Koenigsegg es uno de esos fabricantes que solo conocen los fanáticos de los coches. Si le preguntas a alguien por la marca, seguramente te ponga cara rara o te diga que la ha visto en algún videojuego. Pero no pidas más, porque para los ajenos al mundo del automóvil no existen más marcas que Ferrari, Lamborghini, Aston Martin o Porsche, por poner algunos ejemplos. Y es posible que Aston Martin también sea un tanto desconocida.
Pero, sin embargo, Koenigsegg lleva más de 20 años en el sector de los megadeportivos (la denominación de “superdeportivos” se queda corta para sus coches), y nada menos que 20 años fabricando coches. Además, tiene en su haber algunos de los coches más rápidos del mundo como el Koenigsegg Agera o el bestial Koenigsegg Jeko. Incluso se atreven a innovar con el Koenigsegg Gemera, un espectacular Gran Turismo de cuatro plazas con uno de los motores más sorprendentes del mundo. Un 2.0 biturbo de tres cilindros combinado con tres motores eléctricos, para dar 1.725 CV y 3.500 Nm de par máximo. Brutal.
Lo más interesante de Koenigsegg es que ha sido igual de bestia y desproporcionada desde sus mismísimos inicios. Hace 20 años puso en circulación el Koenigsegg CC8S, uno de los vehículos más bestias del mercado y uno de los deportivos con diseño más personal de cuantos se pueden encontrar en las carreteras. Anunciaba 655 CV y llegó a tener un motor con nada menos que 806 CV en su última evolución, el Koenigsegg CCR.
Monocasco de carbono y parabrisas panorámico
Empezar de cero en el mundo del automóvil es algo realmente complicado, casi imposible. Tenemos muchos ejemplos modernos, como el caso de Faraday Future, un fabricante de coches eléctricos que prometía romper moldes y lo que ha roto ha sido las cuentas de los inversores. Pagani, por ejemplo, es otra muestra de lo complicado que resulta empezar de cero (aunque con mejor final, obviamente) y la propia Koenigsegg es una empresa que ha sudado tinta para llegar hasta donde están.
Cuando Koenigsegg comenzó a desarrollar su primer coche, se encontró con el problema de los motores. Un equipo de profesionales de primer nivel se había encargado del chasis y de las suspensiones, creando un semi monocasco de carbono con 21 capas de fibra de carbono alternadas con estructuras con forma de nido de abeja construidas con aluminio, con puntos de unión a los subchasis mediante sujeciones de aluminio macizo (todo esto pesaba solo 62 kilos). Las suspensiones también eran un desarrollo propio, totalmente de aluminio sujetas a un subchasis de acero delante y aluminio detrás.
El Koenigsegg CC8S era un coche de producción puramente artesanal, que necesitaba muchas horas para estar terminado con el mayor mimo por los detalles
Era un coche relativamente pequeño, pero con proporciones espectaculares. Medía 4.191 milímetros, 1.989 milímetros de ancho y unos escasísimos 1.069 milímetros de alto, destacando sobre todo por la apertura de sus puertas y su parabrisas panorámico. No había coches en el mercado que pudieran compararse. Sin embargo, no tenían un motor. Necesitaban un corazón fuerte que diera vida a su criatura y encontraron una buena disposición en Audi, que les suministró varios motores V8 4.2 atmosféricos.
Sin embargo, cuando se disponían a fabricar el coche “en serie”, surgió el primer problema. Christian von Koenigsegg quería potenciar el bloque alemán y Audi no estaba por la labor. El acuerdo era usar el motor tal cual se entregaba y Koenigsegg dijo que no quería eso, así que buscó otras opciones. Se llegó a barajar un motor Subaru-Motori Moderni de 12 cilindros boxer, pero finalmente se optó por el archiconocido V8 4.7 de origen Ford. Este propulsor si podía modificarse todo lo que hiciera falta y fue la base de los primeros coches de Koenigsegg.
El fuego a punto estuvo de acabar con el sueño
Corría el año 2001 cuando apareció el primer Koenigsegg CC8S, del que se fabricaron tan solo seis unidades. Era un coche de producción puramente artesanal, que necesitaba muchas horas para estar terminado con el mayor mimo por los detalles. No obstante, todo estuvo a punto de irse al garete por un incendio.
En el año 2003 se declaró un incendio en las instalaciones de Koenigsegg. Era sábado, pero los empleados corrieron a ayudar y a salvar todo lo que pudieron. Los coches que había en ese momento guardados fueron sacados a la calle, piezas, herramientas, moldes… se pudieron salvar infinidad de coches antes de ver como el fuego arrasaba con ello. Un fuego, por cierto, provocado por un simple lavavajillas que sufrió un cortocircuito.
Christian von Koenigsegg, el jefe, decidió que era una oportunidad para mejorar y abrió unas nuevas instalaciones de más de 4.000 metros cuadrados situada en una antigua base de la Fuerza Aerea sueca. Un año más tarde apareció la primera evolución del CC8S, el Koenigsegg CCR, con un motor que rendía 800 CV y con el que Koenigsegg saltó a la fama mundial al batir al McLaren F1 y convertirse en el coche de producción más rápido del mudo.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter aquí.