Si echamos un vistazo atrás en el tiempo, veremos que muchas marcas de automóviles (y de motos) tienen un origen distinto y sin ninguna relación con su posterior actividad. Es una situación similar a la que nos plantean hoy los coches eléctricos, que han abierto la puerta de la industria del automóvil a empresas que nada tienen que ver con los coches. Ahí tenemos, por ejemplo, a Xiaomi o Apple, ambas, empresas de informática y tecnología, enfrascadas en la creación de su propio coche eléctrico.
Evidentemente, hace años, muchos años atrás, el origen de las marcas que se aventuraban en la industria del automóvil era bien distinto. Hay empresas que comenzaron fabricando bicicletas, otras sidecares, y otras, como BMW, comenzaron fabricando motores para aviones. De hecho, hay muchas empresas que tienen sus orígenes en la aeronáutica, pero si estás pensando en Rolls-Royce, tenemos que decirte que los británicos fabricaban coches desde el principio, los motores de avión llegaron con la Primera Guerra Mundial y desde entonces, se convirtieron en una de las fábricas más importantes del mundo de la aviación y una de las partes más importantes de Rolls-Royce, parte que, por cierto, ya no tiene nada que ver con Rolls-Royce Motor Cars.
Dentro de ese grupo de empresas con origen aeronáutico, hay una que, para todos aquellos ajenos a la historia del automóvil, resulta bastante desconocida: Bristol. Esta compañía de origen británico se pasó a la fabricación de coches en 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, para aprovechar el excedente de mano de obra y buscar otras fuentes de ingresos, pues la aviación, en aquellos años, no era precisamente la industria más boyante. Primero se asoció con AFN Ltd., empresa que fabricaba los Frazer Nash, con la intención de crear una “joint-venture”, término muy empleado actualmente para denominar un acuerdo comercial y de desarrollo entre dos empresas. Sin embargo, Bristol comenzó a fabricar automóviles tras hacerse con algunos planos y con el ingeniero jefe de BMW, Fritz Fiedler. Según cuenta la historia, no fue tarea fácil llevarse los planos, pues Alemania estaba bajo control del ejército estadounidense y se declaró “reparaciones de guerra” todos los activos existentes en la bombardeada planta de BMW. Aun así, se llevaron varios planos, entre los que destacaban los del BMW 328, un modelo que sirvió de base, junto a elementos de otros modelos.
El primer modelo fue el Bristol 400, que montaba el seis cilindros 2.0 con 80 CV y cambio manual de cuatro relaciones del BMW 328. Dos años más tarde, se pondría en circulación el Bristol 401, con carrocería de aluminio más aerodinámica, que contó con una versión descapotable bajo la denominación de Bristol 402, del que se fabricaron solamente 26 unidades.
Con licencia Superleggera de Touring
Al igual que los primeros modelos de la marca, el Bristol 402 hacía gala de un diseño poco convencional para la década de los 50, aunque en Estados Unidos, más acostumbrados a las excentricidades, se llegó a considerar como una escultura rodante, cuando se mostró en la primera exposición de automóviles celebrada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1951. Sus curvilíneas formas, sus proporciones y el hecho de ser descapotable, hicieron que personajes como Jean Simmons (estrella de cine en los 50, con nominación a los Óscar) y su esposo, Stewart Granger, compraran alguna unidad de las pocas que se fabricaron (de hecho, se compraron una unidad cada uno).
Ese llamativo diseño, heredado en parte del Bristol 401, dejó en un segundo plano la calandra, claramente inspirada en BMW, y que presidía el frontal. También hizo que no prestara la suficiente atención a su estructura, un conjunto tubular que resultaba ser la conocida técnica Superleggera de Touring, empresa que había concedido la licencia a los británicos para la fabricación de sus coches.
Había más detalles que centraron la atención en su momento y que hoy, son algunos de los argumentos más interesantes de este coche. Por ejemplo, el clásico interior, cubierto de cuero, se combinaba con unos curiosos indicadores cuadrados en lugar de circulares y con un volante de dos radios curvos, que imitaba el timón de un avión.
Por supuesto, bajo el capó estaba el seis cilindros 2.0 de BMW, alimentado por tres carburadores y con 86 CV. Por desgracia, el coche era demasiado innovador en su diseño y las ventas no acompañaron.
Uno de los 26 Bristol 402 llegó a España
Actualmente, siempre según la fuente consultada, quedan entre 13 y 16 unidades del Bristol 402, una de las ellas en España, matriculada originalmente en Bilbao el 18 de agosto de 1949. Este ejemplar, el único que se vendió en nuestro país, es la unidad número 7 y todavía sigue en la Península Ibérica. Además, será uno de los protagonistas de Retroclásica Bilbao, que se celebrará del 11 al 13 de noviembre.
Como ha ocurrido con muchas otras rarezas, la poca cultura del motor en España llevó por la mala vida a este ejemplar, llegando, incluso, a instalarse tiradores para las puertas procedentes de una puerta de una vivienda. Ha tenido un total de cinco propietarios, incluyendo al actual, Kepa Elejoste Barreiro. Destaca el primer dueño, la empresa Soldadura y Electrodos ARCOS S.A., aunque lo conducía Juan Manual de Zubiria y Uhagon, IV Conde de Zubiria (fallecido en 2005), quien encargó el coche y lo vendió muy poco después, el 15 de noviembre de 1949.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.