Actualmente, los coches eléctricos son el centro de las novedades o al menos, el centro de muchos desarrollos y de la atención mediática y política. Es el futuro del automóvil, la tecnología que salvará el transporte por carretera y eliminará la contaminación en las grandes ciudades. Es el futuro que en 1899 consiguió superar por primera vez los 100 km/h.
Sí, el coche eléctrico no es una invención moderna, ni mucho menos. El coche eléctrico fue la primera tentativa en crear un “carro sin caballos” y se comenzaron a crear tiempo antes del triciclo de Karl Benz, el cual data de 1886. Por todos es conocido el coche que superó los 100 km/h por primera vez en la historia, llamado “La jamais contente” (nunca contento o nunca feliz en francés, también se puede traducir como nunca satisfecha).
Los primeros coches eléctricos eran, como cabe esperar, muy rudimentarios. La autonomía era mínima y en las primeras creaciones, ni siquiera se podía cargar las baterías, los primeros acumuladores eléctricos eran de usar y tirar, dando a aquellos vehículos un uso muy reducido y poco interesante al tener que cambiar las baterías cada pocos kilómetros. Baterías, por cierto, muy tóxicas, pesadas y muy delicadas. Posteriormente llegaron las baterías recargables, alcanzando su mayor apogeo en el año 1900, siendo los vehículos más vendidos.
«La jamais contente» superó en el año 1899 los 100 Km/h
Por alguna parte hay que empezar y aquellos coches eléctricos fueron los primeros pasos, aunque en realidad no eran más que coches de caballos con un motor eléctrico y unas pesadas baterías. Todo lo contrario que el La jamais contente, el primer automóvil que superó la barrera de los 100 km/h. algo que hacemos diariamente hoy día, pero que entonces fue uno de los logros más importantes de la historia. Cabe recordar que por aquellos años, los vehículos eran lentos, muy lentos para nuestros estándares. Además, las marcas de coches todavía estaban floreciendo, ya que, por ejemplo, la Société des Automobiles Peugeot se fundó en 1896, Tatra fabricó su primer automóvil en 1897 (la marca se denominaba entonces Nesselsdorfer Wagenbau-Fabriksgesellschaft, el nombre de Trata apareció en 1919), Opel empezó a fabricar sus primeros coches en 1899, un año después de que se fundara La Compañía General de Coches-Automóviles Emilio de La Cuadra.
El automóvil estaba en pañales, cualquier lanzamiento era una novedad importantísima e incluso una innovación. Eran tiempo de evolución constante y de experimentación, por ello, muchos de los primeros récords de velocidad datan de aquellos años, porque no se paró de probar nuevas cosas, sobre todo en cuanto a velocidad. El ir cada vez más rápido es algo inherente al ser humano.
La jamais contente era un vehículo muy curioso, tanto para nuestros ojos como para los de aquellos años. Tenía forma de torpedo (o cigarro) y una abertura casi sobre el eje trasero hacía las veces de puesto de mando. El conductor iba muy expuesto, sin ni siquiera un parabrisas y muy lejos del suelo, con unos mandos espectacularmente simples. Se fabricó con materiales súper innovadores, como aleación de aluminio, tungsteno y magnesio, lo que permitió un peso de 1.450 kilos. No obstante, seguía algunas costumbres de la época, llevando la carrocería atornillada al chasis, que estaba totalmente expuesto.
Estaba animado por dos motores eléctricos Postel-Vinay, capaces de rendir 25 kW cada uno (50 kW en total, 68 CV) , que funcionaban a 200 voltios y requerían 124 amperios cada uno. Los neumáticos los suministraba Michelin, que había sido fundada 10 años antes para la fabricación de neumáticos de bicicletas.
La jamais contente fue diseñado por el belga Camille Jenatzy, hijo de un fabricante de neumáticos. Estudió ingeniería y creó su propia empresa para fabricar vehículos eléctricos, aunque falleció de un disparo durante una cacería en 1913. Al menos quedó para el recuerdo su gesta, alcanzando los 105,882 km/h el 29 de abril de 1899, en París.
El coche todavía se conserva, pudiendo ser visto en vivo y en directo en el museo del automóvil de Compiègne, en Francia.
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