¿Sabéis cuál es el origen de smart? Ese fabricante de automóviles canijos, pensados para ciudad y que actualmente solo comercializa vehículos eléctricos… ¿Conocéis como empezó todo? La historia comienza en la década de los 90 con MCC Smart, que era la contracción de “Micro Compact Car Swatch Mercedes Art”, donde Swatch es el famoso fabricante de relojes suizo y donde Mercedes, es, efectivamente, la Mercedes que todos conocemos. Una asociación cuanto menos curiosa, que dio como resultado un coche igualmente inusual.
La verdad es que smart ha sido una compañía que ha tenido momentos realmente interesantes en su vida como fabricante de automóviles. Empezó con el smart fortwo, que no se llamaba así, sino smart City Coupé, para luego pasar a denominarse ForTwo cuando al marca comenzó a ampliar su gama con diferentes modelos, como el smart FortFour, un coche que destacó por su comportamiento dinámico o los interesantísimos smart Coupé y smart Roadster, dos modelos que buscaron combinar la deportividad con el estilo de vida urbano y desenfadado de smart, aunque resultaron coches un poco incomprendidos, principalmente por la marca que los firma y también por su concepción y prestaciones.
El smart Roadster y el Roadster Coupé, dos coches totalmente diferentes y reconocibles por su diseño, se dejaron ver por primera vez en el salón de París del año 2000 en formato concept car, es decir, como prototipos “de salón”, para dos años después, aparecer en su versión definitiva de producción, la cual, era un calco de los prototipos vistos aunque con ruedas más pequeñas. Es el típico caso donde un concept car pasa a producción casi sin cambios, aunque en realidad, el diseño final hace tiempo que fue decidido y lo que vemos en los salones es un simple adelanto, una forma de medir la aceptación que tendrá el coche y por supuesto, puro marketing.
Pero dejemos esas cosas de lado, que poco importan ahora, pues ambos modelos son realmente algo fuera de lo común tanto en su momento como ahora. smart, por entonces, era una compañía que solo ofrecía el smart City Coupé, el cual se vió acompañado por estos dos modelos que rompían, sin duda alguna, con todo lo establecido. Eran muy pequeños, como cabría esperar en la marca –eran más cortos que un Mazda MX-5, por ejemplo– y eran muy ligeros –790 kilos–, al tiempo que compartían muchos elementos con el City Coupé para rebajar los costes, entre los que se incluía el motor, un tres cilindros turbo de 698 cenímetros cúbicos, unido a un cambio robotizado que resultó ser nefasto por si extrema y exasperante lentitud de actuación. De hecho, el cambio fue el motivo para que muchas revistas de la época barrieran el suelo con el pequeño y llamativo deportivo de smart.
Ciertamente, la opinión de la prensa especializada fue de lo más variopinta, sirva de ejemplo que el señor Jeremy Clarkson, conocido por su afilada lengua, dejó que le encantó y afirmó que “era igual a esos coches deportivos ligeros y elegantes de los años 50 y 60”. Quizá un poco exagerado, pero ya se sabe, para gustos los colores. Sobre todo en lo concerniente a la caja de cambios.
No obstante, lo peor del smart Roadster y del Roadster-Coupé, fue la gran cantidad de dinero que le costó a la compañía en reclamaciones de garantía, pues al parecer, la protección de la intemperie era como esos coches de los años 60 con los que los comparó Clarkson.
Una curiosidad del los smart Roadster y Roadster-Coupé, fue que contaron con sendas versiones Brabus. Sí, el especialista en potenciación de modelos de Mercedes, trabajó en estos pequeños deportivos y los potenció hasta los 101 CV, una cifra bastante alta para el tipo de coche y el tamaño, que servía, entre otras cosas, para presumir de una velocidad máxima de 195 km/h. Eran –y son– los más caros entre todas las versiones y los más escasos en el mercado –la empresa tenía previsto vender 40 unidades al año en España–. Su precio original era de 26.445 euros en el caso del Roadster, y de 28.160 euros en el caso del Roadster-Coupé.
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