Pronto, muy pronto, seremos testigos de la desaparición paulatina de los vehículos con motor de combustión. Pasito a pasito, los fabricantes irán centrando su atención en la electricidad y veremos hacerse realidad el mayor cambio jamás producido en la industria del automóvil. Atrás quedarán tiempos que, para muchos, siempre serán mejores; máquinas irrepetibles, momentos inolvidables y locuras que la obsesión por la movilidad eléctrica hará desaparecer. Atrás quedarán coches como el Ford RS200, uno de los últimos Grupo B y también uno de los más especiales y únicos.
El Ford RS200 fue un coche cuya historia empezó tarde, después de tirar a la basura un desarrollo que estaba casi terminado: el Ford Escort RS1700T. ¿Por qué se prefirió empezar un proyecto nuevo a seguir con el que ya se tenía casi acabado? Pues en realidad, no lo sabemos fielmente. Se dice que la aparición del Audi quattro y su tracción total, hizo que los responsables del Grupo B americano, pensaran que era mejor empezar de cero, que desarrollar un sistema de tracción para el Escort RS1700T, aunque fueran a contrarreloj para terminar el coche. Del RS1700T se aprovechó el motor y alguna cosa más, pero el Ford RS200 era un proyecto totalmente nuevo.
Para la creación del RS200, se decidió que tomarían el mismo camino que tomó Lancia con el Stratos algunos años antes: empezar desde una hoja en blanco, sin tomar como base ningún otro modelo en producción y enfocar todo el diseño, exclusivamente, a la competición. Evidentemente, el presupuesto para algo así fue muy elevado y los directivos de la compañía no estaban muy contentos con la idea, pero dieron luz verde al proyecto. Había que llegar al Grupo B con todas las armas preparadas, o saldrían del campeonato escaldados. La competitividad era enorme y la repercusión del campeonato sencillamente espectacular.
El Ford RS200, además, tiene el honor de haber sido el segundo coche, tras el Ford GT40, de contar con un motor en posición trasera central, instalado en un chasis que disponía de una célula de supervivencia central y dos subchasis –uno delante y otro detrás–. La célula consistía en un piso de nido de abeja de aluminio y una jaula antivuelco de acero, mientras que los subchasis se hacían con tubo de acero. También presumía de una transmisión muy particular, diseñada para mejorar el equilibrio de pesos. Estaba desarrollada por FF Developments y consistía en una caja de cambios colocada delante del motor, de la cual, partía un eje hacia delante, donde se encontraba con un diferencial –hacía las veces de diferencial central–, que contaba con la conexión para eje delantero. Desde aquí, un segundo eje volvía hacia atrás para mandar la potencia a las ruedas traseras. Un sistema muy similar al montado por el último Nissan GT-R.
La primera unidad del Ford RS200 se completó en marzo de 1984, con el número de chasis 001. Su construcción comenzó en septiembre de 1983, después de recibir la luz verde de los dirigentes de Ford. El 12 de marzo de 1984, se mostró el coche a los ejecutivos de la compañía, quienes quedaron muy contentos con el trabajo y aprobaron el montaje de otros cinco prototipos adicionales. Así, en total se fabricaron seis unidades preserie, dos de ellos contaría con especificaciones de rallye, dos estarían destinados a producción y los otros dos serían mulas de pruebas.
Cuando se presentó el Ford RS200 001, mostraba la placa de matrícula B200 FMC, aunque el coche no estaba homologado ni registrado para circular por vías públicas y las placas de matrícula con prefijo B, no aparecieron en Reino Unido hasta el 1 de agosto de 1984. Esa placa de matrícula hacía referencia al Grupo B, al nombre que acabaría luciendo el modelo y a Ford Motor Company.
Se fabricó con volante a la izquierda, con una carrocería de color blanco, asientos tipo bucket de color rojo y un volante igualmente de color rojo. El resto de la tapicería era de color gris y era tela, nada de cuero. Otras características únicas tenían que ver con su carrocería, como son los paragolpes, diferentes a los que tendrían las unidades definitivas –sobre todo detrás–, la luneta trasera no tenía aberturas para la ventilación del vano motor y no había alerón trasero.
No se conocen las especificaciones del coche, aunque si tenemos en cuenta que montaba el motor del Escort RS1700T, podemos afirmar que escondía tras los asientos, un cuatro cilindros turbo con una cilindrada de 1.778 centímetros cúbicos, que en su versión “de calle”, rendía 250 CV, pero en competición podía superar los 400 CV. Fue uno de los coches que se emplearon para pruebas y desarrollo, siendo destruido en algún momento de 1990.
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