Bentley, desde que pasó a estar bajo el amparo de Volkswagen, ha cambiado mucho. Ha sido realmente un salto enorme respecto a su larga etapa junto a Rolls-Royce, una marca que también ha cambiado una barbaridad desde que está controlada por BMW. Es cierto que Rolls ha mantenido mucho más sus lazos con el pasado, siendo una marca muy señorial ofreciendo modelos de una calidad y de un diseño muy cuidados, pero lejos de lo que ofrece actualmente Bentley.
Es un fuerte contraste si lo comparamos con su etapa juntos, cuando sus modelos apenas se diferenciaban por algunos detalles y por el talante de sus coches, siempre más deportivos y menos señoriales en el caso de Bentley. Solo hubo una excepción, o, mejor dicho, dos, el Continental R-Type y la serie Continental, esta última muy cercana en el tiempo pues apareció a comienzos de los 90, unos años antes de la compra de ambas marcas por parte del Grupo Volkswagen. Una compra que no fue como se esperaba, pues los alemanes se dejaron cosas por el camino, como los derechos de Rolls-Royce, que acabaron en manos de BMW.
Durante un tiempo, ambas compañías colaboraron para poder separar a Rolls-Royce y a Bentley, un pequeño período de transición hasta 2002, durante el cual, se desarrollaron nuevos modelos y se construyeron las instalaciones de donde salen actualmente todos los Rolls en Goodwood. Durante ese tiempo, se habían fabricado un total de 1.548 Continental R, de los cuales, 158 unidades contaban con especificaciones Mulliner, 44 fueron de la serie Le Mans y 11 de la “Final Series”. Todos ellos recibieron un bloque V8 turbo que rendía 313 kW, o, dicho de otro modo, 425 CV, junto a un par de 875 Nm. La caja de cambios era de cuatro relaciones suministrada por General Motors y eran muy rápidos para su peso (2.400 kilos), pudiendo acelerar de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos y llegar a los 280 km/h a pesar de su carrocería, cuyas formas son más propias de una caja de zapatos.
Sin equivalente en Rolls-Royce
El Continental R también fue el primer modelo fabricado por Bentley sin que hubiera un equivalente en Rolls-Royce. Fueron un importante punto de inflexión, pues suponía crear un modelo sin tomar como base ningún coche de Rolls-Royce, al menos en teoría, porque se compartieron muchas cosas con la marca “hermana”. Una de las versiones más prestacionales y una de las últimas en fabricarse antes de pasar a estar totalmente controlada por Volkswagen, fue el Bentley Continental T, un coche que podríamos considerar como el antecesor del Bentley Continental GT.
El Continental R también fue el primer modelo fabricado por Bentley sin que hubiera un equivalente en Rolls-Royce
El Continental R se presentó en el Salón de Ginebra de 1991 y fue desarrollado sobre la plataforma del Turbo R, manteniendo toda la arquitectura técnica, pero colocando una carrocería coupé de diseño muy tradicional, pero también muy atemporal. Carrocería que fue diseñada por John Heffernan y Ken Greenly (como curiosidad, ambos habían estudiado en la Automotive Design School del Royal College of Art y habían fundado el estudio de diseño llamado International Automotive Design). El interior corrió a cargo de Graham Hull, miembro del departamento de diseño de la propia Bentley, que también participó en el diseño de la carrocería.
Se fabricó hasta el año 2003, momento en el cual se puso en circulación el Continental GT, un cambio realmente drástico, tanto en diseño como en tecnología o calidad de construcción, que dejó al Continental R como un coche anticuado, aunque no por ello falto de encanto.
Bajo el capó estaba el mítico V8 6.75
Durante los años que estuvo en producción, el Bentley Continental R vio como la gama iba creciendo con la llegada, por ejemplo, del Continental T o del llamativo Bentley Continental SC (Sedanca Coupé), una versión cuya carrocería estaba inspirada en la más clásica de las tradiciones, ofreciendo un automóvil que podía retirar parte del techo sobre las plazas delanteras, dejando la parte del techo sobre las plazas traseras intacta. Las versiones Le Mans eran las más deportivas y las Mulliner, las más lujosas.
Bajo el capó estaba el tradicional bloque de Rolls-Royce y Bentley, un V8 de 6.750 centímetros cúbicos que estuvo en producción durante muchas décadas. Concretamente, estuvo durante 61 años en producción y tuvo como último “hogar” el vano motor del Bentley Mulsanne. Según la marca, se fabricaron 36.000 motores. Inicialmente contaba con 6.2 litros y fue evolucionando hasta que en 1971 alcanzó el cubicaje final con el que dejó el mercado. Su última configuración, para el Bentley Mulsanne Speed, alcanzó los 530 CV y nada menos que 1.100 Nm de par.
Hoy día, los Bentley Continental R y todos sus derivados, son coches que siguen siendo muy apreciados y aunque no todos son vehículos clásicos (no olvidemos que se fabricó hasta 2003), sus precios no son precisamente bajos. Una buena unidad del Continental SC, por ejemplo, no baja de los 150.000 euros y una del Continental T es raro encontrarla por debajo de los 100.000 euros. Del Bentley Continental R se pueden encontrar unidades por menos de 50.000 euros, aunque tampoco hay que confiarse, pues son coches muy caros de mantener.
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