Testa Rossa. ¿Quién no conoce este nombre? Uno de los modelos de Ferrari más famosos del mundo, protagonista de series de televisión como Miami Vice, aparece en películas como “El Lobo de Wall Street” y, aparecido en la década de los 80, rompió todos los esquemas por las soluciones de diseño aplicadas por Pininfarina. Es uno de los coches más fascinantes de la historia de Ferrari, la última berlinetta con motor de doce cilindros en posición trasera central fabricada “en serie” y todo un icono de la década de los 80.
Sin embargo, el nombre de Testarossa, o mejor todavía, Testa Rossa, viene de muy lejos, mucho antes de los años 80. Concretamente, para conocer el origen de dicha denominación, hay que viajar hacia atrás en el tiempo, hasta 1958, cuando Ferrari dominaba los circuitos con la saga de los 250 casi sin encontrar oposición. Fue entonces, cuando apareció unos de los coches de competición más importantes en la historia de Ferrari, o al menos uno de los más importantes: el Ferrari 250 Testa Rossa. Y, además, al contrario del Testarossa fabricado en los 80 (nótese que se escribe diferente), el Ferrari 250 Testa Rossa contaba con una carrocería diseñada y fabricada por Scaglietti.
Ferrari estaba presente en el Campeonato Mundial de coches Sport con el 335S, un modelo que estaba animado, como no podía ser de otra manera en aquellos años, por un bloque V12 que les permitió ganarlo todo, o casi en 1957. Pero había rumores sobre el cambio de normativa que llevaría a cabo la Commissione Sportiva Internazionale (CSI) en cuanto a la cilindrada de los motores, así que la marca se puso a desarrollar un nuevo modelo. Para este nuevo coche, que acabaría siendo el Ferrari 250 Testa Rossa (también conocido como 250 TR). Se tomó como base de partida el chasis del Ferrari 500 TRC y se usó el fiable propulsor V12 del Ferrari 250 Gran Turismo, aunque radicalmente modificado.
Centrado en la fiabilidad más que en el rendimiento absoluto
El Ferrari 250 TR fue diseñado tanto para ser usado por la propia Scuderia, como por pilotos y equipos privados y supuso un cambio bastante importante en la propia Ferrari, que le permitió ganar desde el primer momento. Cuando se comenzó con el desarrollo del modelo, se tenían dos opciones de motor sobre la mesa, ambas probadas en 1957: un V6 como versión de acceso y un V12 que se probó en dos prototipos especiales. No se escogió ninguno de estos motores, se optó, como ya se ha dicho, por el V12 del Ferrari 250 GT Berlinetta, que había demostrado una gran fiabilidad y había sido capaz de ganar consecutivamente en el Tour de Francia.
La combinación de chasis del 500 TRC y el V12 Colombo fue la mejor elección que se podía haber hecho. Con esta combinación, el Ferrari 250 Testa Rossa introdujo una filosofía distinta en Ferrari, una filosofía que se centraba en la fiabilidad en lugar del rendimiento absoluto, una apuesta que suele funcionar bastante bien, sobre todo si se tenía en mente las 24 Horas de Le Mans, como ocurría en la sede de Maranello. Efectivamente, Ferrari había pensado en un coche que pudiera aguantar el trato más exigente durante 24 horas seguidas, sin presentar fallos ni problemas.
Para llegar al resultado final, los ingenieros de Ferrari realizaron muchas pruebas a lo largo de 1957. Se modificaron dos chasis, el 0666TR y el 0704TR, usando varias piezas procedentes del 250 GT, 290 MM, 335 y del 500 TR, en diferentes combinaciones y con diferentes configuraciones hasta que encontraron el mejor conjunto. El Ferrari 350 Testa Rossa se anunció en una conferencia de prensa de pretemporada, celebrada en noviembre de 1957 y estaba destinado a clientes independientes en las carreras SCCA de Estados Unidos y el Campeonato Mundial de Coches Sport del CSI, al mismo tiempo que se programó varias participaciones de fábrica en las carreras más importantes, donde los pilotos privados no solían correr.
El Ferrari 250 TR fue diseñado tanto para ser usado por la propia Scuderia, como por pilotos y equipos privados, y supuso un cambio bastante importante en la propia Ferrari
El Ferrari 250 TR era un coche que, a simple vista, resultaba muy tradicional, muy Ferrari. Tenía frenos de tambor en todas las ruedas (los discos estaban empezando a popularizarse en todos los rivales) y el motor no empleaba soluciones técnicas complejas, descartando cosas como el doble árbol de levas en cabeza e incluso el chasis era muy sencillo y más voluminoso comparado con los rivales, ya que Ferrari pensó en ciertas situaciones que se podría encontrar en carreras como la Targa Florio, es decir, estaba pensado para soportar zanjas, agujeros, paredes, baches…
Carrocería de Scaglietti, 300 CV y victorias desde la primera carrera
Pininfarina siempre ha sido el principal carrocero de Ferrari, su colaboración comenzó en 1952 aunque también trabajó con varios carroceros adicionales, todos ellos de origen italiano. Tal es el caso del 250 TR, que contó con el trabajo de Sergio Scaglietti, o, mejor dicho, de la empresa de Sergio Scaglietti, ya que el diseño corrió a cargo de Gian Carlo Guerra. Además, el proceso de diseño fue innovador, pues se prescindió de todo dibujo, yendo directamente al trabajo sobre una estructura de alambres. Los primeros resultados eran inestables a alta velocidad y Ferrari tuvo que trabajar para modificar algunas cosas, como la instalación de un eje trasero De Dion. El motor era el V12 del 250 GT modificado, llegando a los 3.000 centímetros cúbicos, montando pistones de alta compresión y logrando 300 CV.
Ferrari inscribió cuatro unidades en el Campeonato Mundial de coches Sport del CSI, concretamente los chasis #0666, #0704 (los primeros chasis de desarrollo) que sufrieron algunos cambios a lo largo de las carreras, así como los chasis #0726 y #0728. Todos se conocieron como Ferrari 250 TR58, aunque todos y cada uno de ellos tenía especificaciones distintas. Curiosamente, en la categoría de 3.0 litros no había mucha competencia y eso fue aprovechado por Ferrari para ganar todo lo posible.
Los pilotos de fábrica fueron Luigi Musso, Mike Hawthorn, Peter Collins, Wolfgang von Trips, Phil Hill, Oliver Gendebien y Wolfgang Seidel, junto a toda una pléyade de pilotos privados (la firma italiana superaba en número a los rivales en todas las carreras importantes) La primera participación en Buenos Aires y luego en las 12 Horas de Sebring se completaron sin complicaciones, ganando igualmente la Targa Florio de 1958 algo después. No obstante, el Ferrari 250 Testa Rossa no pudo ganar en los 1.000 kilómetros de Nürburgring, siendo doblegado por el Aston Martin DBR1 con Stirling Moss y Jack Brabham a los mandos.
El título de constructores ya estaba decidido, era para Ferrari, pero había que ganar también en las 24 Horas de Le Mans. Es más, resultaba más importante ganar en el circuito de La Sarthe que ganar el título de constructores. Y sí, finalmente lograron cruzar en primera posición con Olver Gendebien y Phil Hill como pilotos, aunque había un coche que ya estaba dando que hablar: el Porsche 718 RSK. No obstante, tras esto y con el título de constructores, Ferrari dejó de lado las carreras sport para centrarse en la Fórmula 1. Siguió evolucionando el coche y lanzó en 1959 el TR59, pero del primero, del Ferrari 250 Testa Rossa, solo se fabricaron 19 unidades más los prototipos.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.