifra de potencia. Los frenos, por su parte, pasaron a tener discos en el eje delantero.
Bob Wilke recogió su especial Ferrari en Nueva York, en las instalaciones del importador de Ferrari para Estados Unidos en aquellos años, Luigi Chinetti. Se lo llevó a su casa, en Milwaukee, y lo tuvo en su poder hasta que falleció en 1970.
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