La relación de España con el automóvil podría parecer poco fructífera, y en el fondo lo es, sobre todo, cuando se trata de empresas con origen patrio, pues en lo referente a fabricación de automóviles, España es una de las principales potencias europeas. Sin embargo, toda esa producción se lleva a cabo por firmas foráneas, marcas como Citroën, Ford, Volkswagen y Mercedes, que tiene en Vitoria su única fábrica fuera de Alemania, son los responsables de que España sea una de las principales fuerzas en cuanto a fabricación de vehículos.
Es cierto que a lo largo de la historia han habido muchos intentos para crear una empresa en nuestras fronteras, pero no siempre se ha tenido suerte. La única que ha tenido un desarrollo adecuado ha sido SEAT, pero también es cierto que gracias al apoyo que recibió en su momento por parte del gobierno, tuvo mucho trabajo hecho. Sí, Hispano Suiza llegó a ser una de las mejores marcas de lujo del mundo, pero no logró superar ciertos problemas y acabó por desaparecer, aunque resurgió hace no mucho con el Hispano Suiza Carmen, un deportivo eléctrico que ha dado bastante tema de conversación. También cabe recordar a Barreiros, uno de los personajes más importantes de España en la industria del automóvil, así como a otros como La Cuadra, quienes pusieron las primeras piedras para crear una industria propia.
Todos los proyectos que se inician en España, o una gran parte de ellos, acaban por perecer. Hay algunos como Hurtan, por ejemplo, que se podría definir como la Morgan española (aunque con algo menos de clase) pero empleando otros vehículos de gran producción como punto de partida. Tramontana es otra de esas firmas que aguantan en activo, aunque fabrica un solo modelo, muy radical y rápido, del que solo se fabrican seis unidades al año, siempre bajo pedido. Nos dejamos alguno, lo sabemos, pero no pretendemos enumerarlos todos.
Lo que queremos es llegar a este punto, al que toca hablar de otra empresa española que nació con muchas ambiciones, quizá demasiadas, encontrando un final que se veía venir. Nos referimos a Spania GTA, la empresa valenciana fundad por Domingo Ochoa en 1994 que buscaba ofrecer un deportivo de muy altos vuelos, con diseño, ingeniería y fabricación españolas. Era el intento de hacer como Koenigsegg, pero en Valencia. Sin embargo, aunque la empresa se fundó en 1994, el desarrollo de su primer coche, el GTA Spano, no comenzó hasta más de una década después, en 2007, siendo presentado el primer prototipo en 2008 y haciendo el debut oficial en el Salón de Ginebra de 2011.
En busca del gran deportivo español
Se fabrican muchos coches en nuestro país, pero si nos fijamos detenidamente, el único realmente prestacional es el Tramontana, cuya existencia pasa inadvertida para una gran parte de los aficionados y para los posibles compradores. También estuvo el Tauro V8, que no tuvo una vida muy próspera, y luego llegó el GTA Spano, que tampoco se puede decir que fuera un acierto. La búsqueda de “gran deportivo” español viene de lejos, desde Hispano Suiza, cuando lazó el T15/45, apodado “Alfonso XIII” y luego tuvo como protagonista a los sensacionales Pegaso Z-102 y Z-103 de Wifredo Ricart.
Domingo Ochoa quería eso, crear un deportivo de origen español que fuera capaz de plantar cara a lo más granado del automovilismo mundial y para ello, no escatimó en recursos, motivo, posiblemente, que les llevó a no poder cumplir con lo prometido. Para su diseño se recurrió a Sento Pallardó, quien contó con la ayuda de Timoteo Briet para el trabajo aerodinámico, creando un deportivo que, siempre según gustos, en sus primeras apariciones tenía una imagen algo tosca, pero no por ello menos atractivo. Era un coche donde la función primaba sobre la forma.
Para su fabricación se recurrió siempre a materiales nobles y exóticos, tales como la fibra de carbono, que se empleaba para el chasis y para la carrocería, o bien como el titanio y hasta grafeno, que se usaban para otra serie de piezas. El techo era de vidrio con un sistema que permitía oscurecerlo a voluntad, al tiempo que el habitáculo, como era de esperar, estaba forrado de piel y fibra de carbono.
Motor de origen Viper, pero con modificaciones de Ilmor Engineering
Todo gran deportivo necesita un gran motor, pero Spania GTA era (es, todavía sigue en activo) una empresa pequeña, cuya capacidad para desarrollar su propio propulsor era limitada. Por ello, se recurrió a Ilmor Engineering, que partió del bloque V10 del Dodge Viper y creó un motor capaz de rendir 820 CV en su primera entrega. Se dijo en varias ocasiones que el motor no era del Viper, que era un desarrollo distinto, pero el bloque sí procedía del modelo americano. Dicho motor se ofreció combinado con un cambio manual de seis relaciones, al menos en sus primeras unidades. Luego se cambió por una secuencial de siete marchas fabricada por CIMA, ya que, al parecer, los clientes preferían un automático en lugar de un manual.
Cuando el modelo pasó a producción, Spania anunciaba 925 CV y 1.288 Nm de par, gracias a una serie de cambios en las cámaras de combustión, nuevas válvulas de titanio, un cigüeñal forjado y la adopción de dos turbos. No había datos oficiales en cuanto a prestaciones, pero según la marca, podía acelerar de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos y su velocidad máxima rondaba los 370 km/h.
Hubo una segunda generación del GTA Spano, presentada en 2015, que contaba con algunos cambios estéticos y en el motor, aunque para entonces, la empresa ya estaba con el agua al cuello. De la primera edición se tenía intención de fabricar 99 unidades, pero según se dice, solo llegaron a fabricar 10 coches. De la segunda, según la fuente, se fabricó solo un ejemplar o dos unidades.
Poco después, Spania GTA se vio envuelta en problemas y tuvo que subastar algunas unidades. Incluso la Seguridad Social llegó a subastar uno de los coches, aunque mediante un anuncio que parecía redactado por un mono (faltaban tildes, había errores ortográficos, datos erróneos…).
El GTA Spano, no obstante, apareció en videojuegos e incluso se usó una unidad para la película “Need for Speed”, basada en el conocido videojuego del mismo nombre, que fue posteriormente subastada por 1,32 millones de euros.
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