Estamos acostumbrados a escuchar el nombre de Henry Ford y asociarlo de manera inmediata con su compañía y su modelo Ford T con el que revolucionó la industria automotriz. Pero eso no es más que la punta del iceberg. Henry Ford también llegó a pasar a la historia hace 120 años (1904) por un hecho curioso que no es tan conocido como su empresa o su modelo revolucionario: consiguió ser el hombre más veloz del mundo al batir el récord de velocidad en tierra. Acompáñanos para conocer este capítulo de la vida de Henry Ford y el vehículo con el que logró dicha hazaña, el Ford 999.
EL ORIGEN DEL INTERÉS DE HENRY FORD POR LA VELOCIDAD Y LAS CARRERAS
En 1901 Henry Ford creó un automóvil de competición de 26 CV que ganó una carrera contra Alexander Winton y otros rivales. Con los beneficios obtenidos de dicha carrera, fundó la Henry Ford Company. Sin embargo, la disputa con los accionistas y con Henry Leland hizo que Ford se marchara. Leland acabó tomando el control de la compañía y la transformó en 1902 en la actual Cadillac. El amor de Henry por los coches de carreras seguía vivo, y decidió colaborar con el corredor de bicicletas Tom Cooper para crear dos coches similares en apariencia y en mecánica.
FORD 999. UN COCHE BAUTIZADO EN HONOR A UNA LOCOMOTORA
Con esta idea en la cabeza de seguir corriendo, Henry Ford, Tom Cooper y Barney Oldfield crearon un coche que poseía un gran motor insertado en un chasis timple y sin carrocería ninguna. El motor era de cuatro cilindros en línea y con una cilindrada de 18.900 centímetros cúbicos (18,9 L), u volante de inercia de 104,3 kg y una carrera de 177,8 mm (7 pulgadas). La potencia oscilaba entre 70 y 100CV. Carecía de suspensión trasera y de diferencial. La dirección estaba controlada por una sencilla barra de metal pivotante, como si de un manillar recto de una bicicleta de montaña se tratase.
Durante el verano de 1902 el coche fue terminado y quedó completamente operativo. Decidieron bautizarlo con el nombre 999 en referencia al Empire State Express Nº 999, una locomotora de vapor estadounidense que había establecido el récord mundial de velocidad con una marca de 112,5 mph (181,1 Km/h) el 10 de mayo de 1893, siendo este el primer vehículo construido por el ser humano que superó la barrera de las 100 mph.
RÉCORD DE VELOCIDAD EN TIERRA DE 1904
Antes hemos mencionado que Ford creó dos unidades iguales de este modelo, pero con colores diferentes. Uno de ellos era rojo oscuro, que era el que fue nombrado como 999, acabó siendo retirado, mientras que el amarillo fue bautizado como Arrow, en honor a las flechas. El Arrow acabó estrellándose en septiembre de 1903 durante una prueba, falleciendo su piloto, Frank Day. Así que Henry compró de nuevo el Arrow y lo reparó con el propósito de hacer una carrera de velocidad sobre un lago helado. Lo rebautizó como 999 como la otra unidad que era de color rojo. La prensa de la época se refirió a el como el nuevo 999 o el Diablo Rojo.
El 12 de enero de 1904, en New Baltimore, Michigan, Henry Ford condujo personalmente el 999 junto a su mecánico asistente Ed “Spider” Huff. Con este vehículo se logró un nuevo récord de velocidad en tierra de 91,37 millas por hora, es decir, lo equivalente a 147,05 km/h, en una pista de hielo preparada en la Bahía de Anchorage del Lago Saint Clair. El anterior récord de velocidad en tierra lo estableció el belga Arthur Duray, que era de 136, 5 km/h establecido en 1903. Por desgracia, el récord de Henry Ford solo le duraría dos meses y medio, al ser batido por Louis Rigolly en Niza a finales de marzo. Pese al breve lapso de tiempo, el récord estuvo vigente lo suficiente como para proporcionar más publicidad para la nueva Ford Motor Company, que fue fundada siete meses antes, en junio de 1903, por lo que puede decirse que se trató de una operación de marketing que salió muy bien.
Como hemos visto, antes del auge de Henry Ford como empresario de automóviles, también era un enamorado de las carreras, e incluso un cazarrécords, aunque sin buscar en un principio dicho objetivo. Hoy en día, este Ford 999 se conserva y se puede contemplar en el Museo de Henry Ford en Dearborn, Michigan.