El automóvil es una herramienta. No lo podemos refutar ni tampoco debemos hacerlo, ya que estaríamos negando lo evidente; un coche es una máquina que sirve para ir del punto A al punto B de forma rápida y, sobre todo en los coches modernos, cómoda y sin complicaciones. Pero eso no impide que haya hueco para la pasión y para ver este invento como una forma de vida. De hecho, si no fuera por aquel puñado de locos, apasionados por el nuevo invento que era el automóvil, hoy no tendríamos los vehículos que tenemos en las tiendas, ni los avances que incorporan los coches modernos, es muy posible que sin esa pizca de pasión el automóvil nunca habría pasado de ser un cacharro infernal que lo llenaba todo de humo y hacía un ruido atronador que asustaba a los pobres caballos.
Podemos ir un poco más allá todavía, pues echando una rápida pasada a la historia del automóvil podemos apreciar una constante bastante interesante: algunas de las mejores y más importantes marcas de automóviles fueron creadas por apasionados. ¿No te lo crees? La marca más famosa del mundo, Ferrari, fue fundada por un apasionado de los coches, o mejor dicho, de los motores. ¿Y qué decir de Lotus? Colin Chapman vivía para las carreras. Ford, por ejemplo, también tiene sus bases en la pasión por una nueva máquina que hacía furor a comienzos de 1900. Chevrolet nació de la pasión de un suizo emigrado a Estados Unidos e incluso marcas como Daimler AG (antes conocida también como Daimler-Benz), cuyo nombre comercial es bastante más conocido: Mercedes, también dio los primeros pasos gracias a la pasión por esta máquina, un reciente invento que encandiló a Gottlieb Daimler y Karl Benz, dos de los personajes más importantes en la historia del automóvil.
En definitiva, el coche aunque herramienta muy útil, está impregnado de pasión y por tanto, de sudor, de lágrimas, de dolor y de innumerables éxitos y fracasos. Además el automóvil es el invento que más vidas se ha cobrado o, al menos, uno de los que más caros ha salido durante su evolución. Sobre todo en sus inicios, aunque también hasta bien entrado el Siglo XX. No obstante, cuando se siente pasión por algo, el riesgo que pueda suponer es parte del encanto y no evita que familias enteras se involucren en cumplir el sueño de un loco.
Las carreras, el fuego que todo lo consume
Precisamente esta última parte es la culpable de que ahora, tras haber pasado más de 60 años, volvamos a hablar del nombre Allard. Una pequeña empresa familiar británica que como todas las mencionadas anteriormente, nació de la pasión e incluso llegó a colocar uno de sus coches en la tercera posición al final de las míticas 24 Horas de La Mans. Una marca mucho más modesta que las anteriores, pero cargada de romanticismo y de historia, la historia de Sydney Allard, cuya familia acaba de recuperar su legado justo donde él lo dejó hace mucho tiempo. Incluso se continúan los números de chasis donde se quedaron.
Allard comenzó su historia como un concesionario Ford en el sur de Londres. Era una empresa familiar, donde Sydney pudo aprender todo lo relacionado con la mecánica y los coches. También le dio acceso a todos los modelos que Ford comercializaba en Reino Unido, logrando una buena base y unos conocimientos suficientemente amplios como para atreverse a fabricar coches con su propio nombre. No es el primero que da sus primeros pasos de esta forma, ni tampoco será el último. De hecho, hasta los inicios de Allard como fabricante son comunes, ya que el primer Allard, el CLK 5, se fabricó con elementos y componentes de diversos automóviles, así como de la industria auxiliar. Abarth comenzó así con su andadura automovilística, Ferrari también e incluso Porsche creó así su primer automóvil. El Allard CLK 5 lucía, por ejemplo, gran parte de la carrocería de un Bugatti Type 40, del que también tomó la caja de la dirección. Por otro lado, el grupo motor era un Ford V8.
La fórmula de Allard era sencilla: un motor enorme al que se le ponen cuatro ruedas, o casi. El éxito en su tierra natal se dejó notar, ganando carreras de resistencia, subidas (o hillclimb) así como otras carreras de circuito y diferentes eventos. Las cosas iban bien, tras el CLK 5 llegaron los J2 y J2X y posteriormente, nuestro protagonista, el Allard JR, un coche diseñado para competir en las 24 Horas de Le Mans de 1953. Realmente, y para ser exactos, nuestro protagonista es la continuación del Allard JR que la familia acaba de poner en circulación.
El Allard JR original tiene además, un nombre muy famoso relacionado con su historia: Zora Arkus-Duntov. Sí, el responsable del desarrollo y diseño del Chevrolet Corvette, quien trabajó para Sydney e incluso compitió en las 24 Horas de Le Mans en 1953 a lomos de una de las unidades del Allard JR, aunque tuvo que retirarse por un fallo del motor. El propio Sydney tampoco acabó la carrera con el eje trasero. Tras esto abandonaron las carreras de resistencia habiendo fabricado siete unidades del Allard JR. Su nuevos objetivos se centraron en pruebas en línea recta, llegando a intentar el récord de velocidad en Reino Unido con un dragster. Sydney falleció en 1966 por causas no declaradas.
Recuperando el tiempo perdido, justo donde se dejó
Alard Allard, el hijo de Sydney, quiere recuperar esa pasión y para ello, ha creado una nueva tirada muy limitada del Allard JR, para lo que ha contado con la ayuda de su hijo Lloyd. Pero no se tomará el mismo camino que tomaron en 1993, cuando se creó un Grupo C destinado a las 24 Horas de La Mans y cuyo éxito fue pésimo dadas las malas prestaciones del coche, que incluso obligaron al piloto que iba a correr con el Allard a inscribir su viejo coche de carreras. Tampoco será como hacen algunas compañías que se dedican a las réplicas y a los kit car, los nuevos Allard serán 100% auténticos.
Decir nuevo, es básicamente porque se fabrican ahora, pero los coches que fabricarán esta pequeña empresa británica familiar tomarán forma como lo hacían en la década de los 50 : totalmente a mano y, por si fuera poco, empleando todos los planos, diseños y moldes originales. Se retoma la producción en el mismo punto donde se dejó, en la séptima unidad y con las mismas especificaciones. Es más, la primera unidad ya está fabricada, unidad cuyo número de chasis #3408, deja claro que se trata del Allard JR número 8. Esto convierte al coche en el primer Allard completamente nuevo construido en los últimos 64 años.
Los planos y diseños originales, obra de Dudley Hume, fueron obtenidos del propio archivo del diseñador, cediendo cerca de 120 dibujos de la época para la ocasión. El ingeniero jefe de la época, David Hooper, también ha participado en el trabajo, logrando que los “nuevos” Allard JR apenas ofrezcan diferencias respecto a los primeros. Para la carrocería se recurre al aluminio, trabajado y montado totalmente a mano. El chasis es de largueros fabricado en acero con una estructura tubular para soportar los paneles que dan forma a la carrocería, tal y como se hacía en los años 50 en los talleres originales de Allard. La suspensión trasera es un puente de Dion, la delantera es independiente y los frenos traseros son de tipo tambor a la salida del diferencial.
Bajo el capó, siguiendo con esta continuación de detalles, hay un enorme V8 americano, un motor Cadillac, que está alimentado por dos carburadores Carter de cuatro cuerpos, tiene culatas de dos válvulas por cilindro, distribución por varillas y balancines y rinde 300 CV a 4.500 revoluciones. La caja de cambios, suministrada por La Salle, puede ser de tres o cuatro relaciones con un grupo trasero que puede modificar su relación final y dado que las carreras son la gran pasión y el motivo de existencia de los coches Allard, las primeras unidades de esta “continuation” irán destinadas a competición. De hecho, Allard Sports Cars Co., fundada en el año 2012 por la propia familia para la conservación y venta de los ejemplares supervivientes con su nombre, ha hecho el esfuerzo de obtener para el nuevo JR los papeles FIA HTP, que le permiten competir en las pruebas de clásicos internacionales de la FIA. Aunque para ello ha tenido que adoptar algunas cosas actuales, como una jaula antivuelco, obligatoria para todos los vehículos que quieran competir oficialmente bajo el amparo de la Federación Internacional de Automovilismo.
“Ver a mi padre construir estos autos en período es un recuerdo que siempre permanecerá conmigo. Las habilidades que me ha transmitido ahora están con mi hijo, Lloyd, quien ha diseñado y construido la continuación que ves hoy. Más de 84 años después de que se fabricó el primer automóvil Allard, el automóvil número ocho [después de siete JR originales] continúa el legado de mi padre y si él viera lo que estábamos haciendo hoy como familia, sé que estaría orgulloso y desesperado por ver cómo funciona en la pista. Nuestros coches Allard, a diferencia de algunos Allards ofrecidos por otras empresas comerciales, son auténticos Allard, fabricados por la familia. Se están construyendo según las especificaciones originales de los modelos construidos en la década de los 50 con algunas de las cuales estaban siendo preparadas para su introducción cuando la compañía cesó su actividad en 1958”, comenta Alan Allard.
“Vemos este coche como un tributo y nos encantaría ver que el modelo de continuación JR siga los pasos del legado de mi abuelo y vuelva a Le Mans. Asimismo, sería un placer ver nuestra creación en el circuito histórico y de competición”, dijo Lloyd Allard.