El Ferrari 550 Maranello es uno de esos modelos con el cavallino en el frontal, que parece haber pasado sin pena ni gloria ante los ojos de los fanáticos de la marca. Apareció en la década de los 90, retomando la idea de “los caballos tiran del carro, no lo empujan”, que tanto defendió Enzo. Su aparición supuso el adiós de la saga del Testarossa, que ocupó el hueco del buque insignia durante algunos años. Hueco, por cierto, que anteriormente también dominaron los Ferrari 512 BB y Ferrari 365 GT4 BB.
Como no podía ser de otra forma, el diseño del 550 Maranello corrió a cargo de Pininfarina, quien le imprimió una imagen bastante recatada, sobre todo si se le compara con cualquier superdeportivo moderno actual, en algunos casos excesivamente recargados. El 550 Maranello era, y sigue siendo, un Gran Turismo de largo capó, pero equilibradas formas totalmente atemporales, elegante y con carácter. Es una línea por la que no pasan los años pero, sin embargo, no cuenta con tantos seguidores como otros modelos de la firma.
El 550 Maranello no obtuvo la acogida que Ferrari esperaba de él
Los Gran Turismo de motor delantero, siempre V12, han representado la identidad más pura de la compañía italiana. Enzo Ferrari, quien no era precisamente un tipo que destacara por sus conocimientos técnicos, era un apasionado de los motores de doce cilindros y defensor, en ocasiones sin la más mínima coherencia, de su colocación en la parte delantera. Fue muy complicado que diera su brazo a torcer respecto a los motores centrales, pero en lo que respecta a los buque insignia de su gama de coches “de calle”, siempre se ha mantenido el V12 delantero. La única excepción son los ya mencionados 365 GT4 BB, 512 BB y la saga del Testarossa.
Para la presentación del Ferrari 550 Maranello, la marca hizo despliegue de medios llevando a sus pilotos más importantes, Michael Schumacher y Eddie Irvine, junto a un grupo de expilotos donde figuraban nombres como Niki Lauda o Jody Scheckter. Comparado con el Ferrari Testarossa, el nuevo V12 desprendía modernidad, pero “asustaba” menos que la mencionada berlinetta de los 80. Su diseño corrió a cargo de Lorenzo Ramaciotti, quien en aquellos años estaba en las filas de Pininfarina y quien se inspiró en algunos de los V12 delanteros más míticos de Ferrari, tales como el 250 GTO o incluso en el 365 GTB/4.
Suponía un gran salto frente al 512M en todos los sentidos, desde la calidad de fabricación hasta la ergonomía o el confort de marcha. No en balde, la electrónica ya empezaba a hacer acto de presencia y, por ejemplo, se encargaba de controlar el funcionamiento de la suspensión y el control de tracción. La dirección asistida era de tipo variable según velocidad.
El corazón de esta berlinetta de motor delantero era, como ya se ha comentado, un V12. Pero lo que no se ha dicho es que tenía 5,5 litros de cubicaje y contaba con culata, bloques y cárter fabricados usando aluminio. Los cilindros tenían tratamiento al Nikasil y las bielas eran de titanio. La potencia anunciada era de 485 CV con 568 Nm de par, que se gestionaban mediante un cambio manual de seis relaciones. Pesaba casi 1.700 kilos, pero podía alcanzar los 320 km/h y completaba el sprint en 4,3 segundos.
Contó con muchas versiones. Por ejemplo, Zagato creó un diseño muy especial sobre el Maranello o mejor dicho, sobre el 550 Barchetta, una versión descapotable sumamente atractiva, que arrasa en las subastas cuando aparece alguna unidad. Con el tiempo sufrió una puesta a punto, apareciendo el Ferrari 575M Maranello del que hablaremos en otra ocasión.
Los precios del Ferrari 550 Maranello no son tan altos como cabría esperar, rondando entre los 75.000 y los 120.000 euros para las unidades más caras y con menos kilómetros. Son precios muy similares a los que se piden para los Ferrari F355, coetáneo del 550 Maranello y en teoría, un coche menos apetecible. No en balde, era la berlinetta V8 de acceso al catálogo de la marca en la década de los 90 y el Maranello el máximo exponente de la Ferrari de aquellos años.
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