En el Chevrolet Corvette C8, la octava generación del famoso deportivo norteamericano, se pasó finalmente al motor central trasero. Es un tipo de disposición mecánica que General Motors ha estado estudiando durante décadas, pero que nunca llegó a implementar en ninguno de sus coches hasta ahora.
La aparición del Corvette de motor central ha sido tema de conversación durante mucho tiempo, así como objeto de rumores y especulaciones sin fin. Por eso, cuando la marca lo presentó oficialmente, nadie se sorprendió. Además, en la era de internet es muy difícil esconder un secreto y poco antes de su puesta de largo, ya se habían filtrado imágenes del diseño definitivo.
El Chevrolet CERV III nació de una colaboración entre General Motors y Lotus
Pero como decíamos, General Motors ha estado experimentado con el motor central durante mucho tiempo. Han sido muchos los concept car que han creado con esta disposición mecánica y todos ello, o casi todos, basados en el Corvette. Y no es cosa de ahora, hay prototipos de Chevrolet con motor central desde la década de los 50, aunque en esta ocasión nosotros queremos recordar uno de ellos, que con solo ver su diseño te gustaría que hubiera sido fabricado.
La idea de un coche con motor central trasero ha sido algo que siempre estuvo en el objetivo de Zora Arkus-Duntov, el creador del Chevrolet Corvette. De hecho, cuando se presentó la primera generación de este deportivo ya había un prototipo con el motor colocado tras los asientos. No en balde, Zora ha visto como los automóviles de motor central llegaban a las carreras por primera vez y lo ganaban todo (incluso llegó a ver en acción a los brutales Auto Union Type C y Type D).
Nuestro protagonista apareció mucho después de que Duntov dejara General Motors. Se presentó en 1990 y fue un prototipo creado en colaboración con Lotus. Aunque, quizá, definirlo como prototipo no sea lo más acertado, pues se trata de un coche totalmente funcional y si no fuera por el hecho de solo existir esta unidad, podría considerarse un coche de producción tanto por calidades como por aspecto y funcionamiento.
Se trata del Chevrolet CERV III, un estudio de diseño sobre deportivos de motor central, que combinaba lo aprendido durante los últimos 40 años de desarrollo, pues los CERV (Chevrolet Experimental Research Vehicle, vehículos de experimentación de ingeniería Chevrolet) se comenzaron a crear en la década de los 60.
Un motor V8 de 5,7 litros que rendía 650 CV impulsaban al CERV III a más de 360 Km/h
El Chevrolet CERV III es el más avanzado de todos los concept car de la saga y era un auténtico compendio de soluciones especiales. Por ejemplo, La carrocería se fabricó con una mezcla de fibra de carbono, Nomex y paneles de aluminio. Estaba diseñada con ayuda de un túnel de viento y vestía un chasis fabricado con fibra de carbono, kevlar y titanio. Tenía un eje trasero direccional, tan de moda últimamente, aunque ya ha habido coches con ese tipo de eje trasero.
Al mismo tiempo estaba equipado con tracción a las cuatro ruedas con un diferencial central controlado electrónicamente y un eje de fibra de carbono para enviar la potencia a las ruedas delanteras. La suspensión era un sistema activo que podía “leer” la carretera y los frenos contaban con rotores de fibra de carbono.
El motor era un V8 de 5,7 litros que, al igual que el resto del coche, era experimental. Entre otros cambios y mejoras, tenía dos turbos que permitían anunciar 650 CV y 888 Nm de par. Se trata de una cifra bastante elevada para la época y también ahora. Se combinaba con un cambio automático de seis relaciones (¡en 1990!) y podía alcanzar los 362 km/h.
General Motors desestimó la fabricación en serie por diversos motivos, aunque el coche es casi un preserie. Según afirmaron, se habían detectado problemas en la refrigeración del motor, un espacio limitado en el habitáculo y la imposibilidad de fabricar un descapotable (algo que no es un problema hoy día). También afectó los enormes costes de producción, que habrían obligado a comercializarlos con un precio excesivamente alto.