“Un coche fascinante para iniciarse en el mundo de los automóviles M de BMW”. Así definía la misma marca al BMW 1M Coupé en su boletín de prensa oficial. También destacaba la relación peso-potencia –4,4 kg/CV, nada mal–, así como un desarrollo en el que se aplicó la experiencia en competición de la compañía. Sin embargo, todo esto no es más simple palabrería, un claro auto bombo para vender el producto. Algo lógico, por otra parte, si no se tratara de una nota de prensa informativa.
En el fondo es algo bastante típico de las marcas desde hace años, que en lugar de enviar notas de prensa con toda la información, envían catálogos en los que toca rebuscar para encontrar lo que realmente importa. Y es una lástima, porque con coches como el BMW 1M Coupé, lanzado al mercado en el año 2010, merece la pena ofrecer algo diferente, algo especial, sobre todo cuando la propia marca también lo consideraba como el heredero espiritual del BMW M3 e30. Es decir, aunque era el BMW ///M más pequeño, tenía un aura especial y su personalidad cuadraba mejor con lo que representaba el M3 original.
Sí, en 2010 había un BMW M3 y además, presumía de tener un V8 con 420 CV, sin embargo, ya por entonces se empezaba a notar un claro aumento de tamaño y peso en los BMW ///M, con cierta tendencia hacia convertirse en un coche de lujo y altas prestaciones, muy alejado de su original idiosincrasia, que era la deportividad. El BMW 1M estaba más cerca de esa deportividad, tanto por tamaño como por peso y características, que el M3 de aquellos años. Incluso años después, con el BMW M2 G87, se mantiene esa idea, aunque el G87 supera los 1.700 kilos de peso… es demasiado. De todas formas, ya avisaron desde la misma marca que la era de los BMW ligeros se había terminado.
No tardó mucho en ser considerado uno de los mejores BMW ///M hasta la fecha, incluso hay quien opina que todavía es uno de los mejores BMW ///M, pues combina un tamaño contenido con unas prestaciones elevadas. Incluso se hizo famoso por tener un temperamento explosivo y hasta delicado en según que circunstancias. La longitud era de solo 4,38 metros y el peso era de 1.495 kilos, mientras que las ruedas traseras tenían que lidiar con el torrente generador por sus 340 CV. Suerte que había un diferencial son sistema de bloqueo variable y unos frenos fabricados con materiales compuestos con 360 milímetros de diámetro en el eje delantero –rotores flotantes de fundición gris perforados, cubos de aluminio y pasadores de acero fundido–.
El motor era un seis cilindros en línea con 2.979 centímetros cúbicos, dos turbos, inyección directa y todos los sistemas conocidos de la marca para extraer hasta la última pizca de energía de la última gota de combustible. El resultado, como se ha dicho antes, eran 340 CV a 5.900 revoluciones y 450 Nm de par a 4.500 revoluciones. Completaba el 0 a 100 km/h en 4,9 segundos y alcanzaba los 250 km/h limitados electrónicamente.
La aparición del BMW 1M no fue casualidad, ni mucho menos, llegó como llegan algunas de las mejores ideas: o para homologar la versión de competición, como el M3 original, o bien se desarrolló por pura pasión –y en ocasiones, a escondidas–. Esta vez fue la segunda opción, pura pasión por los coches de un grupo de ingenieros, que desarrollaron la idea en su tiempo libre. El motivo de su creación fue, precisamente, que los BMW ///M eran cada vez más grandes y más pesados, y se usó como fuente de inspiración el BMW M3 e30. Solo hicieron falta unas semanas, sin complejos estudios de mercado ni análisis comerciales o planificación de costes.
Cuando se presentó el proyecto, el coche estaba casi desarrollado por completo y además, se habían empleado elementos ya probados y casi rentados, procedentes en su mayor parte del M3 e92 y del banco de órganos de la marca. La inversión que había que hacer para completar el coche era mínima y además, no había que iniciar nuevos procesos de producción, ya que podía cubrir huecos muertos de fabricación de los BMW Serie 1 Coupé. Pensaron en todo.
El coche se desarrolló en tiempo récord y mientras se llevó a cabo, las redes y los medios de comunicación se inundaron de fotos “espía”, especulaciones, vídeos… la marca supo muy bien como caldear el ambiente ante la llegada de este coche.
Como curiosidad, el proyecto se llamó internamente PYRAT, que hace referencia a un ron especiado bastante popular entre los ingenieros de BMW por aquel entonces. Una bebida que, además, tiene un ligero sabor a naranja. El nombre oficial dio muchos quebraderos de cabeza, pero finamente evitaron usar el nombre del primer BMW ///M de la historia, el BMW M1.
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