La compañía AC Cars es conocida por los pequeños roadster de talante deportivo que fabricó en décadas pasadas y por haber sido la base sobre la que Shelby, allá por los 60, creó el bestial Shelby Cobra, tomando un AC Ace y poniéndole un motor de origen americano, en lugar del pequeño cuatro cilindros que usaba el modelo inglés. Sin embargo, AC Cars tiene una larga historia en el mundo del automóvil, con algunos modelos muy interesantes. No en balde, la firma se fundó en el año 1900, cuando se asociaron un ingeniero llamado John Wller y un carnicero, que se pasó a negociante, llamado John Portwine. El nombre original de la empresa era Autocars and Accesories, aunque pronto cambió a Autocarriers en 1907 y luego, en 1922, a A.C. Cars Ltd en 1922, el nombre que ha perdurado hasta el momento.
Como se puede apreciar, AC Cars tiene más de 100 años, aunque para muchos sea una firma totalmente desconocida. Es, en cierta forma, como TVR, una marca que conocen los mayores fanáticos de los coches y los amantes de los automóviles británicos, siempre rodeados, como los italianos, de un aura especial. Una imagen que se ha mantenido hasta el día de hoy por la mayor cultura automovilística de ambos países, todo sea dicho.
La aparición de Shelby les hizo una gran publicidad, otorgando unos buenos ingresos (los coches los fabricaba AC en Reino Unido y luego se enviaban a Estados Unidos para que Shelby los modificara) y una imagen mundial que no tenía hasta ese momento. Eso les dio alas, pero pecaron de ingenuos y de tener objetivos demasiado grandes. Primero se adentraron en el segmento de los GT con el AC 428, que no les fue tan mal, pero es evidente que necesitaban cambiar el estilo de la empresa para poder ser rentables en un segmento como ese, así que, en lugar de cambiar toda la forma de trabajar de la compañía, buscaron otro tipo de automóvil que les sirviera para seguir en el negocio de forma rentable.
Peter Bohanna, la mente creadora
Mientras tanto, un ingeniero automotriz llamado Peter Bohanna, un tipo bastante importante en las carreras en la década de los 60, al haber trabajado, entre otras cosas, en el proyecto del Ford GT40 y luego en el Lola T70, inició su propio proyecto sobre un automóvil deportivo con motor central. Para entonces ya había conocido a Robin Stables, con quien había hecho amistad en sus años trabajando en Lola y con quien fundó la empresa Bohanna Stables. Dos apasionados del automóvil deportivo, trabajando juntos, lograrían grandes resultados, o eso pensaron. Y en un primer momento, así fue, pues no tardaron mucho en encontrar un contrato para la fabricación de ese deportivo de motor central que habían diseñado. Fue el rico aristócrata Piers Weld-Forester quien se interesó por el proyecto, pero al final, nunca se llegó a convertir en realidad.
Con todo el trabajo hecho, pero con las posibilidades de llevarlo a producción por los suelos, ambos ingenieros acudieron a diferentes empresas para presentar la idea. TVR no se interesó por el coche y AC Cars, en principio, tampoco. Hubo que esperar varios años para encontrar un interesado y para ello, hubo que fabricar un prototipo y presentarlo en Racing Car Show de Londres con el nombre de Diablo. Allí, un empleado de AC, Keith Judd, encontró el coche y se convenció a sí mismo, de que era lo que AC Cars necesitaba, aunque, curiosamente, se había rechazo el proyecto en una ocasión anterior. Hablo con Bahanna y Stables y recibió el permiso para llevar el prototipo a las instalaciones de AC Cars, convenciendo al propietario de la marca, Derek Hurlock, para que adquiriera los derechos del coche, cosa que finamente hizo.
El coche era bastante avanzado para la época, con un chasis de chapa de acero plegada y jaula antivuelco integrada, con dos chasis auxiliares para suspensión y propulsor. La suspensión era independiente en ambos ejes de paralelogramo con brazos en forma de A y geometría anti-hundimiento. Los frenos los suministró Girling y las llantas era obra de Wolfrace.
Problemas con el chasis y pocas ventas
Durante los trabajos de desarrollo, se buscó el motor que mejor se adaptara al conjunto, probando diferentes opciones. El motor iba colocado en posición trasera central, justo detrás del habitáculo, el cual, finalmente, fue un bloque Ford V8 Essex 3.0 con 138 CV, acoplado a un cambio manual de cinco relaciones con engranaje Hewland. El peso total del conjunto apenas superaba los 1.000 kilos, gracias a una carrocería de fibra de vidrio.
El coche, el cual se acabó llamando AC 3000ME, era muy prometedor. Estéticamente, lucía espectacular, con unas líneas deportivas y muy equilibradas, que en combinación con sus contenidas dimensiones, transmitían velocidad y deportividad. Era un trabajo muy acertado, al que no hacían justicia los voluntariosos, pero justos, 138 CV de su motor Ford. Por eso, en AC se tenía la intención de lanzar al mercado diferentes versiones, incluyendo una turboalimentada, que superó los 300 CV al emplear dos turbos gemelos, pistones Cosworth, carburadores Weber e inyección de agua. Por desgracia, nunca llegó a producción y se quedó en un simple proyecto del que se hicieron algunos prototipos que, por cierto, son muy buscados por los seguidores de AC Cars.
Ya estaba todo listo para iniciar la producción del modelo, cuando comenzaron los problemas. En los test de impacto, se demostró que el chasis era nefasto y necesitaba ser replanteado y reforzado, retrasando la puesta en marcha de la producción. Cuando se comenzó a fabricar, el Lotus Esprit ya había salido a la venta y le puso las cosas muy difíciles al AC 3000ME, que, además, tenía un precio bastante elevado tras el rediseño del chasis para poder superar las pruebas de choque.
La producción del AC 3000ME cesó en 1984, después de que salieran 80 ejemplares de las instalaciones de Thames Ditton. Casi al mismo tiempo, la empresa fue vendida a David McDonald, quien se la llevó a Scotland junto con los derechos para fabricar el AC 3000ME en una nueva fábrica en Hillintong, Glasgow. El plan eran fabricar 40 coches a la semana, pero nunca se llegó a cumplir con los objetivos, fabricando, en total, únicamente 30 ejemplares.
Motor Alfa Romeo y algunos rumores interesantes
Para poner de nuevo en producción el AC 3000ME, la empresa contrató al ex ingeniero de producción de BRM, Aubrey Woods, con la intención de que desarrollara una segunda versión del modelo, que acabaría montando un nuevo tres de rodaje revisado y un motor de origen Alfa Romeo, más potente y refinado que el V6 de Ford. De hecho, se escogió nada menos que el V6 Busso de 2.5 litros, con bloques y culatas de aleación y unas posibilidades de regulación y puesta a punto más amplias que el Ford. Sin embargo, el AC 3000ME MKII nunca estuvo listo para producción y en 1985 se detuvo la actividad de la empresa.
Una lástima que un coche tan interesante nunca llegara a tener una buena historia, pero al menos, hay algunos informes de ideas que se estuvieron barajando en su momento. Por ejemplo, Shelby, llegó a modificar el AC 3000ME al cual llamó Shelby ME 2.2 Turbo. Entre otras cosas, primero instaló un propulsor Chrysler 2.2 de aspiración natural, pero pronto se cambió por un G-24 Turbo, mientras que la carrocería fue revisada por la empresa Metalcrafters. Iacocca y su equipo decidieron no poner el modelo en producción, usando finalmente el prototipo para trabajos de desarrollo antes de vendérselo a un coleccionista privado.
Por otra parte, Ford también mostró interés por el modelo, concretamente Karl Ludvingsen, vicepresidente de la división europea de la marca. Por entonces se estaba discutiendo las opciones para reemplazar al Escort MKII en rallies y tras hablar con Bob Lutz, presidente de Ford Europa, y con Filippo Sapino, responsable de Ghia, acordaron que el coche tenía las características perfectas. AC suministro una unidad completa y un chasis rodante (un bastidor completo: motor-transmisión, suspensiones, dirección, frenos…)- El coche se modificó ampliamente y se renombró como AC Ghia y se mostró en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1981. Sin embargo, nunca pasó de ser un proyecto interesante, porque Ford ya había decidido participar en el Mundial de Rallies con la tercera generación del Ford Escort.
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