La Hudson Motor Company es una marca relativamente desconocida en Europa, y decimos “relativamente”, porque los mayores fans del automóvil siempre se conocen todas las marcas. Muchos la conocen, como decíamos, por su afición a los coches y otros, no nos engañemos, la conocen por cosas como la película de Cars, con el Hudson Hornet siendo uno de los protagonistas (sí, el coche existió con ese nombre y tal cual aparece en la película, pues fue uno de los grandes campeones de la NASCAR). Por una parte, es lógico que sea una marca desconocida, pues cerró sus puertas hace décadas y además, nunca salió de Estados Unidos, pero por otra parte, fue fundada en 1909 y llegó a ser el tercer fabricante más importante del Nuevo Mundo allá por la década de los 30 y también durante los años 40.
Sin embargo, más allá del Hornet campeón de la NASCAR, Hudson tuvo algunos modelos que merecen ser recordados y que los coleccionistas, sobre todo los coleccionistas de coches norteamericanos, tienen en su lista de deseos. Coches como el Hudson Italia, una joya casi única en el mundo a pesar de haberse fabricado 25 unidades, pues resulta ser el único modelo estadounidense cuya carrocería luce orgullosa el apelativo de “Superleggera”, pues Carrozzeria Touring se encargó de la fabricación en Italia.
Hudson fue un marca bastante prolífica en sus mejores años, siendo pionera, por ejemplo, en el uso del doble circuito de frenos, un estándar en cualquier coche actual (y desde hace mucho, mucho tiempo) o en el uso del indicador de presión del aceite, un detalle que parece muy poco valorado pero cuando se enciende el chivato, todo el mundo se echa las manos a la cabeza. Pero como otras grandes marcas, acabó fusionada con otra compañía, en este caso Nash Motors, fundando la American Motors Corporation, más conocida por sus iniciales, AMC, en 1954. El problema vino por la Segunda Guerra Mundial, que afectó a sus beneficios, ya maltrechos por culpa de la Gran Depresión.
Frank Spring, el nombre clave del proyecto Italia
En 1950, Hundson comenzó a trabajar en un proyecto que se inspiraba en el FIAT 1400. Por aquel entonces, la marca ya estaba notando los estragos de las pocas ventas y los éxitos en competición del Hornet, no lograban atraer a los clientes y en la compañía comenzaron a pensar en ofrecer algo que les volviera a poner en boca de todos. Ese proyecto iba a ser el Hudson Jet, un coche que sufrió diferentes retrasos por culpa de A.E. Barit, el CEO de la marca en aquellos años. A Barit no le convencía el diseño e impidió el lanzamiento durante un año entero, hasta que dieron con la línea que le gustaba. Eso hizo que el coche se considerara obsoleto el mismo día de su lanzamiento en 1953, aunque presumía de un motor con 104 CV especialmente eficiente. Eso, a su vez, provocó que no se pudieran cumplir con las expectativas de ventas.
No obstante, Frank Spring, diseñador jefe de Hudson, que como cabe esperar, estaba bastante enfadado por las constantes trabas de Barit, fue capaz de prever el resultado y antes si quiera de que las ventas no fueran las esperadas, contactó con el vicepresidente de Hudson, Stuart Baits, para proponerle un proyecto que tomaría como base el Hudson Jet y llegaría al mercado como un coupé de talante más deportivo y con un diseño como a Spring le habría gustado. Es evidente que a Baits le gustó la idea, porque poco después, Frank viajó a Italia inspirado por los bonitos Chrysler diseñados por Ghia, para conocer a Carlo Felice “Cici” Bianchi Anderloni, el director de la famosa Carrozzeria Touring.
Los potenciales clientes y la prensa de la época, consideraros que el Hudson Italia tenía pocas prestaciones y muchos estaban decepcionados porque no se empleó el motor del Hornet, más potente
Touring, como seguro que muchos ya sabréis, era una de las carroceras más importantes y famosas de su tiempo. Hoy día, aunque sigue funcionando, no es la misma empresa, que cerró originalmente en 1966 pero reabrió sus puertas en 2006 con el mismo objetivo: diseño de automóviles, pero también como estudio de ingenería, diseño industrial no automotriz y restauración de coches clásicos.
Durante la reunión con Spring, Anderloni pudo analizar las especificaciones del Hudson Jet y de dibujar un boceto en una servilleta (algunos de los mejores automóviles nacieron a través de un dibujo en un trozo de papel…), Anderloni aceptó el encargo. Poco después, recibió en las instalaciones una unidad del Hudson Jet, que Carrozzeria Touring probó exhaustivamente y posteriormente, desmontó para comenzar a trabajar.
Construido artesanalmente con aluminio
En los meses siguientes, los artesanos de Touring desarrollaron un chasis tubular de acero usando la mítica técnica “Superleggera”, sobre el que montaron una carrocería fabricada con paneles de aluminio, todo ello creado totalmente a mano. El resultado fue un coche 254 milímetros más bajo, más aerodinámico y totalmente único por su imagen y diseño. No había nada igual a ese coche en Estados Unidos en aquellos años. Era una mezcla de diseño italiano y típicos rasgos yankees, combinados con maestría por Touring. En el frontal, por ejemplo, un delgado paragolpes cromado formaba una V en el centro, marcaba la mirada del coche, pero no impedía que destacaran las tomas de are sobre las aletas delanteras, que se encargaban de refrigerar los frenos de tambor del eje delantero, o las discretas tomas de aire tras las puertas, situadas casi delante de las ruedas traseras, que suministraban aire fresco a los frenos de esas mismas ruedas.
Visto de perfil era bastante equilibrado, con volúmenes casi simétricos y sin recurrir a adornos innecesarios, una simple tira cromada recorría el lateral desde el frontal hasta la parte trasera. Sin embargo, no se pudo evitar algunos detalles muy norteamericanos, como los tres grandes tubos que aparecen en las aletas traseras. Pueden parecer las salidas del sistema de escape, pero en realidad esconde los pilotos, los indicadores de dirección y la marca atrás.
En el interior, Touring también dejó su marca con un diseño más al estilo europeo, con asientos más anatómicos de cuero rojo y blanco, fabricados con tres densidades de espuma diferentes, respaldos reclinables con dos módulos, uno para la parte alta de la espalda y otro para la zona baja, que además, tenía un mullido algo más firme para ofrecer un mejor soporte lumbar. Incluía detalles como unos cinturones de seguridad de cuero e incluso un sistema de radio AM/FM (ni siquiera Cadillac ofrecía la radio de serie en aquellos años, era un extra que se pagaba aparte).
Los responsables de Hudson quedaron encantados con el coche, encargando casi al momento de verlo una tirada limitada de 50 unidades para 1953. Bajo el capó, estaría el motor “Twin H 2020-ci”, un seis cilindros en línea de 3.3 litros procedente del Jet, pero con una compresión más elevada para rendir 114 CV. El cambio era manual de tres relaciones con el selector colocado en la columna de dirección.
Nunca se llegaron a fabricar las 50 unidades
El coche fue elogiado por su diseño y por sus proporciones, así como por su calidad y por su aerodinámica, pero nunca llegó a lograr las ventas que se esperaban, aun habiendo previsto una tirada muy limitada. Desde el primer momento, los potenciales clientes y la prensa de la época, consideraros que el Hudson Italia tenía pocas prestaciones y muchos estaban decepcionados porque no se empleó el motor del Hornet, más potente. Además, el precio del Italia era exorbitado para la época; 4.800 dólares, cerca de 51.000 dólares actuales sumando inflación.
Finalmente, solo se fabricaron 25 unidades del Hudson Italia, de las cuales, se sabe que han sobrevivido hasta hoy nada menos que 21 unidades. Hoy día es uno de los coches de Hudson más apreciados, tras un tiempo en el que estuvo bastante olvidado. RM Sotheby’s ha subastó una unidad por 362.500 dólares en 2020, para que sirva de ejemplo.
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