Yamaha es una empresa conocida por una pequeña parte de su actividad, centrada en la fabricación de motocicletas. Sin embargo, como muchas otras empresas japonesas, Yamaha tiene muchos frentes en su estructura y uno de ellos, uno de los más importantes, está representado en su logo, que, por cierto, y si por si alguien no lo sabía, son tres diapasones. Los diapasones son instrumentos metálicos, empleados para la afinación de instrumentos musicales y el análisis musical.
Como empresa, la Yamaha Corporation fue fundada en 1887 como fábrica de pianos y armonios por Torakusu Yamaha, aunque en aquellos tiempos su denominación era Nippon Gakki Company Limited. La importancia de esta empresa en el mundo de la música es tal, que crearon la primera sala de investigación acústica de la historia y llegaron a revisar la acústica del edificio Dieta de Japón en 1931.
Fue tras la Segunda Guerra Mundial cuando se adentraron en la fabricación de motocicletas, aprovechando la experiencia adquirida junto a la maquinaria que se había comprado para la contienda. Una pequeña parte, la más conocida para muchos, dejando de lado cosas como que actualmente es el mayor fabricante de instrumentos del mundo (fabrica pianos, tambores, guitarras, bajos, percusión sinfónica, violines, violas, violonchelos…), además, también es líder en fabricación de semiconductores, productos audiovisuales y hasta artículos de informática, deportivos, electrodomésticos, mobiliario, robótica industrial…
El OX99 fue un motor creado en 1991 para competición y que fue la primera piedra para la creación del OX99-11
Por tanto, ¿acaso le sorprende a alguien que en la década de los 90 probaran con un coche superdeportivo y super radical? Yamaha, algo que muchas personas no saben, también fabrica motores de coches. Fabricó un motor de Fórmula 1 en la década de los 80 para el equipo Zakspeed y entre otras cosas, más cercanas en el tiempo, trabajó con Toyota para desarrollar el motor V10 del sensacional Lexus LF-A. Y no nos olvidemos del Toyota 2000GT, que tenía más de Yamaha que de Toyota.
Allá por los 90, aprovechando el tirón de la competición y de su relación con la marca, desarrollaron un superdeportivo especialmente radical y llamativo, el Yamaha OX99-11, con el que sorprendieron a todo el mundo en el momento de su presentación. Un coche que de vez en cuando es recordado por los aficionados y en otras ocasiones, cae en el olvido durante algún tiempo.
Yamaha había diseñado un propulsor V12 con 3,5 litros y un ángulo entre bancadas de 72 grados y cinco válvulas por cilindro, cuya denominación era OX99. Un motor creado en 1991 para competición y que fue la primera piedra para la creación del OX99-11. El proyecto, no obstante, ya llevaba tiempo rondando en las cabezas pensantes de la compañía desde hacía tiempo, pero hasta el momento en el que Zakspeed abandonó la Fórmula 1, no vieron el momento para llevarlo a cabo.
Para ello, crearon la compañía Ypsilon Technology en Reino Unido, para reforzar el proyecto de la F1 y fue entonces cuando comenzó el desarrollo del coche. Contaron con la ayuda de la consultora de diseño e ingeniería IAD, también con sede en Reino Unido. En primera instancia se pensó en un deportivo muy, muy radical, con una sola plaza, pero en Yamaha querían un biplaza en tándem, como ocurre con sus motos.
El coche se presentó a la prensa en 1992, tras un proceso de trabajo casi a la carrera. Cuando la prensa pudo tenerlo delante, acaban de terminar con las fases de pruebas en el circuito de Millbrook y en el túnel de viento del MIRA. Se hicieron tres prototipos, uno sin pintar, otro de color negro y el más visto en las redes y en las revistas, de color rojo. Algo que, para ser sinceros, no importa mucho, porque el coche no deja indiferente a nadie.
Su tamaño es realmente contenido, muy pequeño, con una carlinga para los ocupantes muy ceñida a los mismos (se abre hacia la derecha, con una sola puerta de tamaño considerable). El chasis, casi de un Fórmula 1, se fabricó con fibra de carbono y se acopló unas suspensiones también procedentes de la Categoría Reina.
El motor, el V12 de 3,5 litros OX99, no tenía ningún tipo de sobrealimentación, como era norma en la F1 en aquellos años. Rendía 450 CV a 10.000 rpm y era capaz de lanzar al conjunto hasta los 100 km/h desde parado en 3,1 segundos. La velocidad máxima se cifraba en 350 km/h, pero, curiosamente, el peso, aunque el coche es pequeño, era de 1.000 kilos.
Se tenía intención de fabricar 30 unidades, pero debido a la crisis económica de entonces (hay crisis económicas constantemente), no encontró compradores para el Yamaha OX99-11, y eso que se retrasó su comercialización hasta 1994. También influye que habría sido el coche más caro del mundo, con un precio superior a los 700.000 euros.
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