El Audi quattro es un automóvil que no necesita presentación. Es conocido por todos los aficionados a los coches y deseado por muchos de ellos, precursor de la tracción total en turismos y campeón de rallyes en multitud de categorías en la década de los 80. Aunque el más famoso de todos no es el quattro “a secas”, el modelo que introdujo la tracción total en Audi y lo convirtió en su seña de identidad. No, el más famoso es el bestial quattro S1 del Grupo B de rallyes y su versión de producción, nacida para homologar el monstruo de competición, el Audi Sport quattro.
Una curiosidad del Audi Sport quattro, ya que se menciona, es que estéticamente está mucho menos equilibrado. Al cortarle la distancia entre ejes, su vista lateral quedaba muy descompensada, aunque también es justo reconocer que gracias a otras características, como sus marcados pasos de rueda o su frontal, con sólo dos proyectores (uno a cada lado) y entradas de aire más grandes, le hacían salvajemente atractivo.
Regresando al inicio, el Audi quattro, que se presentó por primera vez al público en el Salón de Ginebra de 1980, suponía un claro atrevimiento tanto por prestaciones como por soluciones empleadas. Cabe recordar que por aquellos años, Audi no tenía la imagen de “marca premium” que tienen actualmente, trabajaba para ganarse ese adjetivo pero todavía quedaba camino por recorrer. En cierto modo, el Audi quattro hizo mucho por lograr ese objetivo, acompañado por todos los modelos con tracción total que llegaron después, como el Audi 80 quattro o el genial Audi 200 quattro, demostrando que la firma de los aros tenía capacidades más que de sobra para crear y desarrollar soluciones muy innovadoras que podían ser útiles y servir para otros modelos.
Sin embargo, lo más atrevido que hizo el quattro fue incorporar un sistema de tracción a las cuatro ruedas, algo reservado hasta ese momento para los todoterreno, que eran conocidos como “4×4”, apelativo que todavía se sigue usando para un todoterreno aunque va cayendo en desuso. Además, se presentaba con muy desvergonzado, con un bloque de cinco cilindros turbo con 200 CV que ofrecía unas prestaciones más que dignas en su momento. Actualmente esa cifra de potencia no sorprende a nadie, la propia Audi ha dejado atrás esa cifra en un pequeño pero salvaje utilitario como es el Audi RS1, cuyo motor alcanza los 280 CV. En 1987 aumentaría ligeramente hasta los 203 CV y en 1983 pasó a 225 CV.
El Audi quattro logró eliminar muchas de los defectos que se le atribuían a un sistema de tracción total en la década de los 80, como era el exceso de peso (arrojaba en báscula 1.290 kilos) y montó, para más inri, un diferencial central de tipo Torsen totalmente mecánico (aparecido en 1987 en lugar del diferencial de bloqueo manual), que podía enviar hasta el 75% del par al eje con más agarre. De esta forma se logró una buena agilidad en carretera, aumentando considerablemente la seguridad.
Uno de los apartados más llamativos del Audi quattro es que está hecho de retales. Por un lado está la plataforma, tomada del Audi 80. En otro, el motor procedente del Audi 200 Turbo y la tracción total que se tomaba del Volkswagen Iltis. Evidentemente no se montó todo así, sin más, se trabajó y se configuró especialmente para la ocasión. El proyecto comenzó en 1977 y ya en 1978 se podía comprobar como la tracción a las cuatro ruedas ofrecía una superioridad notable en superficies deslizantes.
Han pasado 40 años de aquello y ahora, la tracción total es una característica especial de la marca, que además recibió la denominación quattro, como nuestro protagonista. La evolución ha convertido esta tracción total en un sistema tremendamente complejo, pero el espíritu es el mismo, lograr la máxima adherencia y las máximas prestaciones.