
El Mercedes C32 AMG –W203– llegó para reafirmar el grandísimo trabajo que estaban haciendo en la división deportiva de Mercedes. Además, aunque pueda parecer mentira, era la segunda generación de modelos AMG, que para colmo, se articulaba sobre la segunda generación de la Clase C. Era un coche muy importante, un coche con el que se asentaron las bases sobre las que trabajaría Mercedes AMG en años venideros.

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La primera creación oficial de AMG, el primer y auténtico Mercedes AMG, era el C36 AMG sobre la primera generación de la Clase C, la conocida internamente como W202. Ese modelo reemplazaba al Mercedes 190E, al conocido como baby Mercedes, y fue el primer modelo sobre el que se comenzó a cimentar la historia de la división deportiva de la firma alemana. Los “Red Pig” y Hammer, fueron coches desarrollados por AMG en solitario, pero el C36 –y luego el C43– se desarrollaron con AMG integrada dentro de Mercedes.
El C32 AMG es la segunda generación de AMG dentro de Mercedes, y supuso un enorme cambio con respecto al C36 y al C43 AMG, de los cuales, se vendieron 9.000 unidades –unas 5.000 ejemplares del C36 y el resto del C43–. En aquellas épocas tempranas fue cuando AMG comenzó a ganar popularidad y a crearse la imagen que tiene actualmente, y lo hizo sin tener que recurrir a ordinarieces ni a perder el toque elegante que tenía Mercedes en aquellos años. Todavía no habían empezado con el “algo está pasando en Mercedes”, y sus coches mantenían esa tradicional imagen que no gustaba a todo el mundo.
Aun así, el Mercedes C32 AMG se veía especial, comedido y discreto, pero especial. Si sabías donde mirar, podrías apreciar los elementos aerodinámicos colocados bajo las puertas –los tradicionales faldones–, así como un paragolpes delantero con mayores aberturas, unas llantas más grandes y de diseño específico y un escape que solo salía por el lado izquierdo, pero con terminales de buen tamaño. Era, claramente, un sedán muy prestacional, pero también muy discreto; deportividad elegante lo podríamos definir. Por aquellos años, la firma alemana era muy conservadora en cuanto a imagen y diseño, evitaba a toda cosa llamar demasiado la atención, y también, todo aquello que pudiera resultar vulgar.

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Esa tendencia se podía apreciar claramente en su interior, donde apenas había detalles que dejaran nota lo especial que era el C32 AMG. El volante, por ejemplo, mantenía el diseño de todo Mercedes, con cuatro radios y aro grueso. Los pedales tampoco cambiaban, como tampoco lo hacía la decoración general, salvo una nueva plancha para la consola central. La tapicería, los asientos… en general, el interior del Mercedes C32 AMG no daba ninguna pista sobre su potencial, aunque sí daba pistas sobre su calidad.
Pero, aunque su imagen sea algo comedida, sus prestaciones no lo eran. Bajo el capó se escondía un V6 de 3,2 litros, que en otras variantes rendía 218 CV, pero para la ocasión, la potencia subió hasta los 354 CV a 5.500 revoluciones, mientras que la cifra de par se iba hasta los 450 Nm a 4.400 revoluciones. Para extraer estas cifras del V6, se recurrió a un compresor Eaton Roots, entre otras cosas, que tenía un funcionamiento bastante interesante. El compresor gira en función de la carga del motor, mediante un acoplamiento electromagnético gestionado electrónicamente, en lugar de hacerlo conectado al cigüeñal. Al parecer, de esta forma se lograba una entrega de potencia más lineal y mayor rendimiento.
También hay muchas más modificaciones, como refuerzos en los apoyos del cigüeñal, se montaron nuevas bielas más robustas, pistones forjados, nuevos árboles de leva y muelles de válvulas más rígidos. Igualmente, se añadió un intercambiador de calor y una bomba de aceite con mayor caudal.
Solo se podía poner una pega, y era la caja de cambios. Por lo general, Mercedes siempre ha sido un fabricante que ha hecho uso intensivo de cajas de cambio automáticas en todos sus modelos, incluso en los más deportivos, como era el caso del C32 AMG. Hablamos de un cambio con convertidor de par y cinco relaciones, que la marca denominó Speedshift y se compartía con el Mercedes SLK32 AMG. Tenía manejo secuencial y además, también tenía función adaptativa.
Una de las características más comunes en los Mercedes AMG, al menos en aquellos primeros años de trabajo, era un tren de rodaje que siempre buscó el compromiso entre la eficacia y el confort. Y no vayamos a pensar que eran suspensiones blandas, ni mucho menos. En realidad, para poder mantener bajo control todo el potencia del coche y ofrecer un comportamiento al nivel esperado, todo era más duro y rígido, pero la suavidad típica de Mercedes seguía intacta.
La revista Automóvil, en el número 289, pudo probar una unidad del Mercedes C32 AMG y por lo general, todo fueron elogios. Por ejemplo, Juan Collin, conocido periodista del equipo de la revista, decía que el V6 alimentado por compresor volúmetro desarrollado por AMG era una verdadera obra de arte de la ingeniería moderna; suave y agradable cuando se conduce relajadamente, pero con una fabulosa capacidad de respuesta cuando se le exprime a fondo. También decía que gracias a las trabajadas suspensiones, se lograba una impresionante velocidad de paso por curva y un gran aplomo en trazados rápidos.
El Mercedes C32 AMG era un sedán espectacularmente rápido, capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 5,2 segundos y de circular con un consumo medio de 11,5 litros, pero claro, era tremendamente caro para la época: 10.582.150 pesetas, unos 63.600 euros.
