El arte se define como la actividad en la que el hombre crea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas, valiéndose de la materia, la imagen o el sonido.
Cuando hablamos de arte, a todos se nos viene a la mente obras que pueden encontrarse, por ejemplo, en el Museo del Prado, o también sinfonías que compusieron personajes como Mozart o Vivaldi. Arte. Algo bello, fuera de lo normal o, por lo general, superior a creaciones semejantes, ya sean pinturas, composiciones musicales o esculturas.
Pero… ¿Qué es la belleza? Una obra de arte es, teóricamente, algo bello, ¿verdad? Pues bien, ¿Qué define la belleza? ¿Qué se necesita para que algo sea reconocido como “bello”?. Como muchas otras cosas, todo depende de los gustos de cada persona. La belleza es algo abstracto, intangible y completamente subjetivo. Pero eso, se dan casos donde algo que a una persona le pueda parecer lo más bonito del mundo, a otra quizá le parezca lo más feo que ha visto nunca.
El Alfa Romeo SZ, porque todo esto va de este peculiar automóvil, provoca reacciones encontradas
Así, por tanto, ¿Qué es la belleza? ¿Todo el arte es bonito? Un cuadro de Picasso es un trabajo extraño y que no gusta a todo el mundo, pero está considerado arte. ¿Por qué? ¿Solo porque es un cuadro? ¿Se podría considerar arte algo como una máquina? Si la máquina es bonita o esconde algo especial, debería poder considerarse arte, ¿no? Existen automóviles por los que se pagan más dinero que por un cuadro de Velázquez, aunque también es cierto que nunca se pagará lo que se ha llegado a pagar por algunos de los cuadros más caros de la historia (el más caro supera los 400 millones de dólares…)
«il Mostro», ¿una obra de arte incomprendida?
Trasladando la idea de arte al automóvil, podemos encontrar auténticas obras que merecen ser consideradas arte: el Jaguar E-Type, el Ferrari 250 GTO, el Packard Twelve Coupé, Mercedes 500K… coches ensueño cuya diseño está un paso por encima, o puede que dos o tres, de cualquier otro vehículo que se les pueda comparar. Son creaciones del hombre con una clara finalidad estética y de formas bellas. Por tanto, ¿Se pueden considerar arte?.
Si un automóvil se puede considerar arte y un cuadro de Picasso es una de las mejores obras de arte que alguien puede comprar (se han llegado a pagar por un Picasso más de 150 millones de dólares), no cabe duda que podemos incluir en la lista de obras de arte al Alfa Romeo SZ. Si, esto va del Sprint Zagato, un coche apodado “Il Mostro” pero que tiene más seguidores que detractores y que representa, claramente, algo fuera de lo normal, tanto por sus formas como por sus soluciones y su fabricación. Y no podemos pasar por alto tampoco la época en la que fue concebido, pues la firma de Arese no estaba en su mejor momento, precisamente.
El Alfa Romeo SZ, porque todo esto va de este peculiar automóvil, provoca reacciones encontradas. No es un Alfa al uso, no cuenta con sus sensuales curvas, ni con típico equilibrio estético y de dimensiones que tienen los coches de Arese, es una mezcla de líneas rectas, paneles que no encajan a la perfección entre sí, una zona trasera completamente maciza, un rectángulo con una franja que esconde los pilotos y atraviesa la zaga de lado a lado… y quizá por eso es tan especial, tan único. Es un Alfa Romeo muy discordante, pero sin duda, con alma.
¿Un coche incomprendido? No, no es eso. Como veníamos diciendo cuando hemos hablado del arte, todo depende de los ojos de quien mira y puede gustar o puede resultar horripilante, pero no deja indiferente a nadie. No hay medias tintas con este coche y hoy día es una cualidad que pocos automóviles tienen. Pero tampoco se puede negar que, en realidad, este coche fue un error garrafal, uno de esos magníficos errores como, por ejemplo, aquella Honda NR 750 de pistones ovales (¡como suena esa moto!).
Plataforma, motor y cambio del Alfa Romeo 75 América
La aparición del Alfa Romeo SZ tenía un objetivo ambicioso, pero deseable, se quería recuperar y revitalizar la imagen de marca, ofreciendo un coche deportivo en tirada limitada, con características muy especiales, de forma que pasara a formar parte la nutrida historia de la Anonima Lombarda. Por una parte, está claro que se logró el objetivo, aquí estamos hablando de un coche que resultó ser tremendamente especial, pero por otro, la imagen de marca no pudo nutrirse como se esperaba.
Alfa Romeo había pasado a estar bajo control de FIAT en 1986 y en 1987 puso como responsable de producto a Vittorio Ghidella, quien puso en marcha en mencionado proyecto para revitalizar la imagen de Alfa. Por aquellos años, al igual que ocurre actualmente, la firma italiana pasaba por un mal momento, los Alfa Romeo 33 y Alfa Romeo 75 no lograron otra cosa que no fuera hundir todavía más la maltrecha imagen de marca de Alfa. Eran coches bonitos, con el espíritu de Alfa Romeo, pero las calidades eran nefastas y los problemas constantes.
Ghidella quiso demostrar que solo era un tropiezo, que el futuro de la marca sería mucho mejor, más fuerte y 100% deportivo, pero el dinero escaseaba y los futuros modelos de la marca iban a ser todos tracción delantera (plataforma FIAT…). Así que echaron mano de los que había, es decir, la plataforma del Alfa 75, el último de propulsión hasta la llegada del Giulia en 2015 y por supuesto, estaba el V6 Busso. No era mala base, pero había que cambiar algunas cosas para que fuera realmente bueno. Pero es curioso que el artífice del SZ, o al menos el instigador, acabó fuera de la compañía en 1988 tras unos roces con Cesare Romiti, quien además, también mandó al paro a todos los técnicos más cercanos a Ghidella.
Pero mientras se trabajaba en el chasis y en el motor, responsabilidad de Alfa Corse, había que vestir ese coche para la ocasión y se pensó en Zagato. Los carroceros italianos, aunque mantienen su estatus, no tienen ni tenían por entonces, el mismo peso en el mercado ni disfrutaban del mismo éxito. En paralelo a Zagato había otros dos equipos de trabajo involucrados en el proyecto, uno comandado por Walter da Silva desde el Centro de Estilo de Alfa Romeo y otro comandado por Robert Opron desde el Centro de Estilo de FIAT. Zagato se encargó finalmente de la producción.
De formas cuadradas, proporciones extrañas, pero una aerodinámica bastante buena para lo que parece a simple vista vista, el resultado era muy vanguardista para la época. Se acabó eligiendo la propuesta del Centro de Estilo de FIAT, cuya idea fue de Robert Opron pero la desarrolló Antonio Castella. Como curiosidad, la propuesta de Alfa Romeo, obra de Alberto Bertolli, se empleó para dar vida al prototipo Proteo.
Su construcción también era vanguardista, ya que empleaba un material llamado Modar, una resina sintética reforzada con fibra de vidrio que no acabó por ser la mejor solución. La carrocería la fabricaba el especialista Carplast, pero los ajustes entre paneles, como se ha mencionado con anterioridad, no eran precisamente un ejemplo. Además, reparar esta carrocería es un problema serio, porque requiere de especialistas de lo que hay pocos.
La plataforma del 75 recibió algunos refuerzos en acero, que lograron aumentar la rigidez pero afectaron al peso final. Se pudo contener la tara en 1.256 kilos, solo 40 kilos menos que el Alfa 75. Al menos, el Busso si que daba de lo mejor de sí. El motor base era el mismo que usaba el Alfa 75 América, pero aumentaba cilindrada y sustituía la inyección L-Jetronic por una Motronic y el caudalímetro era de hilo caliente. Se aumentó la compresión hasta 10:1 y se modificó el calado de la distribución. Junto a diferentes cambios adicionales, se llegó a 210 CV a 6.200 revoluciones, una potencia que llegaba a las ruedas traseras mediante el mismo cambio del 75 América, pero con el grupo final más corto (el desarrollo final, curiosamente, no cambiaba porque las ruedas traseras del SZ eran de mayor diámetro).
Solo se hicieron 1.038 unidades en tres años de producción
El Alfa Romeo SZ se presentó oficialmente en 1988, en el Salón del Automóvil de Ginebra, pero en el stand de Zagato bajo el nombre de Alfa Romeo ES30. Fue en 1989 cuando se empleó el nombre de SZ en el mismo marco del Salón de Ginebra. Solo se ofrecía en color rojo y era tremendamente caro, mucho más que cualquier de sus rivales.
Finalmente no se logró el objetivo buscado, es más, se tardó en vender las unidades previstas nada menos que tres años. En un primer momento se planeó una tirada limitada a 1.000 unidades, que acabaron siendo 1.038 contando las diferentes unidades de test, así como los prototipos. También hubo un descapotable, el Alfa Romeo RZ, del que se hicieron solo 287 unidades. Es un coche realmente raro de encontrar, con un elevado precio por lo exclusivo que es. No ocurre lo mismo con el Alfa Romeo SZ, cuyo precio puede llegar a los 125.000 euros, pero que puede bajar hasta los 60.000.
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