Si preguntas a alguien por una marca como Citroën una de las características que rápidamente destacan de ella es la constante evolución y éxitos alcanzados con las tecnologías que a lo largo de los años han ido introduciendo en los sistemas de suspensión de sus vehículos. Sin embargo, y aunque son pocos quienes lo mencionan, los técnicos de la marca también han destacado y mucho en la evolución de uno de los principales elementos de seguridad en un coche y fuertemente relacionado con las suspensiones: los frenos.
A lo largo de su historia, el fabricante del doble chevron ha ofrecido buena muestra del elevado nivel de excelencia que sus vehículos han mostrado en cuanto a sistemas de frenado se refiere. Citroën es una de las marcas presentes desde los primeros tiempos de la automoción en serie, cuando los vehículos tan solo alcanzaban unas bajas velocidades de crucero y, por tanto, los sistemas de frenado empleados entonces no precisaban de una gran complejidad por no ser un elemento especialmente crítico para el manejo del coche. Aquellos primeros automóviles empleaban para detenerse sistemas directamente derivados de los que se utilizaban en carrozas, carros y carretas.
Los sistemas eran muy simples, apenas consistían en unos tirantes y varillas que accionaban las zapatas que directamente se aplicaban sobre el interior de las llantas para reducir la velocidad del giro de las ruedas y, consecuentemente, la del vehículo. Otros sistemas de la época actuaban con igual finalidad sobre la transmisión o sobre tambores metálicos. Eran tiempos en los que lo habitual era que los vehículos circularan por carreteras con poco tráfico, habitualmente sin obstáculos y a velocidades de entre 30 y 70 km/h, aunque en la mayoría de las ocasiones cuando los vehículos salían a rodar por carreteras abiertas apenas podían superar los 40 km/h debido a la elevada irregularidad que presentaban tanto el firme como el trazado de los caminos. La superación paulatina de tantas adversidades fue el inicio de la escalada técnica tanto en los campos de la suspensión como de los propios frenos, siempre al compás de la evolución que se iba produciendo en las motorizaciones y sus rendimientos.
En 1934, Citroën protagonizó uno de los grandes avances en materia de frenado con el lanzamiento del Traction Avant, modelo que estrenó frenos hidráulicos aplicados directamente en cada una de sus cuatro ruedas. Por aquel entonces las cosas ya habían cambiado mucho respecto de los vehículos de la primera década del siglo XX. Hablamos de un coche capaz de circular a velocidades que alcanzaban los 140 km/h (la máxima de la versión “22” presentada aquel mismo año). Semejantes prestaciones obligaron a los técnicos de la marca a buscar un nuevo sistema que permitiera al vehículo reducir drásticamente su velocidad en cortos espacios tanto de tiempo como distancia. El propio André Citroën, siempre preocupado por la seguridad de sus modelos, insistió mucho en ello, especialmente debido a la cada vez mayor fuerza que se le exigía aplicar al conductor sobre el mecanismo del freno para poder reducir la velocidad del vehículo. El resultado fue el primer desarrollo del sistema hidráulico aplicado sobre los frenos del coche.
El siguiente gran avance en la materia desarrollado por los técnicos de la marca francesa llegó en 1947. Durante la gran Guerra, la necesidad de vehículos con capacidad para transportar mercancías se incrementó notablemente y Paul Pagés, uno de los técnicos del Centro de Estudios de Citroën se propuso revisar en firme el sistema de frenado de estos modelos con el fin de incrementar su seguridad, especialmente en situaciones críticas cuando los vehículos circulaban a plena carga. El resultado de sus diseños e investigaciones se plasmó en el furgón Tipo H presentado por Citroën aquel mismo año.
El furgón tipo H ofrecía ya entonces unas características muy similares a las de la configuración de los vehículos comerciales actuales. Con la cabina adelantada, sistema de tracción delantera, puertas laterales deslizantes y bajos y regulares planos del piso interior del vehículo en la zona destinada a la carga. La solución alcanzada por Pagés fue realmente revolucionaria, pues permitía regular la presión del sistema de frenado hidráulico en función de la carga, gracias a la disposición de una nueva válvula sobre las barras de torsión traseras. El funcionamiento de esa válvula también surgió del ingenio de Pagés.
Siete años más tarde, en octubre de 1955, otro de los ingenios desarrollados por Pagés volvería a sorprender al mundo del automóvil. Esta vez se presentó sobre la base de uno de los modelos más revolucionarios de la marca, el Citroën DS 19, el primer automóvil de producción en serie con frenos de disco ventilados en el eje delantero, convenientemente situados justo a la altura de la salida del diferencial. También de accionamiento hidráulico, aquel sistema disponía de una evolución que permitía mejorar el calibrado de la presión variable en función de la carga presentada unos años antes mediante un sistema de servoasistencia que funcionaba en los momentos de alta presión.
El sistema impactó tanto que incluso cuando al inicio de los años 60 la revista italiana Quattroroute quiso experimentar el sistema antibloqueo de frenos con control electrónico desarrollado bajo los mismos principios con los que funciona el actual ABS de Bosch, los técnicos de la publicación recurrieron a instarlo sobre una unidad del Citroën DS dado que al contar con el 90 por ciento de los componentes del sistema ya montados de serie en el propio vehículo, la complejidad de la prueba se reducía de manera drástica.
Modelos como el en su época atractivo Coupé SM de Citroën o los Maserati Khamsin, Bora y Merak utilizaron aquel sistema de frenado hidráulico de alta presión , al igual que desde los años 60 hasta la actualidad, muchos de los modelos de marcas tan prestigiosas como Bentley o Rolls Royce utilizaron fluidos y componentes originales de los sistemas de frenado Citroën que eran fácilmente reconocibles al ir identificados con una placa en el vano motor en la que se podía leer “licencia y patente Citroën”.
La frenada hidráulica variable en función de la carga ideada por Pagés continuó con su evolución en los años siguientes. Así, en 1970 Citroën GS —primer modelo de la gama media del fabricante francés— presumía en sus anuncios de disponer de este importante sistema complementado por la adopción de cuatro frenos de disco en todas las variantes de su gama, mientras que la gran mayoría de sus rivales en el mercado continuaban encomendándose al tradicional sistema de frenos de tambor. Al GS le siguieron modelos como el CX25 GTI Turbo, versión desarrollada a partir del CX con turbocompresor y que alcanzaba los 220 km/h de velocidad máxima), en el que Citroën ya introdujo el sistema ABS de frenado como elemento del equipamiento de serie.
La constante evolución de las medidas de seguridad implementadas en el automóvil reguló con la llegada del nuevo siglo nuevas normativas aplicables en la homologación de los vehículos. Así, durante aquella primera década, una de las nuevas normas impedía la utilización de un mismo sistema hidráulico para alimentar el funcionamiento de diferentes sistemas (frenos, dirección, suspensiones,…). Citroën ya había ido incluso más allá que el resto de sus rivales al emplearlo también para facilitar el cambio de marchas y el funcionamiento del embrague.
Aquello no hizo que la marca del doble chevron renunciara a seguir implementado los sistemas de frenada, Al contrario, ha continuado buscando la manera de seguir facilitando la conducción y mejorando la seguridad de sus vehículos con nuevos y mejorados sistemas de frenad más eficientes, potentes y resistentes, capaces de obrar auténticos milagros cuando son sometidos a las condiciones más exigentes.
Así, con la llegada de la era electrónica al funcionamiento del automóvil, los técnicos de Citroën han seguido mejorando la tecnología de frenado de los vehículos de la marca con la introducción de nuevos sistemas que ofrecen distintas funciones de ayuda a la conducción capaces incluso de intervenir de manera automática y autónoma sobre el sistema de frenos del vehículo ante posibles riesgos de colisión. El actual Active Safe Brake o sistema de frenada de emergencia que limita los riesgos de sufrir una colisión es una de estas innovaciones. Este sistema funciona de manera autónoma a partir del momento en el que el vehículo supera los 5 km/h y es capaz de reaccionar ante objetos fijos, móviles o incluso los peatones que se sitúan por delante del coche activando los frenos de manera completamente automática para detener el vehículo en el menor espacio de tiempo y distancias posible.
Y también esta el actual sistema Regulador de Velocidad Activo con función Stop & Goque Citroën monta en su actual gama de modelos capaz por si sólo de detectar los vehículos que preceden al coche y mantener de manera completamente automática la distancia de seguridad con respecto al vehículo precedente interviniendo tanto sobre el freno como sobre el acelerador. Este sistema permite igualmente volver a poner en marcha al vehículo sin que el conductor del mismo tenga que realizar acción alguna. Además de controlar la distancia con respecto al vehículo precedente, este sistema también limita la capacidad de aceleración en curva del coche.
Otro de los sistemas inteligentes de frenado que actualmente se puede encontrar en muchos de los modelos de la gama Citroën es el Hill Assist Descent, que facilita asistencia y ayuda a la conducción cuando se producen pronunciados descensos , permitiendo mantener velocidades reducidas al afrontar fuertes y pronunciadas pendientes que pudieran alterar tanto la trayectoria como el control de la velocidad del vehículo durante el descenso. El dispositivo puede mantener el coche a tan sólo 3 km/h, garantizando con ello el máximo control y seguridad del vehículo.