Los restomod han dejado de ser una tendencia o algo extraño, traído de fuera, para ser una auténtica realidad. Cada día hay más empresas y más aficionados que se interesan por este mundillo y cada día aparecen creaciones de mayor calidad y con soluciones que, pues al final es lo que cuenta, no tirar por tierra la esencia del coche. Sin embargo, todavía nos queda mucho camino por recorrer, si queremos ponernos a la altura de los mayores maestros en restomod del mundo: Estados Unidos. El país de las oportunidades es la cuna del restomod desde hace décadas, con una enorme cultura a su alrededor y profesionales de talla mundial. Allí, un coche clásico se puede conservar de estricta serie, o bien, se puede transformar y nadie se rasga las vestiduras por ello, como si ocurre aquí, por ejemplo. También es cierto que en Estados Unidos es más sencillo homologar cambios en los vehículos. De hecho, los mismos fabricantes incitan a realizar transformaciones, ofreciendo accesorios de fabricación actual e incluso motores y transmisiones totalmente nuevos, pero destinados a usarse para restomod e incluso para cualquier otra cosa.
Dentro del mundillo restomod estadounidense, podemos destacar algunas categorías que tiene un peso importante y además, unas características muy específicas, siendo el custom el más conocido y el más popular. Quizá estés pensando que custom es un estilo de moto, pero en realidad estarías confundido, ya que custom es un estilo en general, sin importar el vehículo sobre el que se trabaje, pero en Europa el custom se circunscribe casi es exclusiva al mundo de las dos ruedas, principalmente, gracias a Harley-Davidson. Sin embargo, los trabajos custom más espectaculares, en realidad, están en el mundo del automóvil, donde se realizan cosas realmente alucinantes y, seguramente, muy incómodas de conducir en el Viejo Continente. Sobre todo por la base de todo trabajo custom, el llamado “low & long”, es decir, bajo y largo. Cuando más bajo y más largo, más custom y mejor. Eso al menos dice la teoría.
Y como una imagen vale más que mil palabras, nada mejor que ofrecer un ejemplo de un buen custom yankee, un trabajo soberbio, que destaca por una sencillez y pureza de líneas espectacular, pero que esconde un poderío mecánico apabullante. Para la ocasión, se ha tomado como punto de partida un Lincoln Continental Mark II de 1956, un coche que en su tiempo y en tierras norteamericanas, representaban un altísimo nivel de lujo y prestaciones y todo el trabajo lo ha realizado la empresa SIC Chops, situada en Cave Creel, en el estado de Arizona, Estados Unidos. Fue presentado en el SEMA Show de Las Vegas, la feria del tuning y la personalización más importante del mundo.
Como en toda restauración, el coche se desmonta y se repara o cambia lo que sea necesario, para después, proceder a la transformación. En el caso de una customización, el trabajo de transformación suele ser más profundo, como ocurre con este Continental Mark II, el cual, en contra de lo que dicta la lógica de un buen custom, fue acortado unos siete centímetros. También se procedió a un alisamiento total de los paneles de la carrocería, eliminando molduras y tiradores, manteniendo tan solo una pequeña tira a media altura, en el lateral, que une visualmente los paragolpes. Al mismo tiempo, se reduce la altura del coche, tanto en por suspensiones como por la altura de los pilares del techo (a esa transformación se le suele denominar “top chop”, se cortan los pilares y se coloca el techo más abajo). Los paragolpes son fabricados ex profeso.
El habitáculo es nuevo casi por completo. Se crean paneles desde cero, se eliminan adornos superfluos y se deja todo con una sencillez que sorprende a la vista. La calidad es uno de las notas más predominantes y la tecnología, aunque no se ve a simple vista, también, porque el coche esconde sistemas actuales de entretenimiento.
Y ya que hablamos del habitáculo, el mamparo que separa el interior del vano motor ha tenido que ser reubicado, porque bajo el capó han metido un bloque V8 de nada menos que 8,5 litros, un despropósito de motor procedente del especialista Jon Kaase, que también fabrica motores para competición. No hay datos exactos, pero el constructor asegura que la potencia ronda los 870 CV, que brama a través de un escape artesanal y llegan a las ruedas traseras mediante un cambio automático de cinco relaciones.
Los cambios son tan notables, que se ha tenido que transformar también el chasis, que ha sido responsabilidad de la empresa Roadster Shop. Los trabajos han consistido en sanear, reforzar y actualizar (frenos Willwood, suspensiones neumáticas…) todo lo concerniente al bastidor.
Solo existe una unidad, pues el custom se centra en eso, en ofrecer vehículos únicos al gusto de sus propietarios.
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