El automóvil es, hay que reconocerlo, una herramienta. Es una máquina que sirve para desplazarse del punto A al punto B de forma cómoda, rápida y hasta donde sea posible, económica. Porque esto está claro, tener un coche no es barato, es una fuente de gastos incluso estando parado, aunque muchos estemos dispuestos a afrontar esos dispendios por simple afición, por tener un artilugio en casa con el que disfrutar cada día aunque sea mirando el vehículo ahí aparcado.
Y esa forma de pensar, esa forma de ver los coches como algo más que una herramienta, es lo que puso este invento en movimiento hace más de 130 años. También es lo que mantiene determinadas cosas vivas en este mundillo, cada día menos pasional y más aséptico. Es más, el propio automóvil ha llegado a ser lo que es, gracias a ver en él más allá de una herramienta y, debido a ello, podemos contar con algunas marcas que estuvieron o están ahí en el mercado, gracias también a la pasión por los coches. La pasión por los coches y por las motos, pues hay quien empezó sobre dos ruedas y acabó sobre cuatro.
Karlo Abarth inició su pasión por el motor en el mundo de la dos ruedas
BMW, la Bayerische Motoren Werke, por ejemplo, es un ejemplo de ello. Sí, vale, primero fueron aviones, pero después de los aviones vinieron las motos y no los coches. La japonesa Honda, como cabe esperar, empezó fabricando motos. Kia, por si alguien no lo sabía, también comenzó fabricando motocicletas y seguramente a muchos les venga el nombre de Abarth a la cabeza, pero no, nunca fabricó motos, aunque estas marcaron el devenir de su fundador, el vienés Karlo Albert Abarth.
De piloto de motos a fabricante de piezas de alto rendimiento
Abarth, la marca de coches italiana ligada casi desde siempre a FIAT, se fundó el 31 de marzo de 1949, con Karlo Abarth y el piloto Guido Scagliarini como máximos responsables de la compañía. Su primer coche, el Abarth 204A Roadster, estuvo listo poco después, pero como acabó siendo costumbre en la compañía, no era un diseño propio, en realidad eran los restos de un Cisitalia con rediseño por parte de Abarth. Ese coche, a su vez, estaba basado en el FIAT 1100.
Pero mucho antes que eso, las motos fueron la forma de vida de Karlo y aunque nunca llegó a fabricar ninguna, si modificó y personalizó alguna. Karlo era piloto de motocicletas, llegando a ganar algunas carreras con una Motor Thun. Un accidente le provocó una lesión que truncó su carrera en las motos, pero acto seguido se pasó a los sidecares obteniendo muchos más éxitos. Incluso llegó a enfrentarse al Orient Express, uno de los convoys ferrocarriles más famosos de la historia, al que consiguió vencer. Otro grave accidente en 1939 le obligó a tener que dejar este mundillo para siempre.
Pero lo más interesante de todo esto, es la confirmación de una pasión que ya venía de lejos. Con 11 años, Karlo ya estaba trasteando con vehículos y llevó a cabo una “transformación” muy llamativa. Por aquel entonces tenía en su poder un vehículo tipo scooter, con el que se batía el cobre en su vecindario. Las ansias de ganar y la pasión por ir más rápido, hicieron que envolviera las ruedas en tiras de cuero (usó unos cinturones) para reducir la fricción con el asfalto y poder ir más rápido.
Mudanza a Italia y contacto con los coches
Volviendo al hilo de la historia, tras el segundo accidente y su consiguiente recuperación, Abarth se mudó a Merano, en Italia, donde obtuvo la nacionalidad y cambió su nombre de Karlo, por el de Carlo, dando sus primeros pasos en el mundo de los coches. Trabajó durante un tiempo para CISITALIA (Consorzio Industriale Sportivo Italia), aunque el traslado a Italia vino por un motivo mucho más interesante. Ferry Porsche le ofreció, junto al ingeniero alemán Rudolf Hruska, llevar la representación de la marca Porsche Konstruktioner. También les encargó buscar a un industrial italiano dispuesto a financiar la fabricación de un nuevo monoplaza de Fórmula 1.
Un año después, en 1946, el propio Carlo Abarth (sí, ahora con C), junto a Ferdinand Porsche, Tazio Nuvolari y Pierdo Dusio (un ex jugador de fútbol, empresario y piloto) forman el equipo CISITALIA, que obtuvo grandes éxitos en competición hasta que en 1949, la bancarrota y la suspensión de pagos acaban con la aventura. No obstante, Abarth tomó lo que quedaba de CISITALIA y se puso a dar forma a lo que sería su propia compañía, Abarth & Co. Lo mejor de todo es que desde el primer momento, Abarth comenzó ganando y con su primer coche, el ya mencionado Abarth 204A Roadster, ganó los campeonatos 1100 y Fórmula 2.
El éxito llegó rápido, como suele ocurrir cuando destacas por encima del resto, pero no se contentó sólo con eso y también dirigió su atención a los productos “de calle” y a su preparación deportiva. Famoso es su escape para los FIAT. Según cuenta la propia Abarth en su página oficial, su mayor éxito fue la “marmita de descarga”, un concepto que preveía un tubo central de sección constante y pasajes laterales en lana de vidrio y la eliminación de todos los diafragmas para contener al máximo la compresión de los gases. Era un sistema simple pero innovador, que aumentaba las prestaciones y producía un sonido muy característico, que se hizo famoso y que el actual escape “Record Monza” busca reproducir. Dicho sistema alcanzó tal fama que en 1962 se habían vendido 257.000 unidades, el 65% destinado a exportación, y la empresa cuenta con 375 empleados.
A partir de aquí, la trayectoria de Abarth es imparable, pero las motos quedaron muy atrás y nunca más volvieron a la vida de Abarth. Desde este momento, la historia se centra en los coches y principalmente en FIAT, aunque hubo algún trabajo para otras marcas como Porsche y coches propios con base FIAT que lograron grandes gestas. Carlo había encontrado su camino y su crecimiento fue imparable, o casi.
Más de 7.000 victorias en competición en apenas 20 años y 113 récords internacionales
Hoy día, Abarth es una marca deportiva y con mucho carácter, sus coches tienen una buena imagen y todo el que ve un Abarth por la calle, sabe que está ante un coche de buenas prestaciones, un auténtico “juguete”. No obstante, también hay que reconocer que se trata de una marca cuyo catálogo se basa en un único modelo en distintas versiones y que no tiene el mismo espíritu que tenía antaño. FIAT resucitó Abarth con mucha fuerza y con grandes objetivos, pero finalmente se han quedado a medio camino y aunque sus coches son divertidos y ofrecen un talante como el que tenían antaño, la marca no es la misma.
El mejor ejemplo de esto que decimos es mirar hacia atrás, hacia el pasado. Si nos fijamos en cómo discurría la historia de la compañía entre los años 50 y los años 60, veremos que Abarth era una de esas grandes marcas deportivas, lejos de lo que ofrece actualmente. Se centró, por ejemplo, en los récords. En 1956, un FIAT Abarth 750 Bertone, batió el récord de resistencia y velocidad. Posteriormente, en el circuito de Monza, logró romper el récord de 24 horas cubriendo una distancia de 3.743 kilómetros con una velocidad media de 155 km/h.
Monza fue el circuito talismán de Abarth, pues allí logró varios récords: los 5.000 y los 10.000 kilómetros, las 5.000 millas, las 48 horas y las 72 horas. Todos con el mismo FIAT Abarth 750 Zagato y Abarth 750 Zagato GT. También se presentó en la mítica Mille Miglia en 1957 con 20 coches en la categoría 750, de los cuales acabaron la carrera 16. Un éxito notable dado lo complicado de aquella prueba, que llamó la atención incluso en Estados Unidos, donde coches tan pequeños como los que se fabricaban en Europa en aquellos años, eran poco más que motocicletas. Y llamó la atención de nada menos que Franklyn Delano Roosvelt Jr., el hijo del presidente de Estados Unidos en aquellos años, quien viajó a Italia personalmente para firmar un contrato en exclusiva para la importación de coches Abarth a Estados Unidos.
Uno de los récords más famosos es el récord de aceleración en el cuarto de milla y los 500 metros, logrados con el FIAT Abarth 1000 Monoposto Récord de 105 CV en la clase G. Tenía casi 57 años y se había sometido a una estricta dieta para perder 30 kilos para la ocasión.
Al mismo tiempo, FIAT se compromete a premiar las victorias y récords de Abarth en metálico, de esta forma, Abarth se convirtió en algo similar al departamento de competición de FIAT. No obstante, esto no quiere decir que no pudiera trabajar con otras marcas y Carlo firmó contratos con Porsche, con Alfa Romeo y con SIMCA, con quien desarrolló el SIMCA Abarth 1300 GT y el rapidísimo Abarth 1300 GT Periscopo.
Aparece el FIAT 500 y con él, la obra maestra de Abarth
El FIAT 500 es uno de esos coches que nació como herramienta pura y dura, un utensilio barato y sencillo para llevar a los italianos de un lado a otro por poco dinero. Apareció en 1957 bajo la denominación de Nuova 500 al ser un sucesor del FIAT 500 Topolino. Y cumplió su objetivo de forma notable, pero se convirtió en algo más que una herramienta, fue un icono, un automóvil que como la Vespa, hoy día es un coche de culto.
Como cabe esperar y como todos seguramente ya sabéis, el FIAT 500 tuvo su respectivo tratamiento por parte de Abarth, aunque Carlo no estaba totalmente satisfecho porque faltaba una importante adaptación del motor que, sin embargo, él mismo decidió hacer por su cuenta. Ese es el momento en el que se pone la primera piedra para el nacimiento de uno de los coches más famosos de Abarth, aunque, curiosamente, no fue el más rápido ni tampoco el más bello. En realidad fue el más popular pues, como ocurre siempre, también fue el más económico.
Hablamos del Abarth 595, una creación que ya llevaba tiempo en el horno, pero que el acuerdo con FIAT había retrasado más de lo esperado. Tenía un motor con 595 centímetros cúbicos, con nuevo bloque de cilindros fabricados ex profeso por Abarth. Del modelo original sólo quedaba el cigüeñal, las bielas y las válvulas, aunque también se modificaron para adaptarse a las nuevas exigencias. Se instaló un cárter semi seco, un carburador Solex más grande y se aumentó la compresión hasta 9,2:1. La potencia subía hasta los 27 CV, el par hasta los 50 Nm y la velocidad máxima hasta los 120 km/h.
El coche no era tremendamente rápido, como se puede apreciar por los datos y tampoco sería interesante exprimir a fondo el coche pues, una de las cosas que Abarth hacía con este coche era potenciar el motor, pero dejar todo lo demás de origen. Es decir, suspensiones, caja de cambios, frenos, dirección… todo era “de serie”. Aún así, el coche era muy divertido de conducir y ofrecía grandes sensaciones, haciendo que se convirtiera en un objeto de deseo. Se fabricaron a un ritmo de 250 coches mensuales, pasando al poco tiempo a 1.000 unidades al mes para poder competir en la categoría de 600 centímetros cúbicos.
De todas formas, la versión de Abarth del FIAT 500 más famosa no es el 595, ni tampoco el 595 SS que llegó después, el más famoso es el Abarth 695 SS, un coche realmente rápido para su tamaño y un éxito en competición y en ventas. Abarth partió del 595 SS y subió la cilindrada hasta los 689,548 centímetros cúbicos, con unas medidas super cuadradas de 76×76 para diámetro y carrera del pistón. El carburador seguía siendo un Solex, pero la potencia subía a 30 CV. La versión SS (esseesse), con un carburador Solex 34 PBIC y una compresión más elevada de 9,8:1, rendía 38 CV, los cuales tenían que mover un conjunto de 470 kilos. Podía alcanzar los 140 km/h.
Además, contaba con algunas cosas muy interesantes como las llantas Campagnolo de magnesio o un techo de fibra.
El Abarth 1000 TC, un FIAT 600 a más de 200 km/h
La colaboración de Abarth y FIAT había comenzado a inicios de la década de los 50, pero era una colaboración “ de imagen”. Si Abarth ganada en competición con sus coches basados en FIAT, la marca le premiaba en metálico, pero ambas iban por separado sin ninguna relación mayor. Eso cambió en 1956, cuando FIAT dio pie a un trabajo conjunto entre ambas empresas aprovechando el lanzamiento del FIAT 600, nuestro querido SEAT 600, el cual puedes transformar a día de hoy en especificaciones Abarth pues le sirven las mismas piezas que al FIAT.
Pero olvidemos eso y centrémonos en lo que importa, la colaboración más en serio entre las marcas. El resultado de este acuerdo fue el Abarth 750, un coche que tomaba su base de partida del queridísimo 600, aumentando la cilindrada hasta los 750 centímetros cúbicos para lograr 46 CV (el doble que la ofrecida por el original) y pudiendo llegar hasta los 130 km/h. Este pequeño deportivo pasó a convertirse en el Abarth 850 TC, que aumentaba la potencia hasta los 52 CV, para poco después llegar a los 55 CV.
Podemos decir que fue el padre del 1000 TC, pues esta fue la siguiente evolución de este primer acercamiento entre ambas marcas, aparecido en 1961. Rendía 68 CV y podía rodar a 150 km/h. No son cifras alucinantes ni nada fuera de lo normal, pero recordar que son los años 60, por entonces el Porsche 911 ni siquiera había aparecido y el 356 B, el modelo estrella que se vendía por aquel entonces, tenía un motor de 1.600 centímetros cúbicos y 115 CV
Y ya que mencionamos a Porsche, lo vamos a usar para situarnos en otra fecha, 1964, año de lanzamiento del primer Porsche 911 con un motor de 130 CV (se presentó en 1963), el mismo año que el Abarth 1000 TC presentó su segunda generación, o mejor dicho, su primera evolución, donde recibió alguna de las soluciones más características del modelo, como el paragolpes frontal con el radiador escondido o el capó abierto mediante unas varillas fijas. Esta evolución llegó a los 78 CV y unos 180 km/h, velocidad superada con la siguiente evolución llegada al año siguiente, obteniendo 80 CV y 192 km/h. El ‘pelotilla’ se ponía serio. Esta versión duró realmente poco, pues ese mismo año apareció uno con 85 CV y una velocidad punta cercana a los 200 km/h.
Aún hubo más evoluciones del Abarth 1000 TC, falta nombrar la versión ‘Radiale’, un pequeño cohetillo que gracias a unos nuevos carburadores Weber y algunas modificaciones más como el escape entregaba 106 CV, con los que podía alcanzar los 200 km/h. Posteriormente, en 1970, llegó la última evolución, con 112 CV y una punta de 215 km/h.
FIAT compra Abarth
En el año 1971, FIAT se hace con el control total de Abarth y el último coche que contó con la colaboración activa de Carlo fue el Autobianchi A112 Abarth. FIAT mantuvo vivo el escorpión durante mucho tiempo, pues en los 80 se lanzaron algunas máquinas como el FIAT 313 Abarth y se desarrolló con ayuda de la empresa el Lancia 037 de rallyes.
Carlo, por su parte, falleció el 24 de octubre de 1979.
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