La historia de Ferrari es de sobra conocida por todos, o casi, destacando sus fuertes lazos con la competición. Enzo Ferrari fundó su propia empresa con la idea, única y exclusiva, de competir y acabó siendo la división deportiva de Alfa Romeo durante algunos años, estando presente en los mejores campeonatos del mundo. Posteriormente, tras unos intercambios de opinión con el señor Wifredo Ricart, terminó saliendo de Arese y dando comienzo a la fabricación de automóviles. No obstante, eran automóviles para competición, aunque también podían, en algunos casos, circular por vías públicas.
Enzo nunca quiso fabricar coches para el común de los mortales, nunca quiso ir más allá de la competición, pero las carreras son caras y hay que buscar financiación en algún lugar. Esa fuente de liquidez vino, efectivamente, de la producción de automóviles para vías públicas, de los coches para el común de los mortales, aunque mortales “comunes y corrientes” con una buena cuenta bancaria. Los Ferrari nunca han sido baratos, ni siquiera cuando empezaron. Pero el caso es que mucha gente se confunde cuando habla del primer Ferrari para vías públicas, del primer deportivo con el Cavallino Rampante en el frontal destinado a pisar el negro y vulgar asfalto de las carreteras públicas de todo el mundo.
Ferrari empezó a fabricar coches “de calle” en 1947, pero no eran coches para vías públicas propiamente dichos. En realidad, en aquellos años, los fanáticos del automóvil acudían al circuito, competían y se volvían a casa en el mismo coche, y eso es lo que, precisamente, hacía Ferrari. Su primera máquina con mítico sello del caballo “de manos” es el Ferrari 125S, el primer automóvil fabricado bajo el logo de Ferrari y por supuesto, animado por un motor V12. Sin embargo, aunque era un coche que podía circular por las carreteras públicas, en realidad no era más que coche de competición con algunas comodidades. En realidad, el primer Ferrari gestado exclusivamente para su uso en carretera apareció en 1948 y era el Ferrari 166 Inter. Este modelo tenía un motor derivado del V12 1.5 que había diseñado Gioacchino Colombo, pero con el cubicaje subido hasta los dos litros. Se uso en diferentes variante del Ferrari 166, como el Inter, y sirvió de base para el desarrollo de otro motor V12, pero en esta ocasión con 2.4 litros.
Esos motores fueron usados en competición, en cuatro unidades del 195 Sport, logrando las victorias en la Mille Miglia de 1950, la Carrera Nocturna de tres horas en Roma y el Giro Delle Calabria. Además, Giovani Bracco obtuvo un quinteto de victorias en un Ferrari con motor 195, lo que sirvió para que se proclamase Campeón del Campeonato de Subidas Italiano en 1950.
Fueron, a todas luces, una gran cantidad de éxitos en competición, y gracias a esos logros, Ferrari decidió colocar una versión más civilizada del V12 2.4 litros de Colombo en un modelo de carretera, dando lugar al Ferrari 195 Inter, el que podríamos considerar como el segundo Ferrari pensado exclusivamente para su empleo en vías públicas; lo que se dice “un deportivo de producción”. Se presentó en el salón del automóvil de París de 1950; Ghia mostró en su stand una unidad de color blanco con una gran calandra, mientras que Touring llevó una berlinetta muy del estilo del 166, pero notablemente más largo.
El motor, el centro sobre el que gira todo el coche, era una evolución adicional sobre el original V12 de 1.5 litros diseñado por Colombo para el Ferrari 125S de 1947. La cilindrada se aumentó un 25%, hasta alcanzar los 2.431 centímetros cúbicos ampliando el diámetro de los pistones hasta los 65 milímetros, mientras que la carrera de los mismos se mantuvo en 58,8 milímetros –igual que en el 166 Inter–. La alimentación corría a cargo de un carburador de doble cuerpo –algunas unidades usaron tres carburadores dobles–, encendido con distribuidor y bobinas dobles y una sola bujía por cilindro. El resultado fue una potencia de 96 kW –130 CV–, capaz de alcanzar los 180 km/h gracias a un cambio manual de cinco relaciones.
Característico de Ferrari era el chasis tubular de acero, muy parecido al usado en el 166 Inter, pero con una mayor distancia entre ejes. La carrocería podía cambiar según los gustos de los clientes. En la década de los 50, todavía se seguía comprando bastidores completos para que un carrocero externo completara el trabajo. La mayoría de los Ferrari 195 Inter fueron vestidos por Vignale y Ghia, que hicieron 20 uniandes cada uno. Los otros cuatro fueron cosa de Touring –tres ejemplares– y Motto –uno–.
El Ferrari 195 inter, como se ha comentado anteriormente, fue un modelo destinado exclusivamente a su conducción por vías públicas. Por eso, contaba con algunos detalles que no se veían en coches de competición, como asientos y algunas zonas del habitáculo tapizados con piel, un interior más espacioso y cómodo, así como una transmisión más apta para las carreteras. Pero aun así, hubo quien compitió con el 195 Inter, al fin y al cabo, el motor y el chasis en general, tenía genes de competición.
Salvatore Ammendola corrió con el chasis 0117S y fue el piloto a batir durante el Stella Alpina Rallye, un evento que se celebraba durante cuatro días en los puertos de montaña cerca de Trento, Italia y que acabó ganado. Posteriormente, ese mismo coche participó en la Coppa Inter Europa en Monza y en la Mille Miglia de 1951 con muy buenos resultados.
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