Con el Audi S4, la firma alemana ponía en circulación una opción casi única allá por 2003.
El Audi S4 B6 apareció en un momento cumbre para la firma alemana, una época en la que Audi, y casi todo el Grupo Volkswagen, se encontraban en pleno apogeo, un momento de expansión y crecimiento sin límites y absolutamente contundente, que les llevó a posicionarse en el lugar que ocupan actualmente, entre los mejores del mundo. Sin embargo, en aquellos años, Audi trabajaba de una forma diferente, no se dejaban llevar tanto por las modas y las tendencias, sino que buscaban su propio camino, su personalidad, su esencia. Y esa esencia pasaba por la saga de modelos “adornados” con la letra S.
Para muchos, los Audi más deportivos y los más interesantes, los más “molones” y deseados, son los Audi RS, no en balde, se trata de la familia de coches más prestacional y salvaje de la firma de los cuatro aros. Pero justo un escalón por debajo, la compañía ofrecía modelos que podríamos considerar como el equilibro entre prestaciones, usabilidad e imagen, conjuntos que tenían en la armonía su mejor cualidad. Y ojo, porque no eran coches que cualquier conductor pudiera exprimir, no caigamos en ese error. Sí, no alcanzan la deportividad ni la potencia de los RS, pero no por ello son coches lentos o adecuados para conductores sin experiencia.
El Audi S4 B6 es un claro ejemplo, pues a simple vista no parece ser nada muy especial, da la impresión de ser un A4 más en la gama, salvo que sepas donde mirar, claro está; las llantas, los paragolpes, esos estribos de goma en los laterales de la carrocería –en la parte baja de las puertas–… y sí, los dos terminales de escape que aparecen bajo el paragolpes trasero y que, al contrario de lo que ocurre actualmente, son totalmente funcionales. Y es que allá por año 2003 no hacía falta posturear, solo se recurría a lo esencialmente necesario, con lo que, además, se lograba una imagen limpia, elegante y, por supuesto, equilibrada, sin necesidad de artificios en cuestiones de diseño.
Por otro lado, el Audi S4 de comienzos de siglo era un modelo especial, con cierto encanto que no había tenido los Audi S hasta ese momento, y se debe a que dejaba de lado el tradicional motor turboalimentado en favor de un V8 de aspiración natural. Audi, como decíamos, buscaba su personalidad y su hueco en el mercado y se atrevía a experimentar y a cambiar ciertas cosas que se deban por sentadas, como es el caso de sus motores turbo. La firma de los cuatro aros siempre ha sido especialista en turboalimentación, ha sido una de sus pilares prestacionales más famosos, pero con esta generación del A4 quiso cambiar las tornas. De hecho, también se prescindió del turbo en otros modelos S y RS, como los descabellados, pero sensacionales, Audi S6 y Audi RS6 animados por un motor V10 atmosférico de origen Lamborghini. ¿Acaso se podía ofrecer algo más especial?
En el caso del Audi S4 B6 se recurrió a un V8 ya disponible en el banco de órganos de la marca, un motor que ya se podía encontrar en la gama A6 y en la gama A8, así como en el Audi R8 4.2. Hablamos de un motor con 4.163 centímetros cúbicos, capaz de rendir 344 CV a 7.000 revoluciones y 41,8 mkg a 3.500 revoluciones, entre 390 y 400 Nm de par, que se gestionaban mediante un cambio manual de seis relaciones y un sistema de tracción total tarado al 50%. Y ahora, piensa en algún modelo similar, un sedán de altas prestaciones y perteneciente al segmento mediano, que monta un motor similar acompañado de un cambio manual… ¿Se te ocurre alguno? No, claro, porque no lo hay, y menos aún que sea capaz de girar a 7.000 revoluciones.
Con este coche, Audi buscaba plantar cara al BMW M3 E46, uno de los modelos de altas prestaciones más deseados de su época, e incluso más deseados actualmente de la saga M3, al que superaba en potencia –solo un caballo, que todo hay que decirlo–, pero al que no podía superar en prestaciones ni en deportividad, pues entre otras cosas, había una diferencia de casi 200 kilos de peso, y que el BMW era propulsión y para rematarlo, un coupé. De todas formas, esto no hacía que el Audi S4 fuera peor coche, solo diferente, que por si fuera poco, también se podía escoger con carrocería familiar. No debemos olvidar, que Audi rompió el mercado con el mítico Audi RS2, un deportivo camuflado de familiar que sentó las bases para las creaciones más especiales de la marca, que desde entonces, siempre han tenido dicha carrocería.
Las pruebas que se publicaron en la época decían maravillas del Audi S4 B6. Por ejemplo, Car and Driver, en el número 88 –enero de 2003–, elogiaba las capacidades del motor por su elevado par y por lo bien que conjugaba con la caja de cambios de seis relaciones. Por supuesto, no se olvidaba del sistema de tracción total, lo que hacía todo un poco más fácil, ni del tacto del cambio o el comportamiento en curva, con apoyos rápidos y estables, así como una velocidad en virajes difícil de asimilar para un conductor medio de aquel momento.
El Audi S4 B6 era no solo rápido y bonito –esto último, como siempre, sumamente subjetivo–, también escondía muchas soluciones interesantes. Por ejemplo, su construcción era completamente en aluminio, mientras que el motor se había modificado para hacerlo más ligero –se acortó su distancia, se aligeraron pistones y bielas, se modificó la admisión… –. A comienzos de los 2000 no había nada similar al Audi S4 en el mercado, y eso, lo convierte en un coche especial y en un auténtico clásico de colección. No en balde, tiene más de 20 años…
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