Casi cualquier modelo de Ferrari es un objeto de deseo, es cierto que unos más que otros, pero al final, un Ferrari es un Ferrari, ¿no? Ahonda en la pasión por la competición, en las sensaciones y en la técnica, mientras que los diseños tenían algo especial. Un toque mágico obra de Pininfarina y que modelos actuales, todo sea dicho, no logran alcanzar. No es que sean feos, ni mucho menos, pocos Ferrari se pueden considerar feos, pero no logran igualar los trazos del mítico diseñador italiano.
Sólo tenemos que echar un ojo al mercado para ver cómo se cotizan los coches salidos de la planta de Maranello, para ver las enormes listas de espera que tiene la marca y lo estricto de su elección de clientes. Es, de hecho, el único fabricante que se puede permitir el lujo de rechazar y elegir a sus clientes sin miedo a perder dinero. Eso se debe a su imagen y al valor que alcanzan sus coches, que pueden triplicar su valor en poco tiempo, sobre todo si son versiones especiales. Los más normales (si un Ferrari se puede considerar normal), como las berlinettas V8, no aumentan su valor pero tampoco lo pierden.
El Ferrari 348 se fabricó en tres diferentes carrocerías: Berlinetta, Cabrio y Targa
Por ejemplo, el Ferrari F355, que dejó de fabricarse en 1999, ya ha pasado lo que se denomina “el purgatorio” y sus precios empiezan a subir hasta ponerse al nivel del Ferrari 360 Modena, su reemplazo en el mercado. Por lo tanto, es complicado encontrar unidades por debajo de los 60.000 euros, es más, resulta complicado encontrar unidades por debajo de los 65.000 euros y los Spider pueden llegar a 95.000 euros con su libro de revisiones sellado en Ferrari, pocos kilómetros y un solo dueño. Son una inversión, no cabe duda. Si ahora te compraras un 360 Modena, cuyos precios no bajan de 57.000 euros, en pocos años rondarían los 65.000 euros.
No obstante, hay un Ferrari que parece haberse estancado y haber alcanzado su cota máxima: el Ferrari 348. La berlinetta V8 que reemplazaba al 328 es un modelo muy especial y no sólo porque sea un Ferrari, hay otros motivos, como por ejemplo que fue el primer Ferrari “post Enzo” y también el Ferrari de la nueva era, dando un enorme paso adelante respecto a los modelos anteriores en cuanto a refinamiento, técnica y calidad de fabricación. También se mejoró la ergonomía, el equipamiento y por supuesto, en cuanto a economía de uso aunque, como en todos los Ferrari, su mantenimiento está por las nubes (la distribución, por ejemplo, se recomendaba 40.000 kilómetros o cada cinco años y los neumáticos se recomendaba el cambio de los cuatro al mismo tiempo).
El Ferrari 348 TB apareció en 1989 y comenzó su comercialización ese mismo año, ya con lista de espera que llegó a alcanzar los tres años (sólo se fabricaban 8 unidades al día y las reservas fueron un éxito). Recurría a un monocasco y no a un entramado tubular como los anteriores Ferrari, aunque conservaba un subchasis de tubo para el grupo motor y el eje trasero. El motor, un V8 de 3.4 litros y 300 CV (procedente del Mondial T), estaba colocado en posición trasera longitudinal con la caja de cambios de cinco relaciones de forma transversal. En una segunda revisión llegó a los 320 CV.
Visualmente mucha gente lo llega a confundir con el Testarossa, aunque entre uno y otro las diferencias son enormes. Eso se debe a que algunos rasgos del buque insignia de los 80 se dejaron ver en el V8 presentado en el Salón de Frankfurt, tales como las rejillas de las puertas o los pilotos ocultos tras otra rejilla que abarcaba todo lo ancho de la trasera del coche. Un diseño espectacular que incluso hoy sigue siendo un genialidad de Pininfarina que hace girar muchas cabezas.
No obstante, ¿por qué un coche que entra por los ojos y no era precisamente lento, no termina de despegar y de encontrar su hueco entre los aficionados? Por un lado, las revistas de la época fueron un poco contradictorias. Durante las primeras pruebas todo eran alabanzas, buenas críticas; el coche era una maravilla. Pero cuando se presentó su sustituto, el Ferrari F355, las cosas cambiaron mucho. Se le tachó de ser un coche inacabado, con una puesta a punto sin acabar, con muchos puntos a mejorar; se le tachó de ser un coche creado y puesto en circulación por el departamento de marketing y no por el departamento de ingeniería.
Y la propia marca les dio la razón durante la vida comercial del modelo. En octubre de 1991 se realizaron nuevos reglajes en el eje delantero para los anclajes de la suspensión. En enero de 1992 también se llevaron a cabo cambios en la suspensión de los modelos vendidos anteriormente en la red oficial Ferrari (también se movió la batería hacia delante). En 1993, a inicios, se lanzó la segunda serie del modelo, ya con el motor de 320 CV, que también volvieron a recibir nuevas modificaciones en las suspensiones.
Una de las cosas que más se criticaron del Ferrari 348 fue su tendencia a sobrevirar, además, con bastante facilidad. Era delicado de conducir rápido y se mezclaba su tendencia a soltar el eje trasero con un eje delantero que adolecía de poca adherencia, un manejo del cambio bastante duro y problemas de sobrecalentamiento en ciudad.
Visto por el lado bueno, si te gusta el Ferrari 348, todo esto se queda en un segundo plano. Es un Ferrari anterior a la era de la electrónica, un coche de conducción pura y sonido sin “tapones”, pues todavía no contaba con los catalizadores y los silenciosos tan restrictivos que se fueron montando posteriormente (obligado por normativa, obviamente). Es fácil encontrar unidades en muy buen estado por debajo de los 50.000 euros, aunque las mejores rondan los 60.000 euros y puede que un poco más. ¿Se revalorizará? Teniendo en cuenta que desde 1989 han pasado más de 30 años, no creemos que vaya a ir a más.
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