Seamos sinceros, hay marcas que no han podido mantener su esencia primigenia, el aura que les hizo famosas. Algunas, se vieron obligadas a desaparecer, otras, a transformarse por completo y las que han podido seguir hasta nuestros días, han tenido, lógicamente, que adaptarse a los tiempos. Aquí, de nuevo, encontramos diferencias, porque determinados fabricantes han sido capaces de llegar hasta nuestros días igual de fuertes y con su mismo espíritu original, mientras que otras, tras pasar por diferentes propietarios, se han visto contra la espalda y la pared intentando mantenerse en su más pura tradición.
Jaguar está en el último grupo, el de las marcas que han pasado por varios propietarios intentando mantener su esencia y ahora, se ven en tierra de nadie esperando para dar el paso hacia el futuro que, según se dice, será eléctrico. Es evidente que Jaguar no es la marca que una vez fue, aunque se ha intentado en varias ocasiones recuperar su lugar en el mercado. No hicieron mal papel los Jaguar S Type (destacando especialmente el S Type R de 400 CV) ni los posteriores Jaguar XF, por ejemplo (también con sus versiones R, pero en este caso con 510 CV). Pero si miras la Jaguar actual, es como si esos coches nunca hubieran existido. No son coches populares, no resulta nada sencillo verlos por las calles a pesar de su refinado diseño.
Contrasta enormemente con su pasado, cuando llegaron a presumir de tener los coches más rápidos del mundo. Y no lo decimos por el Jaguar XJ220, que también, sino por otro mucho más antiguo, uno de esos coches que están considerados casi obras de arte: el Jaguar XK120. Todavía no se había llegado a la década de los 50 cuando este coche se dio a conocer, aunque en realidad ni siquiera debería haber existido pues su creación, no fue más que pura necesidad. Pero no necesidad de crear un modelo especial o que acaparara muchas ventas, necesidad porque no tenían nada con lo que acudir al Salón del Automóvil de Londres.
Su objetivo era servir de “show car” para presentar un nuevo motor
Antes, la celebración de los típicos salones del automóvil era algo totalmente diferente a lo que podemos apreciar en nuestros días. La celebración de estas ferias era un auténtico acontecimiento y las marcas siempre querían tener algo especial, un nuevo lanzamiento, para poder acudir al evento. Más o menos, así fue hasta el año 2020, cuando la pandemia de SARS-CoV 2 mandó al traste la gran mayoría de eventos de este tipo, cambiando la forma de dar a conocer los nuevos lanzamientos, dando prioridad a los eventos online o a las celebraciones privadas.
No era así a finales de la década de los 40, sobre todo teniendo en cuenta que se acababa de salir de una guerra y que las ganas de volver a la normalidad, espoleaba a todas las empresas, a los usuarios y, en definitiva, a toda la población mundial. Para poder hacerse una idea, el Salón del Automóvil de Londres estuvo 10 años sin celebrarse, desde 1938 hasta 1948, cuando volvió a abrir sus puertas intentando recuperar la tan deseada normalidad. por ese motivo, Jaguar quería presentar sus novedades con más ganas que nunca, no olvidemos que hablamos de una firma de origen británico y el Salón de Londres es el “salón de casa”.
La denominación de Jaguar XK120, hacía referencia a su velocidad máxima de 120 mph, 193 km/h, convirtiéndose en el coche más rápido del mundo en su momento
Esto fue el detonante para la creación del Jaguar XK120, cuyo objetivo inicial era ser un “simple” prototipo, lo que se suele llamar como “coche de salón” o “show car”, diseñado y fabricado, por si fuera poco, casi a la carrera. Por entonces, Jaguar tenía el Mark V, un sedán de alta gama que también contaba con una versión descapotable animada por motores de seis cilindros con 2.5 y 3.5 litros. En proyecto había otro sedán, el Mark II, pero tan solo se había desarrollado el motor y para mostrar algo más que el Jaguar Mark V, crearon una carrocería especial para “vestir” este motor y darlo a conocer. Esa carrocería especial, obviamente, era la escultural carrocería del que acabaría siendo el XK120.
Su diseño resultó tan espectacular, que muchas acabaron un poco eclipsadas y no es porque el Salón de Londres no tuviera cosas interesantes. Aquel año se dieron a conocer en el mencionado evento coches como el Morris Minor, el Aston Martin 2L o el Austin A70. El coche no se llamó XK, se le conocía como Jaguar Super Sport, aunque su éxito fue tal (en tres días de exposición de lograron vender 200 unidades), que finalmente Sir Williams Lyons decidió llevarlo a producción.
El coche más rápido del mundo, con carrocería de aluminio
Como ocurre con cualquier otro coche, el XK120, o Jaguar Super Sport como se lo conoció en Londres, fue sometido a un intensivo programa de desarrollo que permitió tenerlo listo para 1949. Concretamente, en junio de 1949 comenzaron a salir de la línea de producción de Holbrook Lane las primeras unidades.
Los ingenieros de Jaguar hicieron uso de lo mejor que tenían a mano: el chasis del Mark V, el cual, fue acortado, simplificado y aligerado, para dar soporte al nuevo roadster británico. Una de las cosas más destacables fue la reducción de 457 milímetros en la distancia entre ejes, quedando en 2.591 milímetros. La suspensión delantera era de tipo independiente mediante horquillas, barras de torsión, amortiguadores telescópicos Newton y barra estabilizadora., mientras que las ruedas traseras contaban con eje trasero vivo de Salisbury, con ballestas semielípticas y amortiguadores de palanca Girling. Los frenos eran de tambor en todas las ruedas firmados por Lockheed de 12 pulgadas de diámetro.
Ocultando todo esto, una carrocería soberbia, con un largo capó y unos asientos colocados muy atrás. La estructura era de madera, sobre la que se colocaban planchas de aluminio con formas curvas y sensuales, logrando una línea que presenta una enorme ligereza visual que ni siquiera tenía tiradores exteriores para las puertas (se accedía mediante un cordón interior, el cual, se podía accionar con el techo puesto mediante una solapa en el lateral del techo de lona).
Era una obra de arte que había sido diseñada para vestir el propulsor de seis cilindros en línea de nuevo desarrollo, obra de Williams Heynes. Era la unidad de potencia fabricada en masa más potente de aquel momento y contaba con algunos detalles que lo hicieron muy innovador y avanzado. Se basaba en un bloque de cilindros de hierro fundido y una culata de aleación de aluminio, con dos árboles de leva en cabeza, cámaras de combustión hemisféricas y lubricación por cárter húmedo. Tenía 3.441 centímetros cúbicos (83 x 106 milímetros para diámetro y carrera) y se alimentaba mediante dos carburadores laterales SU H6.
Con una relación de compresión de 8:1, la potencia anunciada por Jaguar era de 160 CV a 5.000 revoluciones y 265 Nm de par a 2.500 revoluciones. Sin embargo, para algunos mercados (incluido Reino Unido), se usó una relación de compresión de 7:1, pues la austeridad de postguerra limitaba la disponibilidad de combustible a gasolina de 70 octanos.
Su denominación de Jaguar XK120, hacía referencia a su velocidad máxima de 120 mph, 193 km/h, convirtiéndose en el coche más rápido del mundo en su momento. De hecho, Jaguar decidió promocionar al XK120 a través de diferentes récords de velocidad. En la primera de estas pruebas de velocidad, el 30 de mayo de 1949, Jaguar se presentó con un prototipo de color blanco y una sección carenada, en la autopista Ostende. Jabbeke, en Bélgica. Este coche estaba equipado con una plancha inferior de aluminio que tapaba todos los bajos del coche. Fue pilotado por Ron Sutton, reemplazando a Walter Hassan, que no pudo acudir por malestar.
Con el parabrisas, el techo y las pantallas laterales (hacían las veces de ventanillas), Sutton logró alcanzar en dos direcciones, un promedio de 126,5 mph, 203,5 km/h. Luego se quitó el techo y también las pantallas laterales y se reemplazó el parabrisas por una pantalla aerodinámica y se colocó un toldo rígido sobre el hueco del pasajero, logrando una media de 132,6 mph, casi 214 km/h. Tiempo después, por mencionar otro récord, se logró un promedio de 100,31 mph (161,4 km/h) durante siete días y siete noches, cubriendo una distancia de 16.851 millas (27.120 kilómetros) con un Jaguar XK120 FHC (la carrocería coupé).
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