El Porsche 959 fue un hito, un coche que rompió los esquemas de muchos conductores y de algunos fabricantes, innovando y ofreciendo unas prestaciones que estaban muy lejos de los rivales. Sí, fue un coche diseñado para el Grupo B de rallyes, en el cual no pudo participar, al igual que ocurrió con otros modelos como el Ferrari 288 GTO. Y sí, su potencia de 450 CV, aunque respetable, hoy resulta escasa para un superdeportivo de su categoría. Pero hablamos de un coche de los años 80 capaz de ganar en las 24 Horas de Le Mans y en el Dakar el mismo año.
Aquella fue una gesta que ningún otro automóvil ha vuelto a repetir y tal y como están las cosas, no se volverá a ver nada parecido. La competición de máximo nivel se ha especializado muchísimo y ahora, si quieres lograr el éxito, no puedes jugar a dos bandas y debes centrarte en un solo objetivo. Eso es un mérito más para el Porsche 959, pues ni estaba pensado para competir en circuitos ni estaba diseñado para ganar el Dakar. Era un coche de rallyes que se quedó sin competir por diferentes motivos, que la firma alemana adaptó para que ganara en otras competiciones.
En la edición de 1986 del París-Dakar, el Porsche 959 llegó a rodar por las dunas del desierto a una velocidad de 242 Km/h
El Porsche 959 se presentó en el Salón de Frankfurt de 1983 en forma de prototipo con un nombre que dejaba claro su objetivo, pues la marca lo denominó Porsche Grupo B. Una base de partida era el Porsche 911, pero al final del proyecto poco quedó del mítico “todo atrás” alemán y cuando estuvo acabado, en 1985, finalmente no se inscribió en el Mundial de Rallyes del Grupo B porque los rivales habían evolucionado hacia coches más pequeños y ligeros, aunque nadie duda que si hubiera participado en el campeonato habría sido un arma temible. Fue casi premonitorio, porque el Grupo B fue eliminado del mapa en 1986.
Sus gestas quedan para el recuerdo
Curiosamente, decir que un Porsche no logró grandes gestas en competición parece una contradicción, Porsche tiene un palmarés en carreras espectacular y es uno de los rivales a batir en casi cualquier categoría. Sin embargo, el 959 era extremadamente caro, 40 millones de las antiguas pesetas (unos 240.400 euros sin sumar la inflación) y no era ni mucho viable para equipos pequeños, mientras que los equipos más punteros preferían el brutal Grupo C, algo así como el Grupo B de rallyes, pero en circuitos.
En Porsche trabaja gente muy inteligente, con una capacidad de ver oportunidades donde nadie las ve (¿Si no, ¿cómo se explica que sigan con un motor colgado tras el eje trasero…?), así decidieron reverdecer laureles en el desierto donde antes ya había triunfado con el 911. Es más, aquel 911 que ganó en el Dakar escondía un sistema que haría del Porsche 959 una bestia en carretera y nuevamente en el Dakar: la primera transmisión a las cuatro ruedas de Porsche, que, para más inri, era un sistema muy sofisticado.
Así, en 1985, Porsche alineó tres unidades del Porsche 959 entre los inscritos para participar en el entonces París-Dakar. Su primera participación no fue algo que se pudiera recordar, pues tan solo lograron tres victorias de etapa. Y eso que entre los pilotos oficiales estaban nada menos que Jackie Ickx y René Metge. Pero Porsche no se dio por vencida y se presentó nuevamente en 1986 con los 959 revisados para la ocasión: suspensiones reforzadas y con 30 centímetros de altura libre al suelo, un motor que perdía 50 CV para asegurar mayor fiabilidad y reducir consumos junto a un sistema de refrigeración más eficiente, así como un depósito de 330 litros.
En esta ocasión sí lograron destacar, con velocidades que llegaron a los 242 km/h ¡por las dunas del desierto! Dos Porsche 959 coparon la primera y la segunda posición (Ickx quedó segundo) ganando solo dos etapas cada uno, mientras que la tercera unidad quedó sexta, pero con matices. Este 959, el que pilotaba Kussmaul, tuvo que reconvertirse en coche de asistencia, participando cargado de repuestos y herramientas y estando obligado a parar antes cualquier problema de los otros dos Porsche 959. ¡Y aun así quedó sexto!
También ganó en Le Mans en 1986
Al tiempo que se hacía con una de las pruebas más duras del mundo (esa edición del Dakar de 1986 está considerada como una de las más exigentes hasta la fecha), se preparaba para atacar el circuito de La Sarthe, donde se celebran las 24 Horas de Le Mans. Pero lo hacía de una forma un tanto compleja. Al ser un coche del Grupo B, corría en la categoría IMSA, pero como era el único con tracción total, tenía una categoría propia para él: IMSA GTX. ¿Corría en una categoría sin rivales? Además, estaba claro que los desproporcionados Grupo C, con los Porsche 956 y Porsche 962, era inalcanzable.
Cuando se presentó en la parrilla de salida lo hizo como Porsche 961, no como 959, y su motor se potenció hasta los 680 CV. Además, se modificó la carrocería todo lo que permitía el reglamento para mejorar el comportamiento aerodinámico teniendo en cuenta la enorme recta trasera, Hunaudieres, donde se podía llegar a estar un minuto con el gas a fondo, pudiendo superar velocidades de auténtica locura (allí es donde se lograron los 400 km/h con el WM P88 con motor Peugeot). A los mandos se puso a René Metge, un veterano de las 24 Horas de Le Mans, junto a Jean Claude Ballot Lena.
Obviamente, quedó primero de su categoría, no en balde, era el único coche que competía, pero hay que destacar que acabó séptimo de la general, por detrás de seis Porsche de la categoría C1. Era un coche de producción adaptado a competición, que ganó a muchos prototipos diseñados expresamente pensando en La Sarthe.
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