Los concept car siempre han sido una forma de llamar la atención por parte de las marcas, creaciones casi imposibles pensadas para que todo el mundo se fije en el coche y, obviamente, en la marca. No obstante, algunos de esos concept cars, de esos prototipos, son totalmente funcionales y, además, muy rápidos. Actualmente, esos prototipos son casi todas propuestas eléctricas, en consonancia con los tiempos que corren y con las tendencias de mercado, pero antes la electricidad no era ni siquiera una posibilidad y algunos concept car contaban con poderosas fuentes de energía alimentadas por combustibles fósiles.
Una de esos concept car “antiguos” es noticia ahora, tras haber logrado lo que en su día no pudo realizar. Hablamos del Aston Martin Bulldog, un prototipo creado en la década de los 70 con un diseño en forma de cuña, que pretendía alcanzar los 322 km/h. Un vehículo que tiene una curiosa historia que ha terminado ahora, más de 30 años después.
Después de pasar por manos de varios coleccionistas, el Aston Martin Bulldog acaba en 2020 en manos de su actual propietario, Philio Sarofim, quien lo sometió a una restauración completa y profunda
Es posible que mucha gente ni siquiera conozca la existencia de este prototipo, este tipo de coches suelen caer en el olvido rápidamente al ser un único vehículo, que desaparece tras su exhibición en la feria pertinente. Algunos van a parar al museo de la marca, otros acaban arrinconados en un almacén y otros terminan sus días como donantes de piezas para otros coches de su estilo, nunca llegarán a ser vehículos míticos como sus hermanos de producción.
No obstante, el Bulldog tuvo la suerte de no acabar desguazado, aunque también es cierto que faltó poco. El proyecto del que surgió este coche fue cancelado por su alto coste económico y pasó a ser olvidado, como muchos otros concept car. Sin embargo, tras una restauración, el coche ha vuelto a recuperar su esplendor y por supuesto, sus prestaciones.
Locura por la velocidad
En el año 1976, Aston Martin encargó al diseñador William Twons, que diseñara un automóvil de motor central trasero, que vestiría una estructura diseñada por el director de ingeniería de Aston, Mike Loasby. Por aquellos años, la obsesión por la velocidad era algo que afectaba a todas las marcas de coches deportivos, todas querían tener un vehículo espectacular y muy rápido, con la intención de superar o, como poco, alcanzar los 300 km/h. Fue la época de los Lamborghini Countach, Ferrari Testarossa o Porsche 911 Turbo, automóviles que comenzaron su desarrollo a finales de los 70 para llegar a las calles en los 80.
Aston Martin, como cabe esperar, no podía ser menos e inició el proceso de diseño y desarrollo con la intención de unirse al club de los superdeportivos. Por entonces el catálogo de la firma británica tenía máquinas con motores delanteros como el Aston Martin V8 Vantage, pero nada tan bestia ni tan avanzado como para poder lograr ponerse al mismo nivel que el resto de marcas rivales.
El proyecto iniciado en 1976 fue, no obstante, detenido y el responsable técnico, Mike Loasby, dejó la firma británica para hacerse cargo del DeLorean DMC-12. Aun así, había dejado dibujado un chasis tubular de acero con suspensiones independientes y un motor V8 de 5.9 litros. Solo había bocetos y planos de diseño, una maqueta de arcilla y un chasis completo, que tres años después, sirvieron para dar vida al Bulldog.
A lo largo de 1979, Keith Martin es nombrado director del proyecto y retoma el trabajo donde lo dejaron, teniendo listo el primer prototipo rodante en solo ocho meses. Además, había llevado las cosas un poco más lejos y había optado por instalar al V8 un par de turbos Garretts AiResearch y un sistema de inyección de combustible Bosch, que permitieron llegar a la nada despreciable cifra de 700 CV.
Se para el proyecto definitivamente, pero regresa 40 años después
Con ese ejemplar rodante se comenzó a llevar a cabo diferentes pruebas de desarrollo, con el objetivo de alcanzar los 320 km/h, o más concretamente, con la intención de superar las 200 millas/hora (321,869 km/h). Las pruebas por carretera ofrecían buenas sensaciones y buenos resultados, pero no eran del todo satisfactorias. El motor estaba “limitado” a 600 CV, una decisión que afectó, como cabe esperar, a las prestaciones.
Durante las pruebas en carretera nunca se logró superar los 307 km/h y empezaba a gastar más dinero del que se tenía disponible. No podemos olvidar que, por aquellos años, la crisis del petróleo golpeó fuerte a muchas empresas y Aston Martin, como suele ocurrir, no se libró de sufrir. Los inversores vendieron la compañía a Kuwait Petroleum Corporation, poniendo al frente a Victor Gauntlett, quien encuentra el proyecto demasiado ambicioso y caro de llevar a producción, no era rentable.
Por tanto, se detuvo el proyecto, que tenía previsto fabricar un total de 25 unidades y se vende el único ejemplar del Aston Martin Bulldog a un príncipe árabe en 1984, quien pagó por el coche una cifra que hoy día, sumando la inflación, rondaría los 484.000 euros. Este príncipe árabe modificó el coche para que fuera legal circular por vías públicas, llegando incluso a instalar una cámara para la marca atrás.
Después de pasar por manos de varios coleccionistas, acaba comprado en 2020 por su actual propietario, Phillip Sarofim, quien lo sometió a una restauración completa y profunda. Un trabajo que, curiosamente, fue responsabilidad de Richard Gauntlett, hijo del responsable de parar el proyecto y de vender el coche. Este contactó con Classic Motor Cars de Bridgnorth, en Shropshire, Reino Unido, para que hicieran el trabajo.
A por el récord
Lo bonito de esta historia es que su actual propietario no lo restauró con la única intención de guardarlo en su colección, tenía el objetivo de lograr el récord que se habían propuesto en Aston Martin: rodar a 200 millas/hora, casi 322 km/h. Además, el coche ya ha logrado destacar en diferentes eventos desde que se restauró, como al obtener el precio “Restauración del año” en el Royal Automobile Club y el premio “Octane Historic Motoring Awards”.
Así, las pruebas comenzaron y el pasado 27 de noviembre de 2021, se llevaron a cabo las primeras pruebas de velocidad, logrando alcanzar las 162 millas/hora (algo más de 260 km/h). En su primer intento no había intención de alcanzar las máximas prestaciones, se quería comprobar que todo funcionara como debería hacerlo y de paso, recopilar datos útiles. Y esos datos aseguran que el coche tiene las capacidades para lograr su objetivo con facilidad.
Las pruebas de velocidad se realizaron con unas condiciones muy lejanas de ser idóneas. Por ejemplo, según Nigel Woodward, director gerente de CMC (Classic Motor Cars), el Aston Martin Bulldog logró superar las 160 millas/hora tras recorrer ¾ de milla y con vientos cruzados muy rápidos. Se quiere lograr el récord antes de finalizar 2021.
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