Hablar de deportivos estadounidenses siempre se suele centrar en los típicos Corvette, Viper o los Muscle Car que tanto gustan en todo el mundo, con el Ford Mustang a la cabeza. Pero también hay otro tipo de coches que levantan pasiones y a simple vista no son tan llamativos. Coches como el Buick GNX, un coche que no parece gran cosa pero que esconde muchas sorpresas.
Los entendidos ya conocerán este coche y habrá que, sin conocerlo, podrán entrever que no se trata de un simple coupé. Si sabes en donde mirar, el Buick GNX presenta pinceladas de todo lo que ofrece y no nos referimos a su decoración, dominada casi por completo por el color negro. Pero para poder conocer al Buick GNX, tenemos que conocer primero la base de partida, el Buick Regal Grand National, un modelo que ya desde el primer momento prometía convertirse en un clásico americano de colección.
El Buick REgal Grand National se hizo famoso por sus prestaciones, montando un raro motor turbo (en Estados Unidos), que con 6 cilindros en V y 231 pulgadas cúbicas (3.785 centímetros cúbicos), superaba los 245 CV. Sí, comparado con un turbo europeo parece tener poca potencia para su cilindrada, pero en Estados Unidos las cosas son diferentes y estamos a finales de los años 80, se trata de una cifra bastante respetable. También hay que tener en cuenta el enfoque de la marca, pues Buick no era un fabricante de deportivos, sino más bien de automóviles para usuarios que buscaban cierto grado de lujo e imagen, pero sin grandes prestaciones deportivas.
Cambio de imagen hacia algo más pasional
La primera piedra para la aparición del Buick GNX, denominación que significa Grand National eXperimental, comienza en la NASCAR, una de las competiciones automovilísticas más populares de Norteamérica. Más concretamente a los años 1981 y 1982, cuando el piloto Darrel Waltrip logró varios éxitos a los mandos de un Buick Regal preparado por la propia marca, algo que fue tomado como una señal por el entonces directivo de la firma, Lloyd Reuss, quien quería cambiar la imagen de Buick.
El Buick GNX es un coche que no parece gran cosa, pero esconde muchas sorpresas
Por aquellos años, por usar un ejemplo más cercano al mercado europeo, Buick era como Mercedes hace unos años, eran coches para gente adulta, gente mayor que buscaba coches fiables, cómodos y con imagen. Reuss quería, como hizo Mercedes, dar un cambio a la firma y avanzar hacia algo más pasional y menos señorial, ofrecer coches que quisieran comprar personas de cualquier edad y abrir la puerta, al mismo tiempo, a los amantes de las altas prestaciones. ¿Por qué no aprovechar las victorias del Buick Regal en la NASCAR para comenzar con ese cambio?
Obviamente, se pensó en el propio Buick Regal para una versión de calle de mayores prestaciones, a la que se llamó, como hemos comentado anteriormente, Grand National. Esta denominación la usó la NASCA hasta 1971, así que, libro ahora de derechos, era perfecta para hacer referencia a la misma competición. No obstante, la visión de un coche deportivo estadounidense suele ser diferente, como seguro ya sabréis. Los Grand National no eran una versión propiamente dicha, eran un paquete de equipamiento como puede ser el paquete ZL1 para los Camaro. De hecho, Buick era propiedad de General Motors al igual que Chevrolet, por lo que no resulta raro esta forma de trabajar.
Las primeras versiones del Regal Grand National podían elegir entre el característico V8 yankee o un nuevo V6 turbo de 3.8 litros que, en sus primeras generaciones, rendía unos 200 CV y unos 400 Nm de par. No eran malas cifras e incluso permitían al modelo de Buick quedarse muy cerca en aceleración (de 0 a 96 km/h y en el cuarto de milla) del Chevrolet Corvette de aquel momento. No obstante, no todos estaban contentos con este propulsor, pues su respuesta y su forma de entregar la potencia no eran como en los V8, motores a los que estaban acostumbrados los clientes tipo de la marca.
El caso es que se siguió apostando por ese propulsor y se volvió un motor de serie para 1984. En Estados Unidos, al menos hasta hace unos años, se ofrecía el coche con un motor “de serie” y luego se ofrecía otras opciones como un extra. Es decir, si un cliente compraba un coche sin recurrir a las opciones, siempre iba equipado con el mismo motor. En Europa los motores no son extras y no hay motor “de serie”, hay que elegir uno de los propulsores disponibles cuando se compra un coche.
Además de comenzar a ofrecer el V6 turbo de base, también se tomó la decisión de eliminar todos los colores de la paleta y ofrecer el modelo únicamente en negro, sin casi ningún cromado, algo bastante poco habitual en tierras norteamericanas. También se siguió evolucionando el motor, llegando a los 235 CV y casi 450 Nm de par y en 1987 se llegó a los 245 CV y 481 Nm de par. Para entonces, corrían rumores sobre las cifras declaradas por la marca, las cuales estaban por debajo de las logradas realmente para no hacer sombra al Corvette. Unos rumores que se deben a unas pruebas de Car and Driver, quienes constataron gracias a un banco de potencia, que el Buick Regal GN ofrecía hasta 290 CV. Dicha prueba también tuvo una pequeña sombra sobrevolando la unidad de prensa, pues no es nada raro que algunas unidades destinadas al parque de prensa, tengan algún retoque en el motor.
General Motors estaba viendo que este coche haría mucho daño al Corvette, así que tomó la decisión de lanzar una nueva generación para el Regal, momento en el que pasó a ser un tracción delantera, una configuración que han mantenido hasta el día de hoy (hasta hace muy poco, contaban en su catálogo con modelos de Opel con el sello de Buick…). También se impidió que la marca siguiera su camino hacia algo más pasional, pues era terreno de Chevrolet, volviendo a su original situación de coches más enfocados para gente que no busca deportividad.
Esto no puede quedar así
Era el fin del Buick Regal Grand National, objetivo principal, según se dice en su tierra natal, de ofrecer una plataforma con tracción delantera en los modelos de Buick. No obstante, la marca no quedó mirando como las cosas ocurrían, sin más. Podemos decir que, en un acto de rebeldía, seleccionaron 547 unidades de las 20.740 que se habían fabricado en 1987, para crear algo especial, algo muy especial.
Dichas unidades se enviaron a la división norteamericana de McLaren, para que dieran forma al Buick Regal definitivo. Y vaya si lo hicieron. El motor seguía siendo el mismo V6 Turbo, pero había varios cambios. Por un lado, se mejoró la respiración del motor con una nueva admisión y un escape de mayor flujo. Se cambió el turbo, se añadió un intercooler y se instaló un diferencial reforzado en el eje trasero y una caja de cambio automática más resistente. Es más, McLaren cambió incluso la arquitectura de la suspensión para mejorar el comportamiento en carretera a altas velocidades, puso amortiguadores con mayor firmeza y unas barras estabilizadoras más grandes.
Así es como nació el Buick GNX, o Grand National eXperimental, que rendía 276 CV y casi 490 nm de par. Y así es como Buick tuvo que seleccionar a los concesionarios que podían vender los GNX, ya que fueron un auténtico éxito. Sobre todo, después de la prueba de Car and Driver, que logró un sprint hasta los 100 km/h de 4,7 segundos y una aceleración en el cuarto de milla de 13,5 segundos, con una velocidad de salida de 164,1 km/h. Cifras muy buenas para entonces.
El Buick GNX se vendió en su momento a un precio de 29.290 dólares (25,305 euros sin sumar inflación), pero hoy es complicado encontrarlo por menos de 80.000 euros. Incluso pueden llegar a los 150.000 euros (una unidad con solo 8,7 millas en el marcador se vendió en una subasta por 237.591 euros). En el caso del Grand National, las cosas son diferentes y hay unidades desde apenas 16.200 euros.
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