La evolución de Audi hacia una firma de alto estanding, como lo es actualmente, pasaba en su día por ofrecer automóviles no sólo bien fabricados y con tecnología, pero también era necesario tener coches de altas prestaciones. Dio el bombazo con el Audi RS2, un familiar con prestaciones de deportivo capaz de poner contra las cuerdas a un Ferrari 348 mientras llevabas a la familia contigo. Hoy, son las “rancheras” de armas tomar con seña de identidad de Audi, lo que demostró el acierto que hubo con su lanzamiento. Pero, sin embargo, todavía faltaba algo.
Ese algo era un modelo de nicho, un coche que no tendría un elevado número de ventas, pero asentaría la imagen de la marca en un segmento muy determinado y fructífero como es el premium. Audi necesitaba un deportivo potente y rápido, mucho más que el Audi S2 coupé o el Audi TT que llegó después, necesitaban el Audi R8 que no fue fácil crear ni de encontrar. La marca lo estuvo buscando durante décadas y ya en los 90 dejó caer algunas ideas sobre un posible deportivo de altos vuelos.
El Audi quattro Spyder era un deportivo de motor central trasero, tracción total y carrocería de aluminio
A comienzos de la década de los 90 Audi dio un nuevo paso en su transformación a firma premium. Volkswagen estaba convencida del futuro de la marca en ese segmento y el cambio estratégico requería tiempo y paciencia. Hemos podido ser testigos de esa evolución, de ese cambio que se acabó por confirmar con la primera generación del Audi A4, pero que se venía fraguando desde bastante atrás en el tiempo. El mencionado Audi RS2 apareció en 1994 dejando a todos con la boca abierta, pero el superdeportivo de motor central y un Lamborghini escondido dentro no llegaría hasta mucho después, nada menos que hasta 2006.
Mucho antes de eso y algo de tiempo antes de la aparición del familiar más loco de los 90, Audi comenzó a experimentar con el uso extensivo del aluminio, evolucionando su sistema de tracción total y exprimiendo las bondades de los motores turbo, algo de lo que se convirtió en una auténtica especialista. Durante los 90 también comenzó el tanteo, por así decirlo, para fabricar el superdeportivo que debería colocarles en lo más alto del panorama mundial.
Uno de esos primeros acercamientos fue el Audi Avus, un concept car presentado en el año 1991, que hacía uso del aluminio para su carrocería y que suponía uno de sus motivos de existencia, el otro era un W12 de 500 CV que llegaría a producción con el paso del tiempo (y que ahora, asistido por dos turbos, da vida a los Bentley más exclusivos). Un prototipo que no llegaría a la producción jamás, aunque tampoco resulta algo extraño viendo su diseño.
No obstante, ese mismo 1991 presentaron el Audi quattro Spyder, un coche que suponía un compendio tecnológico que si bien, no llegó a producción, si llegaron todas sus soluciones. Además, era un coche mucho más real que el Avus, en el sentido que su diseño, su tecnología y fabricación eran totalmente realizables y coherentes con la Audi de aquellos años.
El Audi quattro Spyder era un deportivo de motor central trasero, tracción total y carrocería de aluminio. Sin embargo, el Audi Quattro Spyder no tiene nada que ver con el mencionado R8, ni mucho menos, es más bien un acercamiento a lo que sería el Audi TT. El quattro Spyder era un coche pequeño, con una longitud de 4.210 milímetros y voladizos extremadamente cortos. El interior estaba diseñado según los cánones de la marca de aquellos años, que ya empezaban a mostrar las líneas que seguirían más adelante (llegarían con el audi A4 y se verían reforzadas con el A6 y el A3).
Mecánicamente no era nada espectacular, pues tomaba prestado el V6 de 2.8 litros del Audi 100 con 173 CV. El caso es que esta decisión dejaba claro que el Audi quattro Spyder no era un superdeportivo, era más bien un coche que buscaba las sensaciones al volante con un tamaño compacto y un peso contenido de 1.100 kilos.
El coche fue un éxito, se acumularon miles de pedidos, los suficientes para cubrir un par de años de producción como mínimo, pero nunca pasó de ser un prototipo. Según se comentó en su momento, la producción del modelo era muy cara y superaría los 100.000 marcos alemanes una vez en la calle, algo que limitaría enormemente sus ventas, sobre todo cuando Audi no tenía la imagen de alta gama que tiene hoy.
De esto hace ya 30 años, pero deja claro que la firma de los aros ha tenido que trabajar duro para llegar a ser un referente internacional como lo es hoy. Fue una evolución muy calculada y con lanzamientos, a tenor de lo que tenemos actualmente.
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