El Ferrari 250 es un coche muy especial para la marca, pues sin él, posiblemente, el sello de Maranello no sería lo mismo. Fue el coche que estableció a la marca como un rival a tener en cuenta y que asentó la imagen de fabricante de coches deportivos en todo el mundo. Puede que, para muchos, Ferrari siempre haya sido una marca referente en su segmento, pero en realidad, cuando se lanzó la saga de los 250, apenas llevaba un puñado de años en activo, no en balde, Ferrari se fundó en 1947 (la Ferrari de los coches de calle, la Scuderia ya existía en 1929 como equipo de carreras de Alfa Romeo) y los 250 aparecieron en la década de los 50.
La saga de los Ferrari 250 tuvo una evolución extremadamente rápida a lo largo de la década de los 50 y tuvo como colofón los memorables Ferrari 250 GTO y el Ferrari 250 LM, sin olvidar el Ferrari 250 SWB, uno de los modelos más deseados del Cavallino Rampante, aunque sin llegar a la locura que hay alrededor del 250 GTO. Pero además de todos estos, hubo muchas versiones adicionales que se fabricaron en tiradas muy cortas, ya sean los diseñados por Boano, Scaglietti o Vignale o, por supuesto, los propios de Ferrari y Pininfarina.
El Ferrari 250 fue un coche muy prolífico en versiones y variantes, tantas que a veces es complicado recordarlas todas. Solo en la propia casa podemos contar con el Europa, el GT Coupé, el Testa Rossa, el GT California o la Berlinetta Lusso por poner algunos ejemplos. Y entre tantas versiones del Ferrari 250 se esconde una de la que solamente se hicieron cinco unidades y que estaba pensada, como otras tantas variantes, para competición. Es más, su denominación hace hincapié en ese hecho, pues estamos hablando del Ferrari 250 GT Berlinetta Competizione.
Un paso intermedio entre el Ferrari 250 MM y el Ferrari 250 GT Berlinetta TDF
Durante los primeros años de vida, Ferrari fabricaba sus coches en tiradas muy cortas, apenas se llegaba a las 100 unidades en muchos casos, pues por entonces, la artesanía era la base del funcionamiento de la fábrica de Maranello. Además, cada tirada era diferente a la anterior y durante los años 50, los 250 sirvieron de base para muchas de esos lanzamientos, como el que nos ocupa en estos momentos, el 250 GT Berlinetta Competizione.
Ese frenético cambio de versiones y de lanzamientos, aunque usando la misma base del 250, se debía a la rápida evolución que se vivía en competición. Es importante recordar que, por entonces, en la década de los 50, todavía se notaban algunos estragos de la Segunda Guerra Mundial, la cual finalizó, por si alguien no lo recuerda, en 1945. Al mejorar poco a poco la calidad de vida, el acceso a materiales, la inversión, ampliarse el calendario de carreras, aumentar el interés de la gente por cosas más banales que ganarse la vida de cualquier forma… todo permitió que la evolución técnica del automovilismo se disparara.
Una evolución que también se dejaba notar en los coches que circulaban por las carreteras, pues en aquellos años nacieron algunos de los automóviles más sensacionales y bellos de la historia. En el caso de “nuestro” Ferrari 250 GT Berlinetta Competizione, su razón de ser fue mejorar las armas que Maranello tenía para competir. Se tomó todo lo aprendido con el Ferrari 250 MM (Mille Miglia), empleando la plataforma del Ferrari 250 Europa GT y equipado con el ya legendario V12 Colombo.
Tres de los seis construidos fueron diseñados por Pininfarina
Entre las curiosidades de la saga de los 250, al igual que otros modelos de Ferrari de aquellos años, es que, siendo el mismo automóvil, contó con diferentes diseñadores. Por aquellos años todavía se podía encontrar coches que, con el mismo bastidor como punto de partida (el conjunto de chasis con suspensiones, frenos, dirección y grupo motor-transmisión), tenían diferentes carrocerías de diferentes diseñadores.
Para el Ferrari 250 GT Berlinetta Competizione se trabajó con dos diseñadores, uno de los cuales era Pininfarina. Por aquel entonces todavía se le conocía como “Pinin” Farina, pues su nombre auténtico era Battista Farina, apodado “Pinin”. En 1961 se cambió el nombre a Pininfarina y así se les ha conocido hasta ahora, cuando ya no trabajan para Ferrari y han creado una marca propia para fabricar coches eléctricos de altísimas prestaciones (y precios mareantes).
No está de más recordar que el señor Battista y Enzo se habían conocido algunos años antes, en 1951 y como dos personas dominantes que eran (habría que decir que eran muy cabezones), acordaron reunirse en territorio neutral pues se negaron a verse en la sede del otro. Una idea que al final dio resultado y creó una de las mejores alianzas que se han podido ver en el mundo del automóvil.
Respecto a los Ferrari 250 GT Berlinetta Competizione diseñados por Pininfarina, destacaban por ofrecer una mejor aerodinámica, con unas formas de la carrocería muy sencillas, pero de gran resultado, presentando superficies curvas y paneles lisos, que a día de hoy resultan realmente bellos y equilibrados. El diseño funcionó tan bien, que influyó en la siguiente versión diseñada por Pininfarina, el mítico Ferrari 250 SWB.
La unidad de las fotos fue subastada por RM Sotheby’s el 19 de noviembre por la nada despreciable cifra de 6.192.500 euros, aunque la propia casa de subastas había estimado un valor de entre 7.145.600 euros (8 millones de dólares) y 8.932.000 euros (10 millones de dólares).
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