Si tuviéramos que elegir un coche en concreto, de los años 70 y de origen francés, no cabe duda que el Citroën SM estaría entre los posibles. Cuando salió al mercado dejó a muchos con la boca abierta pero hoy día, además de una belleza, es un coche que desprende personalidad y carácter por cada poro de su carrocería. Eso sin contar con el V6 Maserati oculto bajo su liso y largo capó.
El Citroën SM estuvo cinco años en producción y se fabricaron un total de 12.920 vehículos, de los cuales, muchos acabaron en Estados Unidos, mercado donde resultaba muchísimo más exótico de lo que puede parecer en tierras europeas. Sólo hay que fijarse en su línea para darse cuenta que en al década de los 70, pocos coches americanos podían compararse estéticamente con “Sa majesté”.
El Citroën SM Land Speed Racer ostentó su récord de velocidad durante 23 años
Para muchos, el Citroën SM ha sido el mejor Gran Turismo francés de la década de los 70 y el tracción delantera más rápido durante 15 años. Sin embargo, en Estados Unidos vieron algo más en este coche y lo convirtieron en un aparato tremendamente rápido. Concretamente, fue Jerry Hathaway y su esposa, Sylvia, quienes convirtieron al SM en un caza récords. Una pareja muy especial que ya contaban con sobrada experiencia con automóviles, pues Jerry trabajó en 1972 como técnico en Irv White Buick, en Los Ángeles.
De hecho, fue ahí donde entró en contacto con el universo Citroën y con el SM, pues Irv White Buick contaba con una sección donde se comercializaban modelos de la firma francesa. Hathaway quedó prendado con la marca, con el atrevimiento de sus diseños y con las soluciones técnicas, sobre todo con el Citroën SM. Así que en 1976, también en Los Ángeles, abrió la empresa Citroën SM World Ltd. llegando a convertirse en la persona de contacto más importante de Estados Unidos en lo referente a Citroën, ya fueran coches nuevos, repuestos o conversiones (muy típicas en Estados Unidos).
Un día, el experimentado corredor de velocidad Jon McKibben, le mencionó a Hathaway que el SM era ideal para pruebas de velocidad por su diseño aerodinámico. Jerry vio una oportunidad en esas palabras y tomó la iniciativa, transformando una unidad para correr. El proceso fue el de siempre: vaciado interior, jaula antivuelco, asiento de carreras… y potenció el motor de los 180 a los 250 CV. La base del motor seguía siendo el V6 Maserati (un V8 al que le quitaron dos cilindros), pero con nuevos carburadores Webber de 48 milímetros y nuevos árboles de levas.
Con estos cambios acudió a las salinas, como todo buen aficionado a la velocidad estadounidense, logrando alcanzar los 248 km/h (de serie podía llegar a 228 km/h). Pero Hathaway quería más y dio un nuevo paso en la evolución de su coche. Añadió dos turbos, con el objetivo de aumentar la potencia lo suficiente para alcanzar las 200 mph, 322 km/h. Sin embargo, no pudo lograrlo por las condiciones climatológicas, algo que no ocurrió hasta 1985.
Antes de lograr sus objetivos, tuvieron que sufrir un robo, donde perdieron el vehículo con el que transportaban su Citroën SM de velocidad. Fue la chispa que llevó a crear uno de los conjuntos más atractivos y únicos del mundo. Tomando un Citroën SM adicional y varias piezas y repuestos, Jerry se fabricó una pick up y un remolque específicos para su SM de velocidad. Por su fuera poco, el remolque, que también equipa elementos del SM, incorpora su propia batería para suministrar electricidad a las bombas hidráulicas para la suspensión hidroneumática que monta y que resultó ser especialmente cómodo para subir y bajar un coche que casi arrastra por el suelo.
Con un conjunto tan llamativo, Jerry acudió nuevamente a correr y por fin, logró superar su objetivo de 200 mph. Fue entonces cuando su coche se convirtió en el Citroën SM más rápido del mundo para después, en 1987 y con Sylvia al volante, batir nuevas marcas, alcanzando los 332,242 km/h en el primer intento y 325,6 km/h en el segundo. Son unos registros que estuvieron imbatidos 23 años, hasta 2010.
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