El Audi R8 no tendrá reemplazo, no al menos como lo conocemos actualmente y posiblemente, será un coche eléctrico. Audi detuvo el desarrollo de motores de gasolina y anunció en verano de 2021, que solo fabricará coches eléctricos a partir de 2026, como muchas otras marcas, algo que pare muchos es un error pero que será la tónica general a partir de entonces. No debemos olvidar que la Unión Europea ya ha propuesto prohibir la venta de vehículos con motores de combustión a partir de 2035, adelantando así en cinco años la fecha anteriormente prevista.
Por tanto, es lógico que uno de los coches más especiales de Audi, no vuelva a tener un reemplazo. Pero no tendrá una nueva generación con motor de combustión, llegará, sin lugar a dudas, con motor eléctrico. La industria, al menos así lo parece a simple vista, va camino de volver a sus inicios, a fabricar únicamente productos que solo pueden pagar un puñado de usuarios y el mejor ejemplo es la propia Audi, que en 2021 vendió menos coches que en otras ocasiones, pero obtuvo mayores ganancias. Eso se debe a que está vendiendo automóviles más caros y, por tanto, más exclusivos, algo que los coches eléctricos reforzarán.
No obstante, vamos a dejar de lado estas cuestiones y volvamos al inicio, al Audi R8, un coche que rompió todos los moldes dentro de la propia Audi y en el sector de las marcas premium, llegando a convertirse en uno de los referentes del sector de los superdeportivos. Actualmente, solo está disponible con un espectacular motor V10 de más de 600 CV, pero cuando inició su comercialización, allá por 2006, estaba animado por el mismo motor que tenía el Audi RS4, un V8 de 4.2 litros con 420 CV. Visto ahora, parece poca cosa, ¿verdad? Pues, además, estaba disponible también con cambio manual de seis relaciones.
Tres victorias en Le Mans con el Audi R8 LMP
La historia del Audi R8 comienza antes de su comercialización, como viene siendo normal, pero no mucho antes. La historia tiene su primera piedra en el año 2000, cuando Audi se presenta en el Mundial de Resistencia con el que llamaron “Audi R8 LMP”, un prototipo con el que ganaron las 24 Horas de Le Mans en tres ocasiones consecutivas: 2000, 2001 y 2002. En el 2003 las glorias se las llevaría Bentley, aunque en realidad, bajo el amenazante aspecto del Bentley Speed 8 en realidad había, efectivamente, un Audi R8, aunque se cambiaron algunas cosas como la caja de cambios (Xtrac en lugar de Ricardo) y los neumáticos (Dunlop en lugar de Michelin).
Una de las cosas que más llamó la atención del Audi R8, era que empleaba un chasis monocasco fabricado con aluminio, básicamente, el mismo chasis que usaba el Lambohgini Gallardo
Esas victorias en una de las pruebas más míticas de la historia del automovilismo, había que celebrarlas por todo lo alto y con motivo del Salón del Automóvil de Frankfurt, en septiembre de 2003, se presentó un prototipo de dos plazas y motor central, cuyo diseño era arrebatador, estaba equipado con tracción a las cuatro ruedas y contaba, nada menos, que con un motor V10 de 600 CV. Era el Audi Le Mans quattro concept, tomaba como base de partida el Lamborghini Gallardo y dejó a todo el mundo con la boca abierta. Copó portadas de revistas (Internet, por entonces, no era lo que actualmente tenemos) y tuvo una acogida tan inesperadamente buena, que recibió casi inmediatamente el visto bueno para pasar a producción.
Audi Sport GbmH se encargaría de su desarrollo y fabricación, en Nerckarsulm, en el mismo lugar donde se daba forma al chasis del Lamborghini Gallardo. Se decidió que su denominación sería la de Audi R8, pues mientras se llevaba su desarrollo a cabo, Audi volvió a ganar dos veces más en Le Mans con el R8 LMP y querían rendir homenaje al modelo y de paso, aprovechar la relación entre competición y el empleo de la tecnología aquí desarrollada en producción. El modelo final se presentó en el Salón de París de 2006 y las primeras entregas se realizaron a inicios de 2007.
Chasis fabricado con aluminio y motor V8 atmosférico
Una de las cosas que más llamó la atención del Audi R8, era que empleaba un chasis monocasco fabricado con aluminio, básicamente, el mismo chasis que usaba el Lambohgini Gallardo. Por una parte, este parentesco no gustó a todo el mundo y mucho menos a los fanáticos de Lamborghini, pero, por otro lado, no se puede negar que la idea era más que buena. El Grupo Volkswagen había comprado la firma de Sant’Agata en 1998 y había comenzado una inversión muy importante para reestructurar la marca y hacerla rentable, pero nunca se dijo que estaría libre de sinergias. El compartir elementos entre las marcas del grupo, ha sido uno de los principales argumentos de VAG y, además, una de sus principales características, permitiendo aprovechar mejor las inversiones y así, de paso, sacarles más rentabilidad.
Pero no se empleó el chasis tal cual, en realidad era la misma plataforma ligeramente estirada para alcanzar una mayor distancia entre ejes. Al mismo tiempo, el motor contaba con una cuna fabricada con fibra de carbono y las suspensiones era tenían una configuración de doble horquilla en todas las ruedas, compuestas por brazos de aluminio forjado. Los frenos tenían pinzas de ocho pistones en el eje delantero.
Lo más importante fue el motor, totalmente atmosférico. En aquellos años, los motores atmosféricos de gran cilindrada seguían teniendo lugar en el mercado, sobre todo aquellos que podían alcanzar altas revoluciones y los responsables del proyecto decidieron aprovechar el motor BYH, un V8 de 4.2 litros que, como hemos comentado, daba vida al Audi RS4 (B7). Concretamente, desplazaba 4.163 centímetros cúbicos, gracias a unas medidas de 84,5 milímetros de diámetro y 92,8 milímetros de carrera del pistón. Los bloques de cilindros formaban una V a 90º, tenía cuatro válvulas por cilindro, distribución por cadena e inyección de combustible estratificada, un sistema que se desarrolló precisamente con el Audi R8 de competición. Rendía 420 CV a 7.800 revoluciones, 430 Nm de par entre 4.500 y 6.000 revoluciones (cifras idénticas a las del Audi RS4) y estaba acoplado a un cambio manual de seis relaciones y a un sistema de tracción total que mandaba el 70% de la potencia al eje trasero.
Todo esto se vestía con una carrocería de aluminio y fibra de carbono, faros LED y un diseño que era un calco del concept car presentado en el año 2003. Uno de esos casos en los que un prototipo pasa a producción sin apenas cambios, algo que ya hizo la propia Audi en 1998 con el Audi TT.
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