A medida que pasa el tiempo, la marca alemana se reinventa. Presenta coches más grandes, con más potencia, más agresivos… Pero si hay algo en lo que aun no ha conseguido superarse a sí misma es en ligereza, concretamente desde la década de los 60, con el Porsche 909 Bergspyder.
Este vehículo, nacido en 1968, fue única y exclusivamente creado para competir en subidas. Se trata de una de las disciplinas menos conocidas dentro del mundo del motor, en la que los coches ascienden por una carretera, normalmente de montaña, con el objetivo de hacerlo en el menor tiempo posible. En dichas pruebas se ven coches radicales y extremos, como es el caso del 909 Bergspyder. En la historia de las carreras de montaña hay grandes nombres como: Mont Ventoux, Pikes Peak, La Turbie, Rossfeld, Ollon-Villars, Klausenpass, Großglockner… Siendo la segunda de éstas, en Estados Unidos, una de las más míticas.
Los precedentes de Porsche en la montaña
A pesar de que hoy en día Porsche es más conocido por competir en DTM o Le Mans, en la década de los 50 y 60, cuando las subidas estaban muy de moda, la marca alemana devoraba las carreteras de montaña. El primer título, Campeonato de Europa de Montaña de 1959, llegaría a manos de Wolfgang von Trips, con un 718 RSK Spyder. Los de Stuttgart dominaron con “mano de hierro” los siguientes años en prácticamente todas las categorías (deportivos, GT, turismo y hasta de serie).
En aquella época, en la que Porsche prácticamente no bajaba de podio de las subidas, Gerhard Mitter era su más fiel escudero. Ganó tres campeonatos a bordo del 910, que tenía 270 caballos de potencia y 400 kilos de peso.
Nace el 909 Bergspyder
Tras el 910, jubilado en 1968, apareció el 908 coupé. Unos meses después su llegada, nació el último Porsche preparado exclusivamente para las carreras de montaña. Este era el 909 Bergspyder.
La “araña de montaña”, así es su significado en español, fue creada como respuesta a Ferrari, que iba producir uno de los coches más rápidos de la historia, en aquella época, el 212E. Ferdinand Pïech, con el precedente del 910 y 906, decidió “dar a luz” a uno de los vehículos más ligeros jamás creados. Con 375 kilogramos vacío, pesa la mitad que un F1 actual o menos que alguna moto grande, como una Harley-Davidson. Mide 3,44 metros de largo y 71 centímetros de alto. En su interior, un motor de Fórmula 1, un bóxer de ocho cilindros refrigerado por aire con 275 caballos de fuerza, cárter seco, inyección Bosch, dos válvulas por cilindro y dos árboles de levas en la culata, con una caja manual de cinco velocidades.
Una de las cosas mas interesantes del vehículo, a parte de su peso/potencia y tamaño, era el depósito. Hecho de titanio, tenía forma esférica y contenía nitrógeno en lugar del aire habitual y combustible suficiente para un ascenso (de quince a veinte litros), que se inyectaba en el motor a alta presión. La solución no terminó de convencer a los diseñadores y, tras los problemas para mantener la presión adecuada después de sólo dos subidas, terminaron introduciendo una bomba de combustible tradicional.
A pesar de la novedad y las cualidades, nunca antes vistas, del vehículo, Mitter no terminó de adaptarse, de hecho, ni terminó la temporada. El 909 compitió y subió al podio, pero nunca consiguió una victoria.
Como dijo Baltasar Gracián; lo bueno, si breve, dos veces bueno. Nunca mejor dicho, puesto que el 909 Bregspyder soló corrió dos veces y sólo se construyeron dos unidades, la 001, en paradero desconocido y la 002, que se encuentra en el museo de la fábrica de Porsche.
Tras él, llegaría el 908/03 Spyder, que, a diferencia de su hermano, este sí que era un ganador. Dominó la Targa Florio y los 1.000 km de Nürburgring. Un coche “duro de roer” que dio guerra hasta 1980.
El intento fallido de un nuevo Bergspyder
Ahora, viendo que el diseño 909 Bergspyder sorprendió en su época, ¿porqué no intentar hacer una reedición? Se hizo, sí, pero nunca salió a la luz. El prototipo del Porsche 981 Bergspyder fue presentado en 2015. Una creación nuevamente novedosa de un modelo con historia, pero que no llegó a cuajar. Se quedó, desgraciadamente, en un diseño mas del 718 Boxter.
No tenía techo, tampoco parabrisas y contaba una puerta y un asiento. Un vehículo radical que traía algunas líneas que recordaban al 918 Spyder. La esencia del modelo, la ligereza, seguía presente con 1.099 kilogramos de peso. Contaba con un motor bóxer atmosférico de seis cilindros y 3.8 litros, que rendía 393 caballos. El cero a cien lo hacía en poco más de cuatro segundos y una vuelta a Nürburgring en 7 minutos y 30 segundos.
Desgraciadamente, un coche de esas características era muy difícil de homologar, por lo que la marca alemana nunca lo llegó a producir. Se quedó en un one-off que ahora se exhibe en el museo de Porsche, como su hermano mayor, el 909 Bergspyder.
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