Spa-Francorchamps, sede del Gran Premio de Bélgica desde hace casi un siglo, no es un circuito fácil. Pero hoy su dificultad no es nada comparado con lo que pudo ser. Originalmente tenía el doble de longitud que hoy, 14 km, y recorría muchos caminos públicos. Al momento de la publicación de este artículo, la realización del mítico GP de Bélgica está en duda para 2023.
Sus orígenes
Spa-Francorchamps fue inaugurado en 1922 y dos años más tarde recibió su primera carrera de gran importancia, las 24 Horas de Spa-Francorchamps que hoy son un clásico de las carreras de resistencia. Mientras que el primer Gran Premio de Fórmula 1 se celebró en 1925. El Circuito de Spa-Francorchamps es uno de los circuitos más legendarios con un siglo de vida. Esencialmente se trataba de un circuito urbano sobre los caminos que conectaban los pueblos de Francorchamps, Malmedy y Stavelot, de gran velocidad y pocas medidas de seguridad. Era una de las pistas más rápidas junto a Monza. Conocido y elogiado por su increíble entorno natural y por su alta velocidad, el circuito era para muchos uno de los iconos principales de este deporte. Era muy peligroso y varias personas perdieron la vida intentando dominarlo.
Spa está ubicado en los campos de las Ardenas belgas, y el antiguo circuito se usaba, y todavía se usa, como vía pública cotidiana. Había casas, árboles, postes eléctricos, montículos y otros obstáculos ubicados justo al lado de la pista. Con lo que no contaba el trazado original es con la actual curva más mítica y emblemática del moderno Spa: Eau Rouge. Allí existía una amplia curva de izquierda-derecha-izquierda que llevaba el nombre de Ancienne Douane (antigua aduana) y que subía paulatinamente la montaña. El clásico viraje rápido se inauguró recién en 1939, cuando se decidió que era más atractivo y desafiante subir la pronunciada pendiente sin rodeos.
Si bien con el tiempo se incorporaron guardarraíles para proteger a los pilotos y a los espectadores, el viejo Spa nunca dejó de ser peligroso. Tener un despiste, ya sea por un error de pilotaje o por una falla mecánica podía significar el estrellarse contra una casa, un poste de teléfono o caer por pronunciadas pendientes.
La recta de meta estaba ubicada previo a Eau Rouge. Tras la que hoy es la recta de Kemmel (en aquel entonces eran varias curvas de alta velocidad), la pista original continuaba su rumbo y pronto giraba hacia la izquierda. Esa curva era en cuesta abajo tras lo que había sido el punto más alto de la pista, más de 100 metros por encima del punto más bajo. En el poblado de Burnenville se giraba hacia la derecha. Tras un rápido izquierda-derecha en Malmedy iniciaba una larga recta que era interrumpida por Masta Kink, una de las zonas más memorables de la versión antigua. Un ajustado izquierda-derecha entre casas que no daba lugar al error. Perder el control allí terminaría con tu coche impactando con alguna de ellas. En el pueblo de Stavelot, el ingreso a una ciudad formado originalmente por una curva lenta fue reemplazado pronto por una curva peraltada rápida. Tras La Carriere y otras curvas de alta velocidad, se ingresaba a lo que hoy es el circuito actual antes de Blanchimont, para desembocar en la horquilla a derechas que hoy es la curva 1 (La Source) y llegar a la antigua recta de meta. Como veréis, casi en la totalidad del circuito se recorría a plena aceleración.
Un triste historial a sus espaldas
La lista de fallecidos en el viejo Spa es amplia. A pesar de esto, solamente dos fatalidades fueron en carreras de Fórmula 1. Ambas ocurrieron en el Gran Premio de 1960, pero en accidentes distintos. En la vuelta 20, Chris Bristow perdió el control de su coche, chocó un terraplén y luego un alambre de púas que le producirían la muerte. Una vuelta más tarde, Alan Stacey fue golpeado en la cara por un ave, que provocó un accidente que también resultó fatal.
En 1966, la carrera dio inicio justo cuando llegó una fuerte tormenta que provocó el abandono de nueve de los 16 participantes en la primera vuelta. El más impactante fue el del joven Jackie Stewart, que se estrelló contra un poste de teléfono y luego aterrizó en una zanja en Masta Kink. Estuvo unos 20 minutos atrapado dentro del coche y fue socorrido por otros pilotos que se habían accidentado y por espectadores. Este accidente marcó al escocés, quien a partir de ese momento veló por mejorar la seguridad en las carreras. Otro de los accidentados fue Jo Bonnier, quien perdió el control de su Cooper en Burnenville, el cual finalmente quedó en equilibrio sobre el borde de un parapeto. Aquella carrera coincidió con la filmación de la película Grand Prix, estrenada ese mismo año, en la cual se muestra el coche accidentado de Bonnier.
En aquella temporada 1970, el circuito volvía al calendario tras un año de ausencia. Luego de la carrera de 1968, la insistencia de Stewart y otros pilotos obligó a la Fórmula 1 a mejorar la seguridad del circuito. Se rodeó gran parte de la pista con protecciones y se colocó una chicane en la intersección de Malmedy, después de la bajada desde Stavelot. Bruce McLaren había logrado, sin saberlo, en Spa 1968 su última victoria. Días antes del Gran Premio de Bélgica de 1970, falleció probando un sport prototipo en Inglaterra. Aquella carrera será siempre recordada por ser la última de la Fórmula 1 en el antiguo Spa, y por ser la segunda y última victoria del mexicano Pedro Rodríguez.
El circuito de siete km que hoy conocemos apareció en el calendario de la Fórmula 1 en 1983. Antes de eso, la versión extendida continuó utilizándose para otras competencias como las 24 Horas y el motociclismo, pero una racha de accidentes fatales llevaron a las autoridades a, en 1978, prohibir el uso de la pista si no se realizaban grandes reformas, dando fin a la historia de este inolvidable circuito.
Solamente Alberto Ascari, Juan Manuel Fangio y Jim Clark lograron ganar en más de una ocasión el Gran Premio en el antiguo Spa. El escocés es el piloto que más veces alcanzó la gloria en esta pista, con un total de cuatro victorias consecutivas entre 1962 y 1965.
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