Aston Martin y Zagato llevan colaborando varias décadas con grandes resultados, aunque hay una pequeña mancha en el curriculum de ambas marcas de la que no todo el mundo se quiere acordar. Sin embargo, que haya un pequeño borrón no tiene porque enturbiar el resto de ocasiones en las que ambas compañías han colaborado, pues algunas de ellas han sido realmente geniales.
Allá por finales de los 50, Aston no era capaz de vencer a los GT de Ferrari y comenzaba a tomarse las cosas un poco “a pecho”. Decidió lanzar, sobre la base del Aston Martin DB4 una versión más deportiva y ligera apodada DB4 GT, con una carrocería más corta, un motor más potente y la pérdida de 80 kg por el camino. Los esfuerzos no sirvieron de nada, pues aunque el nuevo DB4 GT era un gran coche, la naturaleza de los modelos británicos, auténticos Gran Turismo de lujo, no les permitía ser igual de deportivos y eficaces que los italianos, que dejaban un poco de lado su variante GT para ofrecer algo más de deportividad.
Lo único que se les ocurrió a los ingleses fue recurrir a Zagato y proponerles sus necesidades. Gianni Zagato puso a la cabeza del proyecto a Ercole Spada, un joven ingeniero de 23 años que logró hacer del DB4 GT un auténtico deportivo muy apreciado y buscado en la actualidad. Ercole Spada seguro que os suena por coches como el Alfa Romeo Junior Z, el Lancia Fulvia Sport, o más cerca en el tiempo como son los Alfa Romeo 155, el Mazda MX-3 o el espectacular prototipo Ford GT70. También lanzó tiempo después el Spada Codatronca, un superdeportivo de creación propia realmente extraño.
Ercole logró rebajar cerca de 45 kg adicionales al Aston Martin DB4 GT mediante el uso de paneles de aluminio para la carrocería, un rediseño de chasis, la supresión de los elementos que no eran imprescindibles para conducir y la sustitución de los cristales por Perspex. Además, también se modificó el motor con nuevos pistones que aumentaban la compresión hasta los 9,7:1 y lograban extraer 318 CV, suficientes para alcanzar un 0 – 100 Km/h en 6,1 segundos y una velocidad punta ligeramente superior a los 246 km/h, cifras que para la época eran de escándalo.
Se acordó en un primer momento la fabricación de 25 unidades entre 1960 y 1963, pero no tuvo el éxito esperado saliendo de la fábrica únicamente 19 coches. Lo más llamativo, hasta irónico, es que tiempo después la demanda comenzó a subir y tanto Zagato como Aston Martin llegaron a la conclusión de que era buena idea lanzar otra nueva serie que se denominó “Sanction II” y “Sanction III”, los primeros con números de chasis únicos y los segundos creados a partir de unidades del DB4 GT ya fabricadas.
Actualmente es una de las creaciones de Aston Martin y de Zagato más buscadas y coleccionables, alcanzando precios superiores a los 10 millones de euros, aunque su palmarés nunca fue tan bueno como el de su rival, el Ferrari 250 GT y 250 GTO.