El Corvette es, junto al Mustang, la esencia más pura del automovilismo estadounidense, aunque su gestación tiene mucha influencia europea. No olvidemos que tanto el Corvette como el Mustang, surgieron tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados estadounidenses volvieron a casa tras haber conocido algunas cosas que teníamos por aquí, como los coches deportivos –especialmente los sencillos y ligeros roadster británicos–. Realmente, se podría decir que el Corvette es la interpretación del deportivo europeo según los gustos norteamericanos.
Al menos así era al inicio de su historia, allá por la década de los 50, cuando apareció la primera generación del Corvette. Actualmente, aunque el motor de su versión más prestacional está inspirado en un V8 de Ferrari –así lo admitió Jordan Lee, jefe de ingeniería de Chevrolet, en 2022–, el Corvette C8 es un auténtico deportivo estadounidense hasta el último tornillo.
La inspiración europea del primer Corvette se nota rápidamente al abrir el capó de las primeras unidades fabricadas, pues allí no había un V8, lo que se escondía bajo el capó delantero era un seis cilindros en línea. De hecho, el Corvette C1 se vendió durante sus dos primeros años, exclusivamente con un motor de seis cilindros y se le conoce como Corvette Blue Flame. Una versión, por cierto, poco apreciada y un tanto denigrada por los amantes del Corvette –y solo por tener un seis cilindros en lugar de un V8… –.
Es decir, el Chevrolet Corvette, el primer Corvette que se puso a la venta, tenía un motor de seis cilindros… pero había un motivo más allá de la inspiración europea para esa solución. A finales de 1951 se puso en marcha el llamado “Project Opel”, una denominación que pretendía confundir a la competencia, no en balde, en aquellos años, Opel todavía formaba pare de General Motors y era algo lógico que Opel llevara a cabo determinados desarrollos. La idea era crear un deportivo biplaza descapotable auténticamente americano, para ofrecer a los conductores estadounidenses ese concepto de automóvil que tanto les había gustado en Europa. Y esa idea surgió de la mente de Harley Earl, que por aquellos años trabajaba en General Motors.
La primera iteración del Corvette, que todavía no se llamaba así, estaba terminada en enero de 1953 y fue presentado en la exposición itinerante Motorama de General Motors, con una muy buena acogida por parte del público. De hecho fue tan buena, que los dirigentes del gigante automovilístico norteamericano vieron la necesidad de poner el producto rápidamente en producción. Las primeras unidades salieron de la línea de montaje en el mes de junio del mismo 1953 y con tal de no tener retrasos en el montaje, solo se ofrecía de color blanco con la tapicería roja –por eso, la imagen más característica del Corvette C1 es un coche de color blanco y tapicería roja–.
General Motors quería ofrecer un producto relativamente asequible y que, además, permitiera relanzar la imagen de marca de Chevrolet. El objetivo era de ofrecer el coche por unos 2.000 dólares de la época, pero finalmente el precio fue de 3.490 dólares. Además, el conjunto motor-transmisión era bastante particular. El motor era un seis cilindros en línea llamado “Blue Flame”, que tenía 3,9 litros de cilindrada y suponía una “virguería” para la época. Tenía pistones de aluminio, una relación de compresión de 8:1 y la alimentación corría a cargo de tres carburadores. Rendía 150 CV, que se gestionaban a través de un cambio automático de dos relaciones.
El cambio, con convertidor de par y denominado Powerglide, se escogió frente al cambio manual, porque en aquellos años, el cambio automático suponía una tecnología de vanguardia y los responsables de producto de Chevrolet pensaron que si se ofrecía con una transmisión manual podría considerar como un producto poco avanzado y lejos de las tendencias del momento. Con ese conjunto motor-cambio las prestaciones no era malas para su época, con una velocidad máxima de 175 km/h y un 0 a 100 km/h en unos 11,5 segundos, sin embargo, las ventas de este primer Chevrolet Corvette fueron decepcionantes. La prensa especalizada de la época no tuvo buenas opiniones respecto al coche y aunque no era lento, se consideró que las prestaciones no cuadraban con su sensacional diseño –para la época, se entiende–.
La solución a sus malas ventas llegó en 1955 y sí, era un motor V8, el primer “Small Block” de Chevrolet y además, el primer V8 de la marca desde 1919. Tenía 4,3 litros, rendía 195 CV y por si fuera poco, se podía asociar a un cambio manual de tres relaciones.
Escoger un motor de seis cilindros, entre otras cosas, fue motivado por el auge que tenía en aquellos años el Jaguar XK120, pero también porque el motor V8 Small Block estaba todavía en desarrollo y para más inri, no disponían de un cambio manual que soportase la potencia del seis cilindros en esos momentos.
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