Hay una constante en la industria del automóvil, o al menos la había, que daba como resultado algunos de los mejores coches que se han desarrollado. Esa constante tiene que ver con ingenieros con una pasión inusitada, algo de tiempo libre y acceso a un banco de órganos casi ilimitado. Personas que han invertido su tiempo libre en dar forma al coche de sus sueños, o al menos, al coche que más se acerba a sus sueños, mientras otros, vieron una oportunidad y mucho potencial en una idea, la cual llevaron a cabo en sus ratos libres, gracias al acceso a material para trabajar.
Así es como nació uno de los coches más deseados e imitados hasta nuestros días: el Volkswagen Golf GTI. La primera generación del Golf GTI se presentó durante el Auto Show de Frankfurt de 1975, desde entonces, se ha sucedido ocho generaciones del modelo, aunque, curiosamente, no fue el primer coche en acuñar estas siglas, lo fue un Maserati, el 3500 GTi de 1960. De hecho, hay incluso una moto con las siglas GTI, el Kymco People 125 GTi, más una interesante lista de modelos como el Peugeot 309 GTi, el más que mítico Peugeot 205 GTi, el SEAT Ibiza GTi dentro del propio Grupo Volkswagen y, obviamente, coches como el Volkswagen Polo GTI. Sin embargo, ninguno de ellos logró calar tan hondo y dejar tan marcada su esencia como lo hizo el pequeño Golf. Porque sí, cuando apareció el primer Volkswagen Golf era un coche pequeño.
Esa característica, su pequeño tamaño, fue una de las cosas que más influyó en que un ingeniero con pasión por su trabajo y con una mente privilegiada, viera el potencial que suponía el coche. El Golf era un coche, digamos, básico, pero que ofrecía unos acabados y una conducción un poco por encima de la media, pero que se vendía con motores poco potentes. En esos momentos, un coche del grupo, el Audi 80 GTE, se colocaba como una versión deportiva y muy interesante por su motor de 1.6 litros y 110 CV. Este ingeniero tuvo la idea de poner ese motor en un Golf, con el objetivo de crear un coche divertido de conducir, con un comportamiento muy ágil y unas buenas sensaciones. Le comentó la idea a unos compañeros que, como él, vieron el potencial de dicha creación y se pusieron todos, en total secreto, a trabajar en el proyecto de forma extraoficial, empleando sus ratos libres. Ese ingeniero visionario era Anton Konrad y acababa de imaginar lo que acabaría siendo el Volkswagen Golf GTI.
Anton Konrad era el jefe del departamento de prensa y desde muy pronto, estuvo envuelto en toda clase de ideas locas que provocaron, incluso, que se hablara de ello en el parlamento alemán. Fue con el Beetle GSR –Gelb-Schwarzer Renner–, una versión más, de las muchas que se crearon, del Volkswagen que rendía tan solo 60 CV, pero era lo más racing que se creó con base de ese modelo. Tras este “Escarabajo”, siguió con su “libertad” de acción, de donde salió el Golf GTI. Y ponemos libertad entre comillas porque, en realidad, estaba desobedeciendo órdenes.
“Creí que era posible atraer al público joven a una marca clásica como Volkswagen gracias a un coche como el GTI. El Golf de serie podía traer hasta 85 CV. Mi idea era crear un coche más potente. Crear una categoría atractiva para los jóvenes, que buscan imagen y deportividad, pero también para otro tipo de público que estuviese interesado en los coches deportivos y la competición. “El reto estaba en el que el coche debía ser deportivo pero también debía ser bueno en ciudad y en la autobahn. En aquella época también había gente que gastaba su dinero modificando los coches a su gusto. El reto era importante”., comentó el propio Konrad a TopGear durante una entrevista.
Es evidente que logró su objetivo, aunque hoy el Golf GTI sea un coche al alcance de unos pocos por su precio. Lo más interesante de todo, es que nadie quería ese coche dentro de la propia Volkswagen y la gente de marketing, como pasó, por ejemplo, con el Porsche 911 Carrera 2.7 RS, dijo que no se deberían hacer más de 5.000 ejemplares porque sería difícil venderlos. Hubiera estado bien ver la cara de los mismos responsables cuando se lograron vender 30.000 unidades el primer año y más de 400.000 coches al final de la vida comercial de la primera generación del Volkswagen Golf GTI.
La receta del primer Golf GTI era sencilla: el motor 1.6 de 110 CV –un cuatro cilindros de 1.588 centímetros cúbicos e inyección Bosch K-Jetronic–, que tenía que mover un conjunto de poco más 800 kilos y lograba una relación peso-potencia de 134 CV por cada 1.000 kilos, o dicho de otro modo, poco más de 7,30 kilos por caballo –todo coche con una relación peso-potencia por debajo de 10 kilos por caballo, se puede considerar divertido y ágil, mientras que a partir de cinco kilos por caballo es todo un deportivo–. La suspensión se endureció y se bajo 20 milímetros respecto a un Golf normal, se montaron barras estabilizadoras en los dos ejes y se añadió una imagen acorde con las prestaciones: 0 a 100 km/h en nueve segundos y una velocidad máxima de 180 km/h.
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