La historia del automóvil española está llena de aventuras y desventuras, de fabricantes que lograron llegar muy lejos y de otros que apenas pudieron dar unos pasos. Nombres como Elizalde, Eucort, de La Cuadra o Hispano-Suiza son algunos de los más importantes, aunque tan solo uno de ellos está hoy día en activo, Hispano-Suiza, habiendo resurgido hace muy poco tiempo con un espectacular deportivo eléctrico llamado Carmen.
De hecho, la Hispano-Suiza fue una de las compañías automovilísticas más importantes de nuestro país, fabricando vehículos de auténtico lujo y posicionándose a la altura de otras grandes como Rolls-Royce, a quien por cierto, vendieron la patente de su sistema de servofreno a las cuatro ruedas (el primero que se desarrolló en el mundo). Un detalle que remarca la importancia de la marca en un tiempo en el cual, el automóvil era arte. Bueno, en realidad, casi todo se hacía buscando ofrecer estilo y distinción, aunque fuera un simple perchero donde colgar la bata.
La Hispano tuvo su gran apogeo durante las décadas de los 20 y 30, años en los cuales, desarrolló y comercializó automóviles superlativos, potentes y rápidos a la vez que lujosos y con un diseño majestuoso. Coches que hoy día son objeto de deseo y de colección, destacando por encima de todos los Hispano-Suiza T45, más conocido por el sobrenombre de “Alfonso XIII” (considerado el primer automóvil deportivo de calle) y o el Hispano-Suiza H6, un modelo que actualmente está considerado uno de los mejores coches de su época.
El Hispano-Suiza H6 (Tipo 46) montaba un propulsor de seis cilindros en línea, fabricado nada menos que con aluminio (bloque y pistones), cuya cilindrada total llegaba a los 6.597 centímetros cúbicos y que estaba inspirado en el motor para aviación diseñado por uno de los cofundadores: Marc Birkigt. Se presentó en París en 1919, en la primera edición del Salón del Automóvil que se celebraba tras la guerra y fue conocido como “Tipo París”. Causó un gran impacto entre el público y los rivales por la superioridad que mostraba respecto al resto de automóviles que se podían adquirir en aquellos años.
Pero no sólo ganó fama por sus características, pues el Rey Alfonso XIII de España fue el primer conductor de un Hispano-Suiza H6 (esa unidad todavía se conserva). De hecho, el propio Alfonso XIII compitió con el Hispano H6, proclamándose vencedor de la subida a Las Perdices en 1921, marcando una media de 102 km/h.
Hay que recalcar algunos detalles de aquellos años. Cuando una persona compraba un coche, lo que adquiría era el bastidor, es decir, el chasis con los trenes de roda al completo, frenos, dirección y grupo motor. La carrocería era una de las cosas opcionales que bien se podía encargar a fábrica o por el contrario, contratar a un carrocero que fabricara una especial y específica. Fue una época de coches únicos en el mundo y la era dorada de los carroceros. Así, la segunda unidad montó carrocería de Francisco Pueche, por ejemplo. También hubo creaciones de Saoutchik, como el genial H6C Dobonnet Xenia, uno de los mejores ejemplos de la época “art decó”.
Se sucedieron varias evoluciones, como el H6B o el H6C, pero siempre será recordado por muchos porque se decía, en aquellos años, que el Hispano-Suiza H6 puso la conducción de los grandes coches al alcance de las “delicadas manos” femeninas. Incluso el propio Alfonso XII llegó a comentar que: “hay otros coches potentes, pero el Hispano es el único que no se conduce como un camión”.