El automovilismo, aunque para el común de las personas sea simplemente una industria más que les provee de herramientas, se ha edificado sobre una enorme pasión. Se trata de un concepto un tanto complicado de explicar y de entender si realmente no te gusta este mundo. ¿A quién le puede levantar pasión un “simple” coche? Y, sin embargo, el automóvil ha llegado a ser lo que es gracias a un puñado de locos apasionados, sin los cuales, nunca habría evolucionado hasta nuestros días una máquina que, en sus inicios, eran ruidosa, sucia y suponía casi una tortura circular con ella.
Solo esa pasión explica la existencia de productos –pues en el fondo, los coches son productos– tan especiales como el BAC Mono, el Hispano Suiza Carmen o, por poner un ejemplo, el Dome Zero. Los dos primeros son coches conocidos, sobre todo el Carmen, cuyo desarrollo y puesta a la venta ha sido plenamente recogido por la presa durante los últimos años –se dio a conocer en 2019–, pero el último, además de ser el más antiguo de los tres ejemplos mencionados, es el menos conocido. Básicamente, porque se trata de un vehículo japonés que no tuvo una gran expansión y que apenas salió de su país de origen. No en balde, se trata de un automóvil extremadamente especial, con un diseño muy particular y unos objetivos, como cabe esperar, que no están en línea con todos los compradores. Algo bastante común en un coche nacido de la pasión.
Dome es una empresa fundada en 1975 por Minoru Hayashi, quien ya dirigía Hayashi Racing en Osaka –Japón–. El objetivo de Hayashi era crear coches tanto de competición como para carretera, aprovechando la experiencia que atesoraba en competición, así como la experiencia adquirida como proveedor y fabricante de piezas para coches de calle y competición. Piezas, por ejemplo, que abarcaban volantes, asientos, llantas e incluso amortiguadores. De hecho, Hayashi ya había probado con algunas creaciones en la década de los 60, que empleaban como base el Honda S600, pero para la ocasión, quería ir más allá de modificar un automóvil de producción.
Objetivo: financiar las carreras
Uno de los objetivos más comunes, cuando un apasionado decidide fabricar coches, es poder financiar las carreras con los beneficios obtenidos de sus ventas. Así empezó Ferrari a fabricar sus coches de calle, por ejemplo, y así pasó también con McLaren mucho tiempo después. Hayashi quería competir en Le Mans, que era uno de sus grandes sueños y el de muchos de sus empleados. Pero todos sabemos que correr en Le Mans no es sencillo, pero vender coches para financiar la prueba, todavía menos.
Así, el desarrollo del Dome Zero comenzó en 1975 y se presentó tres años después, en el salón del automóvil de Ginebra de 1978. El proyecto, aunque espectacular a simple vista, escondía unas soluciones muy tradicionales, aunque nunca llegó a producción y se quedó en un “simple” prototipos. El esqueleto del coche era un chasis semimonocasco de acero, con dos subchasis delante y detrás realizados con tubo de acero cuadrado. La suspensión era de tipo independiente en los dos ejes, con esquema de doble horquilla y por supuesto, amortiguadores Hayashi Racing, al igual que las llantas de 13 y 14 pulgadas –delante y detrás– y aleación fundida. También se instalaron barras estabilizadoras tanto delante como detrás y unos discos para los frenos fabricados por Girling.
Por otro lado, para reducir los costes y poder disponer de suficiente recambio a buen precio, se emplearon otros elementos procedentes de la producción en masa. Por ejemplo, la dirección de cremallera era del Honda Accord, las pinzas de freno eran del Subaru Leone y los semiejes eran del Toyota Cressida.
El motor no era de producción propia, pues a pesar de la experiencia y los conocimientos, no tenían la capacidad para desarrollar uno nuevo de forma económica y además, de forma rápida. Así, por tanto, se escogió un seis cilindros en línea de 2,8 litros de Nissan, concretamente el L28 con culata de dos válvulas y aleación y bloque de hierro. Alcanzaba, concretamente, los 2.753 centímetros cúbicos, tenía una compresión de 8,3:1 y de la alimentación se encargaba un trío de carburadores dobles Solex C40. La potencia era de 145 CV a 5.200 revoluciones y 225 Nm de par a 3.600 revoluciones. El cambio era manual de cinco relaciones –un ZF 5DS-25/2–.
La normativa impidió su llegada a producción
Aunque técnicamente era un coche muy tradicional, el diseño de su carrocería no lo era tanto. De su dibujo se encargó el diseñador jefe Masao Ono y estaba influenciado por infinidad de modelos que hoy día están considerador de culto: Lancia Stratos Zero, Mercedes C111, Lamborghini Countach… además, se dice que su calidad de realización era espectacularmente alta para ser un prototipo –por lo general, la calidad de realización de un prototipo es la justa, casi, para que no se desmonte, pues no son coches pensados para sufrir los avatares de un vehículo de producción–.
Era llamativo, muy llamativo, pero era un diseño que se consideró un poco anticuado, pues por entonces, el concepto de cuña tan acusada estaba dejando paso a otro tipo de formas menos radicales. Al menos, su habitáculo era digno de una nave espacial, con un volante de dos radios fabricado por Hayashi Racing, unos asientos muy inclinado y tapizados en ante de color verde, así como una instrumentación digital. Todo estaba tapizado, hasta los umbrales de las puertas –que eran extremadamente anchos–.
Sin embargo, aunque el coche llamó mucho la atención de todos, se sabía de antemano que nunca llegaría a producción. En aquellos años, las exigencias del Ministerio de Transportes japonés eran muy elevadas y la normativa era muy estricta para los fabricantes nacionales, y Dome no tenía los fondos necesarios para poder soportar el largo proceso de certificación. No obstante, la creación del coche no cayó en saco rato, porque sirvió para finar diferentes acuerdos con fabricantes de juguetes que fueron muy lucrativos, tanto como para abrir una nueva oficina en Kioto, para desarrollar un segundo prototipo –el Doke Zero P2– y para fabricar un prototipo de carreras para el Grupo 6 de Le Mans, donde llegó a competir en 1979 con el Dome Zero RL.
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