Alfa Romeo tiene más de 100 años, más de un siglo de historia que comenzó como la «Anonima Lombarda Fabbrica Automobili“, con una clara vocación deportiva. Desde entonces hasta ahora, la marca ha cambiado mucho y ciertos logros que se obtuvieron hace décadas, casi han quedado olvidados. Durante algunos años, problemas económicos provocaron que la fiabilidad de los coches de Alfa Romeo no fuera precisamente la más ejemplar, aunque eso cambió en la década de los 90, con algunos lanzamientos como los Alfa Romeo 147 y Alfa Romeo 156. Dos coches que lograron calar entre los conductores y permitieran cambiar la imagen de la marca, o al menos sentar las bases para una recuperación que, por diferentes motivos, se tiró por tierra con la siguiente generación de modelos.
Ahora parece que han encontrado el camino de la recuperación «de verdad” con el lanzamiento del Alfa Tonale, cuya acogida en el mercado ha sido bastante buena. El siguiente movimiento pasa por poner otro SUV en el mercado, un coche para el supercompetido segmento B, que acapara una gran cantidad de ventas a nivel europeo. Es decir, la firma italiana apuesta por hacer caja, por ofrecer productos allá donde más ventas se computan a final de año y lo hacen con mucha lógica; es imprescindible llenar las arcas para poder trabajar con la tranquilidad suficiente, y después, cuando todo esté controlado y estabilizado, llegarán modelos más interesantes.
Sin embargo, la innovación y la competición quedarán, de momento a un lado, de hecho, la firma abandonó la Fórmula 1 nuevamente, a pesar de ser un campeonato donde Alfa Romero ha hecho historia, no olvidemos que fue Alfa Romeo quien se llevó el primer título de la historia de Fórmula 1 en 1950. Y eso si centramos nuestra atención solo en la llamada «Categoría Reina”, si miramos más atrás en el tiempo, podremos comprobar que antes incluso de añadir el nombre de «Romeo” a su denominación – ocurrió en 1915, cuando la Anónima Lombarda se fusionó con la Sociedad Ing. Nicola Romeo e Co.–.
De hecho, justo un año antes de aquello, en 1914, la todavía conocida como ALFA, ponía en liza el 40/60 GP, el primer automóvil de la compañía diseñado exclusivamente para competir en los Grand Prix, la que, por entonces, era la categoría más importante a nivel internacional. Una obra del famoso ingeniero Giuseppe Merosi, cuyo desarrollo comenzó en 1913 en base a unas nuevas reglas que se pondrían en práctica justamente en 1914. Esa normativa dictaba que los motores atmosféricas no podrían superar los 4,5 litros, el peso debía estar comprendido entre los 800 y los 1.000 kilos y cada fabricante solo podría construir cinco unidades.
Por entonces, ALFA era un fabricante que estaba a la vanguardia, una firma que era referencia para la competencia con creaciones como el ALFA 40/60 HP, un coche que revolucionó la industria con su aparición en 1913. Como ejemplo, Merosi centró sus esfuerzos, y los de su equipo, en ofrecer un auténtico deportivo «de calle», con tecnología de competición con un motor de 6.082 centímetros cúbicos y 70 CV, que lo lanzaban hasta los 125 km/h, una velocidad espectacular en aquel momento. De hecho, sobre esa base, se creó una versión de competición denominada Corsa, que podía rozar los 140 km/h.
Ese coche, el Alfa 40/60 HP, fue el punto de partida para el desarrollo del Grand Prix. Durante el desarrollo se incorporaron algunas innovaciones como la primera culata con doble árbol de levas y válvulas a 90 grados, así como las dos bujías por cilindro, tecnología que fue sueño de identidad de la marca durante mucho tiempo – los Twin Spark eran precisamente eso, motores con dos bujías por cilindro–. El resultado fue un coche puramente de competición con un peso de 1.050 kilos y un motor capaz de rendir 88 CV a 2.950 revoluciones, capaz de rodar a 150 km/h.
Sorprendentemente, el Alfa Romeo 40/60 Grand Prix no llegó a estar presente en el Grand Prix de Francia, básicamente, porque la marca se centró en los preparativos necesarios para la Targa Florio, una de las carreras más prestigiosas de Italia, y ya sabemos como somos todos con las pruebas y los éxitos patrios, ¿verdad? Además, por entonces ya se gestaba lo que sería la Primera Guerra Mundial tras el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria e Italia no estaba en una posición privilegiada, lo que, políticamente, también limitó las opciones de Alfa Romeo.
Así, estalló la guerra y como toda fábrica en estado de guerra, dejó de fabricar coches para fabricar vehículos y armamento militar. No obstante, como en toda guerra, hubo que esconder cosas, como el 40/60 Grand Prix, que se ocultó en una Farmacia de Milán hasta después de la contienda.
Cuándo acabó la guerra, Nicola Romeo había tomado posesión del control de la compañía y con intención de volver a competir, encargó a Merosi que recuperara el Alfa 40/60 Grand Prix en lugar de crear un nuevo automóvil. Ahora, rebautizado como Alfa Romeo Grand Prix, con algunos ajustes necesarios tras mucho tiempo parado, y tras algunas modificaciones como el uso de aluminio y elektron, se logró aumentar la potencia hasta los 102 CV y se llegó a alcanzar los 150 km/h. Sin embargo, los resultados en competición fueron muy discretos y en 1922 se abandonó el proyecto.
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