Lancia está preparando su regreso al mercado por todo lo alto, aunque no será la Lancia que todos recordamos, ni siquiera será la Lancia que sacó al mercado el Lybra o el Thesis, apuntará a otro mercado todavía más ambicioso y quien sabe, lo mismo es hasta peligroso. La mítica firma italiana vuelve al ruedo con ambiciones premium, con la intención de plantar cara a lo más granado del segmento de la alta gama y comenzará su nueva andadura con tres modelos de los que todavía no sabemos nada. Uno de ellos, el único que está a la venta actualmente y además, solo en Italia, el Lancia Ypsilon, será el primero en ser presentado. Posteriormente, le tocará el turno al más que mítico Lancia Delta, que hará lo propio en 2028 y para el final, un tercer modelo del que no se conoce ni siquiera la denominación comercial, pero que será el buque insignia y según el CEO de la firma italiana, Luca Napolitano, permitirá que Lancia entre en el segmento más grande de Europa.
Estos coches, una nueva generación de automóviles que estará marcada, sin lugar a dudas, por la electrificación, se inspiraran, teóricamente, en el pasado y en la rica historia de una marca de automóviles con más de 100 años de historia (fue fundada en 1907 por Vicenzo Lancia) y con nada menos que 11 títulos de constructores y seis de pilotos en el Mundial de Rallyes. Sin embargo, esa afirmación, como ocurre muchas veces, habrá que cogerla con pinzas. La inspiración en el pasado de las marcas, a día de hoy, solo la entienden ellos. Al menos, seremos testigos del regreso de una maca con una importancia enorme en la industria que estaba moribunda. Será un renacimiento con todas las miradas puestas y los fanáticos de la marca, y de la historia del automóvil, por supuesto, pendientes de sus movimientos.
Sin embargo, hay algo que no podemos pasar por alto y que tenemos que tener absolutamente claro, la nueva Lancia no será, ni de lejos, como fue en el pasado. No veremos esculturas como los Lancia Flaminia, Lancia Fulvia o el Lancia Aurelia. Este tipo de coches, con diseños tan personales e incluso atemporales., Obras de arte, parte de la historia de Lancia, que como ocurre con otras marcas, quedarán en el olvido, a no ser que necesiten “tirar” de denominaciones históricas para un nuevo modelo.
Al menos, los aficionados podremos seguir disfrutando de los modelos clásicos y de los sensacionales trabajos que se llevan a cabo sobre las “viejas” unidades, por parte de algunos especialistas como Thornley Kelham, una de muchas empresas británicas dedicadas a los vehículos clásicos; restauración, mantenimiento, reparaciónes y por supuesto, restomods, una cultura que no gusta a todos los amantes de los vehículos clásicos. Los restomod son una forma de entender el automóvil especialmente interesante, pues uno bien realizado, busca siempre mejorar los puntos flacos del modelo original, empleando componentes más modernos, que no necesariamente tienen que ser de última generación.
Respetando el pasado
Una de los trabajos más espectaculares de Thornley Kelham, que además tiene a Lancia como protagonista, se centra en la transformación de uno de los coches más apreciado de la firma italiana, el LAncia Aurelia B20 GT Serie VI de mediados de los 50, un modelo que siempre acapara gran atención allá donde se deja ver y que la gente de Thornley Kelham ha logrado que sea todavía más atractivo, sin que por ello pierda la auténtica esencia original del modelo. Conseguir algo así con un restomod no es sencillo, muchas veces se acaba introduciendo demasiadas modificaciones y se pierde esa esencia original del modelo.
Para la ocasión, los chicos de Thornley Kelham se inspiraron en los Lancia de competición y en uno especialmente, el que pilotó Giovanni Bracco en la Panamericana de 1951 (también lo pilotó en la Mille Miglia, en Le Mans, en el Rally de Montecarlo, en el Acrópolis…), un coche con el techo rebajado, al más puro estilo “topchop” estadounidense, que realza el diseño del modelo más de lo que podría parecer en un primer momento. Y eso que Mario Boano realizó uno de los mejores trabajos que se recuerdan (Vittorio Jano se hizo cargo del chasis y Francesco de Virgilio de la parte mecánica).
El Lancia Aurelia B20 GT, presentado en 1951 en el Salón de Turín, fue el primer automóvil en estar equipado con un motor V6 de aluminio neumáticos radiales, siendo un adelantado respecto a sus coetáneos. Era un derivado del Lancia Aurelia B10, un sedán de lujo, refinado y técnicamente avanzado (características típicas de Lancia en aquellos años), que se había lanzado al mercado para reemplazar al Lancia Aprilia, llegando a ser considerado como uno de los coches más lujosos y sofisticados de Italia en aquellos años. Destacaba por una suspensión independiente en las cuatro ruedas y por un eje trasero que agrupaba el embrague, la caja de cambios, el diferencial y los frenos. El Aurelia B20 GT estuvo en el mercado hasta que llegó el Lancia Flaminia, encargado de reemplazarle en el mercado, allá por 1956.
Lancia Aurelia Outlaw, una oda al pasado con tecnología moderna
Bajo el nombre de Lancia Aurelia Outlaw, Thornley Kelham ha dado vida a un automóvil que, al parecer, se puede considerar un éxito. Este taller británico vive, principalmente, de restaurar vehículos de colección de alta gama y ofrecen una calidad de acabados sensacional, pero decidieron tomar un camino diferente con una unidad del Aurelia B20 GT creando el Outlaw, el cual presentaron en el Salón Privé de 2015. Después de aquello, recibieron varios pedidos (se ha fabricado hasta el momento unas cinco unidades), demostrando que la idea era totalmente acertada.
Para muchos, como hemos dicho antes, los restomod no son algo a tener en cuenta cuando se habla de vehículos clásicos, más aún cuando se trata de ejemplares como el Lancia Aurelia, pero la clave está en el respeto por el pasado y en la preservación de la esencia original. Además, en Thornley Kelham contaba con una ventaja, porque ellos fueron quienes restauraron la unidad original que pilotó Giovanni Bracco en la Panamericana de 1951 (necesitaron tres años de trabajo). Y esa ventaja fue profundamente aprovechada.
La idea de crear el Lancia Aurelia Outlaw llegó por parte de un cliente, quien se quedó prendado de la restauración realizada en la unidad de Bracco. El cliente había encontrado una unidad abandonada en un almacén, la cual, por suerte, estaba entero y era totalmente recuperable dado su bien estado. No obstante, el cliente no quería una restauración al uso. Dicha unidad se desmontó por completo, como cabría esperar, y comenzó su transformación, donde lo más destacable, a nivel estético, es la reducción de la altura del techo y, por tanto, el recorte en los pilares que lo sustentan. Una transformación que le otorga una imagen tan atractiva o incluso más atractiva que la versión original, pero sobre todo, lo hace más deportivo y más agresivo. Una sensación que se ve refutada por la mecánica, que pasa a ser el bloque V6 que usaban los Lancia Flaminia y no el V6 de aluminio original, pasando de 2,5 a 2,6 litros de cubicaje.
Pero no se instala tal cual, sufre varias transformaciones que llaman poderosamente la atención. Por ejemplo, destaca la implementación de un sistema de inyección, pero los cambios llegan a 30, logrando extraer alrededor de 180 CV, partiendo de los 119 CV originales. Sin embargo, el resto de unidades fabricadas después de este primer encargo, han sido completadas con motores V6 Busso de 3,2 litros originales de Alfa Romeo, que tras algunas modificaciones, llegan a los 306 CV. El cambio, en todos los casos, es manual de cinco relaciones y los frenos pasan de ser tambores a discos, más potentes y eficaces. Y por supuesto, más seguros.
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